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25 abr 2018
'Tu trabajo y tú: ¿Quién domina a quién?'
Por: Lorena
Martín Montilla
“Aquel que no dispone de dos tercios de su
día es un esclavo”, Friedrich Nietzsche.
Esa
sensación de que no le dedicamos suficiente tiempo al trabajo; esa perturbación
de las tareas inacabadas y de querer ir solucionando problemas laborales
durante todo el día; o simplemente adorar en demasía nuestra dedicación
profesional hasta el punto de dedicarle más tiempo que a nosotros mismos nos convierte en personas dependientes,
incompletas y, a veces, muy cobardes… cuando buscamos refugio en nuestro
trabajo para no afrontar otras facetas de nuestra vida.
La mejor manera de gestionar el estrés laboral es evitarlo. Una de las clave
del éxito personal y profesional es saber compartimentar el tiempo, dedicarle
nuestra atención a cada parcela de nuestro día a día de forma directamente
proporcional a la importancia que le hemos otorgado en nuestro Plan Personal de
visión y misión de vida. Al margen de los valores y objetivos personales que
cada uno de nosotros definimos y que nos llevan a regalar nuestro tiempo a unos
temas y a otros no, a unas personas y otras no, hay una pauta que debe ser
común para todos y es tan sencilla de entender como fácil de incumplir: controla tu trabajo, que él no te controle
a ti. Gestiona tus emociones y aplica tu inteligencia en el ámbito laboral
para no caer en el estrés y convertirte en un esclavo de la agenda.
Delimita
tus parcelas de ocupación
Un error
común es pensar que nuestra agenda está en blanco, abierta a recibir todas
aquellas citaciones que nos lleguen. Nuestra semana nunca debe estar vacía;
debemos dibujarla con pequeñas parcelas en las que el trabajo es una más junto
a “mi familia”, “tiempo de ocio” y “ratos para mí”. Cada una de ellas tiene un
medidor que discurre entre el 0 y el 10. Cada uno de nosotros decidiremos cuál es
el límite en cada una de las parcelas de nuestra vida y, dentro de esos
márgenes, aplicar la coherencia para ir equilibrando las balanzas e intentar
no sacrificar ninguna de ellas dejándola en niveles mínimos.
No se
trata de hacer una tabla con horarios estrictos sino un mapa de vivencias, de
tiempo dedicado, de aprendizaje y emociones. Es necesario ponernos límites en
el trabajo, aprender a decir NO, valorar las invitaciones y propuestas para
discriminar aquellas que sean prescindibles, respetar nuestra intimidad,
nuestro tiempo de comida (las comidas de trabajo se han convertido en deporte
nacional) y fijarnos una hora máxima para parar, sin excusas. Si no somos
capaces de definir estos límites entramos en un bucle del que es difícil salir
si no eres consciente de que te estás dejado llevar y tu tiempo ha dejado de
pertenecerte. Es tan sencillo como hacer menos cosas o distribuirlas de forma
más eficiente.
Localiza
los focos de estrés
Revisa
tu tiempo, tus actividades, las personas con las que trabajas y convives, y
detecta aquellos focos que te generan estrés. Desactiva esos puntos aligerando
la carga; deja de hacer algunas de esas cosas que te provocan inquietud. Hoy,
quizás, puedas aguantarlo; mañana y dentro de un mes… pero al cabo de un tiempo
pasa factura, y si no eres capaz de ser consciente de ello también habrá
provocado fracturas en tu vida.
Vida
solo hay una; se trata de vivirla plenamente, siendo dueños de nuestros días.
Piensa que vivir estresado sólo te resta; piensa en el bienestar de tomar
distancia, desintoxicarte, y afrontar el trabajo desde la tranquilidad.
Vive en
colores
Una
persona feliz es una persona que tendrá éxito, seguro. Pero una persona que
tiene éxito no necesariamente tiene que ser feliz. Esa es la diferencia. Y para
ser feliz hay que tener un objetivo de vida rico en vivencias y, sobre todo,
equilibrado. Siempre habrá cosas que hacer; tendremos temas abiertos que no
quedaron cerrados cuando era la hora de irse a casa; eso no lo podemos cambiar
y tampoco vamos a ser mejores por el hecho de dedicarle más horas a pensar en
lo que no hemos terminado, en lo que nos queda por hacer.
