26 nov 2009

Más cosas sobre ese soporte en peligro de extinción

Por: Enrique Gallud Jardiel


La vieja biblioteca
La biblioteca más antigua de la que hemos llegado a tener noticia estaba emplazada en la ciudad babilónica de Nippur. En ella, en un templo que data del tercer milenio a. de C., se conservaba gran cantidad obras de letras, escritas en tablillas de arcilla.


El escritor empedernido
La imperiosidad de escribir es algo contra lo que algunas personas no pueden luchar. Hay ejemplos múltiples de autores que han dedicado su vida a su obra, pero muchos de ellos lo han hecho en situaciones favorables, con medios, ayuda y apoyo. Otros, sin embargo, han carecido de los útiles y las condiciones precisos para la creación artística, pese a lo cual no han cejado en su actividad. Tal es el caso de Cesare Cantù (1804-1985), quien escribió su primera novela,Margherita Pusterla, hallándose recluido en una prisión austriaca y sin poseer los elementos necesarios, puesto que los carceleros no le procuraron papel ni pluma. La totalidad del libro está escrita en retazos sueltos de papel de distintos tamaños y calidades. Cantù empleó palillos de dientes para escribir y, como tinta, utilizó una mezcla de agua con hollín que él mismo fabricaba a escondidas.


El fabricante de autores
Entre los casos curiosos de falsificaciones literarias está el del autor italiano Giovanni Annio de Viterbo (1432-1502) quien, por motivos que no son conocidos, escribió una colección de historias de Roma y de comentarios, atribuyéndolos a historiadores desconocidos, cuyos nombres eran reales y figuraban mencionados en otros libros, pero de los que no quedaba en realidad ningún escrito. Tenía tan buena reputación que todo el mundo creyó sus falsificaciones y se citó generalizadamente a los autores que Annio se había inventado.


Libros heréticos
Comúnmente se cree que el aragonés Miguel Servet (1511-1553) fue quemado en la hoguera por defender su teoría de la circulación pulmonar de la sangre, pero esto es totalmente falso. De hecho, esa teoría ya la había expuesto Ibn al-Nafis en el siglo XIII. Lo que provocó el proceso y la condena a Servet fueron sus obras De Trinitatis erroribus [El error de la Trinidad] y Dialogorum de Trinitate [Diálogos de la Trinidad], que atacaban al dogma ortodoxo de la Trinidad y que desagradaron por igual a católicos, protestantes y calvinistas, que le acusaron de hereje.


Lecturas excesivas
La facilidad actual para leer –abundancia de libros, asequibilidad de los mismos, bibliotecas– hace que se lea demasiado, dijo el pensador José Ortega y Gasset (1883-1955). La comodidad de poder leer muchos libros ha acostumbrado al hombre medio a no pensar por su cuenta y a no reconsiderar lo que lee. Según el creador del raciovitalismo, gran cantidad de los problemas actuales radican en que las cabezas medias estás saturadas de ideas automáticamente recibidas desde los libros, entendidas a medias y desvirtuadas. Para luchar de alguna forma contra esta tendencia recalcó la necesidad de que el oficio de bibliotecario no consistiera meramente en la tarea de conservación y clasificación de los libros, sino que ayudara también al lector a encontrar las lecturas que por su formación, profesión o inclinaciones pudiera necesitar y debiera conocer.


La inspiración infalible
El poeta islandés Egill Skallagrimsson (910-980) fue hecho prisionero por su enemigo, el gobernador de York, quien, conociendo su calidad, le exigió que escribiera un magnífico poema en su honor. Le impuso la condición de que, de no completar la obra en el plazo de una noche, a la mañana siguiente sería decapitado. El poeta, ante la muerte inminente, se sintió intensamente motivado e inspirado, por lo que compuso esa noche una gran obra titulada Haefudlansn [El rescate de la cabeza], que efectivamente le salvó la vida.


El santoral de la cultura
Partiendo de la premisa de que las gestas intelectuales tenían un valor muy superior a las de la fe y la religiosidad, varios filósofos positivistas ingleses redactaron en 1892 el llamado The New Calendar of Great Men [Nuevo calendario de los grandes hombres], basándose en las ideas de Auguste Comte (1798-1857). Este libro no era sino un diario santoral, en el que se reemplazaban los nombres de los santos por el de aquellos científicos o artistas que hubieran contribuido al avance de la civilización. De esta manera, Gutemberg, Newton, Leonardo, Mozart o Shakespeare pasaron a ser los patrones protectores de algunos días concretos del año.


El lector adecuado
Es interesante mencionar que los cuentos del danés Hans Christian Andersen (1805-1875) fueron en su día recibidos con críticas muy desfavorables. Sus obras –hoy consideradas clásicas en el mundo de la cuentística mundial– fueron censuradas y criticadas, por considerárselas muy perjudiciales para la mente y, sobre todo, de una temática muy inadecuada para los niños.

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