10 feb 2017

Algoritmos vs. inflar las estadísticas... ¿quien no lo ha hecho?

Por: Raquel C. Pico



La tecnología está en todas partes y las herramientas que ofrecen han llegado a todos los lugares y a todos los escenarios. La cultura no permanece ajena al poder de la tecnología y es cada vez más dependiente de la misma. De hecho, el impacto que tienen las herramientas de análisis de datos en el mundo cultural es cada vez mayor y está cada vez presente en muchos más espacios.

Los algoritmos parecen empezar a dominar nuestro día a día y cómo accedemos a la información. Son los que organizan el feed de Facebook, los que dicen que resultados son más importantes y relevantes en el buscador de turno e incluso quienes señalan los libros que deben conservarse y los que no en las bibliotecas

Esto es lo que ocurre en Estados Unidos ahora mismo: las bibliotecas se basan en sus sistemas informáticos para detectar qué libros se están llevando los usuarios realmente prestados y para saber los que no se leen. Estos últimos son los que corren el riesgo de desaparecer del catálogo. Pero, igual que se crea el sistema, se puede crear la trampa

Un bibliotecario en Florida lo acaba de hacer para salvar esos libros que no se toman prestados. Él asegura que lo ha hecho para ahorrarle dinero a la biblioteca al largo plazo (los libros que se sacrifican a veces vuelven a ser comprados nuevamente años después), aunque las autoridades no lo tienen tan claro y lo están acusando de fraude, como apuntan en Quartz. Por el momento, está suspendido de empleo y sueldo.

¿Cómo engañó al algoritmo el bibliotecario? Tan simple como creando un personaje. Charles Finley, un lector voraz, le hizo su carné de biblioteca (el bibliotecario hasta la creó su propia biografía de personaje), con el que sacaba esos libros que nadie se llevaba prestados. De este modo, el algoritmo ya no pensaba que no le interesaban a nadie.

El engaño podría haber funcionado sin problemas si Finley no hubiese sido un lector demasiado voraz. Con sus pautas de lectura (a veces tomaba prestado un libro cada hora) y sus más de 2.500 libros prestados en 2015, hizo que la media de lectura de la biblioteca creciese un 3.9%, lo que llevó a los responsables de la misma a preguntarse qué pasaba y a investigar. E investigando descubrieron la mentira. El bibliotecario ha defendido que no es el único que hace estas cosas y que crear carnés falsos es una práctica poco exótica (si tenemos en cuenta que las bibliotecas de EEUU dependen de donaciones y de fondos ligados a su éxito es bastante fácil imaginar que no miente).


Fuente bibliográfica
PICO, RAQUEL C., enero 2017. El bibliotecario rebelde que luchaba contra la tiranía de los algoritmos. Librópatas [en línea]. [Consulta: 10 febrero 2017]. Disponible en: http://www.libropatas.com/libros-literatura/bibliotecario-rebelde-luchaba-la-tirania-los-algoritmos/. 

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