Hay que
fijar prioridades; organizar el tiempo, ser eficientes y hacer listas (sí, lo
de hacer listas ayuda en muchas facetas de la vida). Mejor si creamos un código
de color según la importancia; vivamos la vida en colores, visualicémoslos y de
esta forma los integramos para saber de qué color ha sido cada uno de nuestros
días. Tenemos que procurar que nuestra línea de vida tenga el mayor número de
tonalidades posible…
También
crearemos un timing con las fechas de “expiración” de los proyectos para poder
tener consciencia de aquello que es prioritario. Organizarse mentalmente y
planificarse es clave para dedicarle el tiempo adecuado y necesario al trabajo.
No es más productivo quien más horas le dedica sino quien mejor se organiza y
sabe definir objetivos.
Deja
libre tu mente
Comparte
y reparte
El arte
de delegar se entrena, se aprende. No es fácil dejar de asumir una
responsabilidad pero, a veces, es necesario. Quien más abarca no es quien más
trabaja; a menudo es quien más veces se perderá en el camino porque ha perdido
el centro. La mejor manera de saber si puedes confiar en los demás es
confiando. Y esa confianza será directamente proporcional a la seguridad que tú
transmitas o que te transmitan las personas que trabajan contigo.
Delegar
es, al mismo tiempo, transmitir conocimientos e ideas para que tus compañeros
lo hagan lo mejor posible. De nada sirve asignar tareas y de forma constante
estar supervisando el trabajo y controlando cada paso que dan los demás.
Los avances, los mejores resultados, siempre llegan de la mano de un equipo.
Genera
soluciones, no alimentes conflictos
Para
evitar el estrés laboral debemos aplicar una máxima que es extrapolable a
cualquier parcela de nuestra vida: si llegan problemas no vamos a hacerlos más
grandes. Los conflictos en el trabajo son una de las principales fuentes de
estrés y debemos aprender a gestionarlos:
1.- No
es un problema, es un reto.
2.- Ese
reto, por complicado que sea, vamos a afrontarlo de la mejor manera posible
aplicando coherencia y sensatez a las fuentes de conflicto. La ira, el nervio y
la tensión no son buenos aliados.
4.- No
vamos a alimentar las dificultades; quejarnos y pensar más allá de lo que
tenemos en ese momento sólo incrementará el malestar. Vamos a relativizar y a
sacar lo mejor de nosotros para resolver la situación. Será, así, un nuevo
proceso de crecimiento profesional y personal.
5.- Los
retos del trabajo se quedan en el trabajo.
No olvides que el estrés termina
manifestándose en todas las parcelas de tu vida y genera un desequilibrio
interior que te impide ver más allá de ese círculo y disfrutar plenamente. Sin querer, llevas esa inquietud y ese malestar de forma
permanente en tu mochila cargando con ella durante todo el día, durante toda la
noche… Y cuando no lo solucionas en el trabajo, se manifiesta en tu faceta
personal. Lo que no hablas con tu compañero se lo terminarás diciendo a tu
pareja. Lo que no afrontas, crece en tu interior y te genera malestar y
frustración permanente. El tiempo que dedicas en exceso al trabajo no vuelve;
no se recupera. No pienses que tienes
todo el tiempo del mundo (no sabes qué te va a deparar la vida mañana). No
caigas en el error de autoconvencerte diciéndote que es sólo una racha (suelen
encadenarse unas con otras). Nada de eso merece la pena… Contrólalo; actúa; no
dejes que te controle a ti. Míralo de frente, conócelo y dile que TÚ ERES QUIEN DECIDE. Aquel que no
dispone de dos tercios de su día es un esclavo…
Fuente bibliográfica
MONTILLA, LORENA MARTÍN, 2018. «Tu trabajo y tú: ¿Quién domina a quién?» Huelva24 [en línea]. [Consulta: 25 abril 2018]. Disponible en: http://huelva24.com/not/110526/-tu-trabajo-y-tu-quien-domina-a-quien-/.
Etiquetas:
administración del tiempo
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gestión del tiempo
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superación personal
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trabajo
25 ene 2018
Organiza tu vida, tiempo y actividades
Por: Ely Machado
Estamos
iniciando el año 2018 y una de las claves para el éxito personal y profesional
tiene que ver con la capacidad de saber organizarte
y administrar el tiempo para realizar las actividades
programadas o deseadas.
Para que
seas tú el protagonista de tu destino y
no víctima de él,
te comparto las siguientes sugerencias para una buena planeación efectiva.
Define
actividades, objetivos y deseos por realizar ese año con sus correspondientes
prioridades (en orden de mayor a menor importancia).
Recuerda
que comer, dormir, hacer ejercicio y tiempo para pensar son parte de las
necesidades básicas de Maslow.
Posteriormente,
ocupa, realiza o genera una agenda programada donde plasmes tus actividades
laborales, personales, ejercicio, ocio, descanso, comidas y tiempo libre. No
olvides dejar un espacio para los improvistos.
