25 mar 2009

La violencia a través de internet




Mensajes de texto agresivos, amenazas en el chat, comentarios groseros, cadenas de mails difamatorias... los modos que encuentran los chicos para burlarse de otros, a través de Internet. 



TEXTOS. AGUSTINA MAI.

Sociedad

“Con las nuevas tecnologías el acoso es más masivo y extensivo”. Así lo afirma Marcela Czarny, presidenta de la asociación Chicos.net. El ciberbullying es la agresión que sufren chicos y adolescentes por parte de sus compañeros, a través de internet y celulares. Los menores lo señalan como la principal preocupación a la hora de usar estas tecnologías.

Este fenómeno recibe el nombre de “ciberbullying” (ciber= cibernética, bullying= del inglés, burla, broma) e implica el acoso que sufren los menores por parte de chicos de la misma edad a través de las tecnologías de la comunicación. “Tiene que ver con compañeros agrediendo a otros compañeros; es el acoso entre pares y es la principal preocupación de los chicos”, señala Marcela Czarny, presidente de la asociación Chicos.net y magíster en Tecnología Educativa.

Situaciones desagradables

En una investigación que desarrolló Chicos.net -entre mayo y agosto de 2008 en Buenos Aires- y que incluyó a 1215 chicos de entre 9 y 18 años, 170 menores (14%) aseguraron haber pasado por situaciones desagradables usando las tecnologías de la información y la comunicación (Tics). El ciberbullying ocupó el primer puesto, alcanzando a 44 menores.

Algunos casos consisten en que sus fotos fueron publicadas en fotologs sin su consentimiento o que recibieron burlas, insultos y amenazas por internet o por el celular. Los especialistas advierten que “en general, el ciberbullying se produce entre chicos que se conocen del barrio o de la escuela. Por consiguiente, trae consecuencias en las relaciones cara a cara que mantienen en esos ámbitos”.

En el trabajo también se recopilaron testimonios. Por ejemplo una adolescente aseguró: “Me mandaban mensajes de texto y llamadas amenazantes diciendo que me iban a matar si no dejaba a quien en ese momento era mi chico. Me decían que era una chica y a ella le decían lo mismo, diciéndole que era yo. Estuvo así varios días, pero nunca supe quién era, ni de dónde sacó mis datos ni los de la chica por la que se hacía pasar”.

Una nena de 12 años relató: “Me pasó que un amigo bajó un video mío que a mí no me gustaba y no me agradó. Después me firmó el fotolog puteándome”. O esta otra que contó: “Una vez en la escuela pensaron que yo en un fotolog había puesto mensajes feos, insultándolos, pero no era así. Por esa razón me empezaron a insultar y cuando hablamos el tema en la escuela me incomodó un montón, porque todo el grado me echaba la culpa. A pesar de que yo sabía que no había sido yo, fue horrible. Esto fue hace dos años y lo recuerdo como si fuese ayer. Hasta el día de hoy no cambiaron de opinión, siguen pensado que fui yo”.

Las cadenas de mails, en las que se amenaza al receptor si no las reenvía, constituyen otra modalidad del ciberbullying. Los chicos describieron situaciones desagradables como “fotos de muertos”, “ruidos de personas que se cortan los genitales”, “la cara de una persona muerta”, entre otros contenidos.

¿Más violencia?

La pregunta que se hacen todos -legos y expertos- es si ahora hay más violencia o si las tecnologías ponen la cuestión sobre el tapete. Para Czarny la respuesta es compleja: “Siempre hubo violencia entre chicos en la escuela. Las tecnologías ponen en evidencia algo que siempre existió, pero de manera más exacerbada: se ve más, se expande más, los padres y directivos -que antes quizás no se enteraban- se enteran más rápido. La sobreexposición y la sobreinformación también tienen que ver con estas tecnologías”.

En tanto, la psicóloga Andrea Urbas, de Chicos.net, no considera que haya más violencia, pero sí que “existen nuevas formas y escenarios en los que se canaliza”. En este sentido hace una distinción entre la manera en que se relacionan los adultos con las tecnologías y el modo en que lo hacen las generaciones más jóvenes. “Los adultos chequeamos el mail, navegamos páginas web, recurrimos a un buscador. Pero ellos se muestran, se dan a conocer a través de las tecnologías, crean sitios personales, cuelgan fotos y videos, entonces están más expuestos a ser receptores de violencia”.

Por su parte, la psicopedagoga Alejandra Ferrero reflexiona: “Las maneras de comunicarse a través del chat y el blog son maneras de diferenciarse entre las generaciones, que marcan otros ritmos y nuevos modos de subjetivización. Los adultos fuimos formados con los criterios modernos de estabilidad, que no son precisamente los vigentes. La tecnología es un medio que muestra que las instituciones están jaqueadas y que cada sujeto se mira a sí mismo y ya no al semejante”. Si bien reconoce que siempre hubo rivalidad, también considera que había un pacto vigente, que hoy está seriamente cuestionado: “El hombre se ha desencontrado a sí mismo”, concluye.

¿Qué hacer?

¿Cómo darse cuenta si un chico es víctima del ciberbullying o lo practica con otros compañeros? Los especialistas coinciden en señalar la importancia del diálogo. “Siempre volvemos al tema del diálogo y la comunicación, saber en qué andan, cómo están socialmente con el grupo de pares y en la escuela. Por lo general estos fenómenos se dan entre conocidos y vienen acompañados por manifestaciones fuera de lo virtual”, expresa Urbas.

Asimismo comenta que desde Chicos.net no avalan “monitorear ni controlar a los chicos”, por ejemplo chequeándoles el mail o revisando su fotolog. “No vamos en la línea del control parental. Sí creemos que es necesario acompañarlos con interés: sentarse frente a la computadora con los hijos, conocer su fotolog o facebook, ver qué cosas cuelgan en la web, pero no desde un lugar de control, sino de acompañamiento”.

Ferrero también reflexiona en esta línea acerca del lugar de los adultos: “¿En qué lugar nos posicionamos: en el de la habilitación, el control o la ausencia? Controlar obtura la posibilidad de que el otro sea. Hay que estar, pero no para tapar, sino para provocar que el otro diga, haga, sea, proponga, se desprenda y empiece a volar. Una tercera opción es no estar, que es el problema de la ausencia”.

Finalmente, la psicopedagoga considera que se trata de una cuestión de confianza y lo ejemplifica con una situación fuera de lo virtual: “Cuando un adolescente empieza a salir de noche, uno no puede estar ahí, pero tiene que confiar en lo que le enseñó. Tampoco puede estar sabiendo todo el tiempo lo que su hijo ve, lee, escucha en internet. Pero se trata de confiar en él y en las herramientas que le dio”.

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