Plantéate objetivos concretos
para saber qué camino, acciones u decisiones tomar. Recuerda que sin objetivos
claros pierdes el rumbo y te desgastas. Recuerda que los objetivos deben ser
medibles, alcanzables, realistas, específicos y ajustables (SMART)
El éxito
está en planear, generar y otorgar un plazo para cumplir tus proyectos. “Haz que las cosas sucedan”. Cuando tú les das tiempo
para que se materialicen, tendrán mayor posibilidad de que se hagan.
También
aprende a decir “no” a las
actividades, personas o situaciones que te distraen. Detecta cuáles son los
distractores, personas o cosas que te desfocalizan (vampiros del tiempo) y hazte cargos de ellos,
otorgándole un tiempo exclusivo no negociable para realizarlo. Checa qué puedes
realizar en otro momento (series, redes sociales o cosas que no te generen
valor) y cuestiona si realmente vale la pena realizarlo o sustituirlo por
alguna actividad más valiosa o importante.
Comparte responsabilidades, delega, convive y aprende; eso te quitará un peso de encima. Asimismo te ayudará a
relacionarte y podrás reconocer que no se puede hacer todo uno/a misma/o. Busca
apoyo y confía en las personas que te ofrecen su ayuda.
Por
último termina de leer este artículo, toma una pluma, una hoja y comienza a
realizar acciones que te lleven a dar el primer paso de las metas u objetivos
que decidiste tener en este 2018.
Fuente bibliográfica
MACHADO, ELY, 2018. Organiza tu vida, tiempo y actividades. AMQueretaro.com [en línea]. [Consulta: 26 enero 2018]. Disponible en: http://amqueretaro.com/opinion/2018/01/04/organiza-vida-tiempo-actividades.
28 sept 2017
La enfermedad de estar ocupado
Hace unos días me encontré con una buena amiga. Me detuve para preguntarle qué tal le iba y saber cómo estaba su familia. Puso los ojos en blanco, miró hacia arriba y en voz baja suspiró: “Estoy muy ocupada… muy ocupada… demasiadas cosas ahora mismo”. Poco después me encontré con otro amigo y le pregunté qué tal estaba. De nuevo con el mismo tono, la misma respuesta: “Estoy muy ocupado, tengo mucho que hacer”. Se le notaba cansado, incluso exhausto.
Y no
sólo nos pasa a los adultos. Cuando nos mudamos hace diez años, estábamos
emocionados por cambiarnos a una ciudad con buenos colegios. Encontramos un
buen vecindario con mucha diversidad de gente y muchas familias. Todo estaba
bien. Después de instalarnos, visitamos a uno de nuestros amables vecinos y
les preguntamos si nuestras hijas podrían conocerse y jugar juntas. La madre,
una persona realmente encantadora, cogió su teléfono y empezó a mirar la
agenda. Pasó un rato deslizando la pantalla y al final dijo: “Tiene un hueco de
45 minutos en las próximas dos semanas. El resto del tiempo tiene gimnasia,
piano y clases de canto. Está muy ocupada”. Los hábitos destructivos
empiezan pronto, muy pronto.
¿Cómo
hemos terminado viviendo así? ¿Por qué nos hacemos esto a nosotros mismos? ¿Por
qué se lo hacemos a nuestros hijos? ¿Cuándo se nos olvidó que somos seres humanos y no “haceres humanos”?
¿Qué pasó con el mundo en el que los
niños se ensuciaban con barro, lo ponían todo perdido y a veces se aburrían?
¿Tenemos que quererlos tanto como para sobrecargarlos de tareas y hacerles
sentir tan estresados como nosotros?
¿Qué pasó con el mundo en el que
podíamos sentarnos con la gente que más queremos y tener largas conversaciones
sobre nosotros mismos, sin prisa por terminar? ¿Cómo hemos creado un mundo
en el que tenemos más y más cosas que hacer con menos tiempo libre (en
general), menos tiempo para reflexionar, menos tiempo para simplemente…
ser? “Una vida sin examen, no merece ser vivida”.
¿Cómo se supone que podemos vivir, reflexionar, ser o convertirnos en
humanos completos si estamos constantemente ocupados?
Esta
enfermedad de estar “ocupado” es intrínsecamente destructiva para
nuestra salud y bienestar. Debilita la capacidad de concentrarnos completamente
en quienes más queremos y nos separa de convertirnos en el tipo de sociedad que
tan desesperadamente clamamos.
Desde
los años 50 hemos tenido tantas innovaciones tecnológicas que nos prometimos
hacer nuestras vidas más fáciles, más rápidas, más sencillas. Aun así, hoy no
tenemos más tiempo disponible que hace algunas décadas. Para algunos de
nosotros, “los privilegiados”, las líneas entre el trabajo y la vida personal
desaparecen. Siempre estamos con algún aparato. Todo el tiempo. Tener un
smartphone o un ordenador portátil significa que deja de existir la división
entre la oficina y nuestra casa. Cuando los niños se van a la cama, nosotros
nos conectamos.
Una de
mis rutinas diarias es revisar una avalancha de correos. Me suelo referir a
esto como “mi yihad contra el correo”. Estoy constantemente enterrado bajo cientos
y cientos de correos, y no tengo ni la más remota idea de cómo detenerlo. He
intentado diferentes técnicas: respondiendo sólo por las mañanas, no
respondiendo los fines de semana, diciéndole a la gente que nos comuniquemos
cara a cara. Pero siguen llegando; correos personales, correos del trabajo. Y
la gente espera una respuesta a esos correos. Ahora, resulta que quien está
demasiado ocupado soy yo.
La
realidad es muy diferente para otros. Para algunos, tener dos trabajos en
sectores mal pagados es la única forma de mantener una familia a flote.
Los
viejos modelos (incluyendo el del núcleo familiar sólo con un padre trabajando,
si es que tal cosa alguna vez existió) ha pasado de largo para muchos de
nosotros. Sabemos que existe una mayoría de familias en las que la unidad
familiar está separada o con ambos padres trabajando. Y no funciona. No
tiene que ser así. En muchas culturas musulmanas, cuando quieres
preguntarle a alguien qué tal le va, dices: en árabe,¿Kayf haal-ik? o, en
persa, ¿Haal-e shomaa chetoreh? ¿Cómo
está tu haal?
¿Qué es ese haal por el que preguntas? Es una palabra para preguntar por el estado transitorio
del corazón de
uno. En realidad preguntamos ¿Cómo está tu corazón en este momento exacto, en
este mismo suspiro? Cuando nosotros preguntamos ¿Qué tal estás?, esto es
exactamente lo que queremos saber de la otra persona.
No
pregunto cuantas cosas tienes por hacer, no pregunto cuantos correos tienes
pendientes de leer. Quiero saber cómo estás en este preciso momento. Cuéntame.
Dime que tu corazón está contento, dime que tu corazón está dolorido, que está
triste y que necesita contacto humano. Examina tu propio corazón, explora tu
alma y después cuéntame algo sobre ambos.
Dime que
recuerdas que sigues siendo un ser humano, no sólo un “hacer” humano. Dime que eres algo
más que una máquina completando tareas. Ten esa charla, ese contacto. Ten una
conversación sanadora, aquí y ahora. Pon tu mano en mi hombro, mírame
a los ojos y conecta conmigo por un segundo. Cuéntame algo sobre tu corazón y
despierta al mío. Ayúdame a recordar que yo también soy un ser humano pleno que
necesita contacto con otros humanos.
Enseño
en una universidad en la que hay muchos estudiantes orgullosos de si mismos con
el estilo de vida “estudiar mucho, desfasar mucho”. Esto probablemente podría
ser un reflejo de buena parte de nuestro estilo de vida. No tengo
soluciones mágicas. Lo único que sé es
que estamos perdiendo la capacidad de vivir una vida plena. Necesitamos
una relación diferente con el trabajo y la tecnología. Sabemos lo que queremos:
una vida con significado, sentido de humanidad y una existencia justa. No es
sólo tener cosas. Queremos ser completamente humanos.
¿Cómo se supone que vamos a examinar los
rincones oscuros de nuestra alma si no tenemos tiempo? ¿Cómo podremos vivir una vida sujeta a examen?
Siempre
soy prisionero de la esperanza, pero me pregunto si estamos dispuestos a
reflexionar sobre cómo hacerlo y sobre cómo vivir de otra manera. De alguna
forma, necesitamos un modelo diferente de reorganización individual, social,
familiar y humanitario.
Quiero
que mis hijos se ensucien, que lo ensucien todo y que incluso se aburran.
Quiero que tengamos un tipo de existencia en el que podamos detenernos por un
momento, mirar a otras personas a los ojos, tocarnos y preguntarnos mutuamente
¿cómo está tu corazón?. Me estoy tomando tiempo para reflexionar sobre mi
propia existencia; estoy lo suficientemente en contacto con mi propio corazón y
alma para saber cómo me siento y para saber cómo expresarlo. ¿Cómo está tu
corazón hoy? Déjame insistir en un tipo de conexión humano a humano en la
que cuando uno de nosotros responda “Estoy
muy ocupado”, podamos responder “Lo sé”. Todos lo estamos. Pero quiero saber
cómo está tu corazón”.
“Se necesita más coraje para escudriñar los
rincones oscuros de tu propia alma que para luchar en un campo de batalla”.
Fuente bibliográfica
La enfermedad de estar ocupado. Consejos del Conejo [en línea], 2016. [Consulta: 29 septiembre 2017]. Disponible en: https://consejosdelconejo.com/2016/01/26/la-enfermedad-de-estar-ocupado/.
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9 jun 2016
10 Técnicas para hacer lo mismo en menos tiempo (prescindiendo de las prisas)
Imagina que, por la razón que sea, te ves
en la tesitura de sacar adelante tu trabajo habitual en menos tiempo del que
habitualmente dispones.
¿Cómo te las arreglarías?
Esa situación no es tan extraña. A veces
surgen imprevistos o se deja venir una temporada más intensa y te toca apretar
el acelerador.
¿He dicho “acelerador”? Tal vez no sean
necesarias las prisas para cumplir con tus quehaceres en menos
tiempo, sino trabajar de un modo diferente.
1. Elimina lo innecesario. Haz un
repaso de tus tareas y pregúntate cuál es su finalidad. Quizás puedas eliminar
alguna de la lista.
Los compromisos y tareas superfluas son
evidentes. Pero échales también un ojo a ésas que llevas realizando durante
años y que puedes estar manteniendo sólo por costumbre.
2. Di que no. ¿Nuevas
responsabilidades? ¿Justo ahora que vas ajustado de tiempo? Declina con
educación esas peticiones por el momento.
3. Automatiza. ¿Alguna de las tareas
que realizas puedes programarla para que se haga de modo automático? (Cobros,
pagos…) Es otra opción.
4. Delega. ¿Puedes delegar alguna
tarea en otra persona? Ésa que también te quitas.
[Ahora es cuando entras tú en acción. Hasta
aquí, te has quitado trabajo de encima sin que el resultado se resienta
demasiado.]
5. Simplifica. Las tareas que te
quedan en la lista no requieren todas el mismo esmero. Da lo mejor de ti en las
tareas más importantes.
Elimina pasos y detalles en las
secundarias. Aplícate a la dosis mínima efectiva en otras. Y acude a
la chapuza salvavidas en las tareas que lo admitan.
6. Organiza el entorno. El orden
ahorra tiempo (de distracciones y de búsqueda de objetos). Mantén los
materiales que necesites para cada actividad en el lugar al que pertenecen.
A la hora de realizar una tarea (de
escritorio, por ejemplo) ten a mano sólo los útiles que precises. Lo demás,
quítalo de en medio.
7. Elimina distracciones. Sal de
internet. Silencia el teléfono. Cierra la puerta. Etc. Adopta las medidas
oportunas para alejar las distracciones que puedas. Ya que termines las tareas
importantes, te ocupas de ellas.
8. Usa bloques de tiempo. En las
tareas largas, reserva un bloque de tiempo generoso para avanzar en las mismas
(a ser posible). Y, en todas tus tareas, establece un principio y un final.
Los bloques grandes divídelos en porciones
(de 30 ó 40 minutos, intercalando descansos) para aprovechar tu concentración.
Esto es más eficiente que hacer las tareas
sin fijar descansos y sin poner una hora límite para acabar.
9. Haz las tareas de una en una. Cuando haces
una sola tarea, te concentras mejor que si la alternas con otra. Terminas antes
y, además, disminuyes el riesgo de despistes y cabos sueltos que te obliguen a
retomarla más tarde.
10. Sé decidido. ¿Llega la hora de
empezar la tarea X? No le des vueltas. ¡A por ella! Con las deliberaciones
de última hora se pierde mucho tiempo.
¿Estás en mitad de una tarea y no sabes por
dónde seguir? Toma una decisión (buscar información, retomar la tarea más
tarde…) Y actúa en consecuencia a lo que decidas, sin más vacilaciones.
No digo que todas esas técnicas funcionen
de cine en tu caso. Pero alguna de ellas sí puede servirte en cuanto la
practiques. Incluso puede que la conviertas en un hábito productivo.
Así es como se aprende a optimizar tiempo y
energías en las responsabilidades de cada uno: probando a hacer las cosas
de un modo distinto.
Fuente bibliográfica
10 Técnicas para hacer lo mismo en menos tiempo. Tus Buenos Momentos [en línea], 2016. [Consulta: 9 junio 2016]. Disponible en: http://tusbuenosmomentos.com/2016/06/hacer-mismo-menos-tiempo-sin-prisas/.
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