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12 nov 2016

Libros de autoayuda. ¿Ayudan de verdad o son un fiasco?




El pasado día 20 de octubre se puso a la venta el último libro de Albert Espinosa, Los secretos que jamás te contaron, que ya está entre los más vendidos. Pero son incontables los títulos de autoayuda, motivación o crecimiento personal que hay en el mercado. Copan estantes de librerías de barrio o de grandes cadenas. Se hacen presentaciones multitudinarias, entrevistas en televisión a los nombres más mediáticos… En fin, están y llevan mucho tiempo de moda. Y seguro que continuarán teniendo éxito.

Pero ¿ese éxito es merecido? Sí, tratan de ayudar, aconsejan, recomiendan o solamente cuentan una experiencia de superación que los autores creen de verdad que ayudará a los demás. Y por supuesto es totalmente lícito que se puedan sacar un beneficio por ello. Simplemente el tiempo -para cualquier escritor- ya tiene un precio invaluable. Pero ¿es así realmente? ¿Habéis leído alguno? ¿Pensáis que funcionan? Yo confieso que no he leído ninguno. Quizás es que (aún) no los he necesitado. Veamos…

La red está plagada de frases inspiradoras (anónimas o no), mensajes positivos con fondos de paisajes idílicos y cielos azules. Todos los leemos, a veces con más interés, otras con escepticismo, con ganas de creerlo o con simple curiosidad. Los alérgicos a la cursilería pública y en público padecemos de urticaria con la mayoría, pero aceptamos su realidad y ¿por qué no?, que a los demás les pueda funcionar para inspirar y expirar un día más. Así que ¿por qué no que puedan funcionar en forma de libros?

Vi hace poco a Albert Espinosa en El hormiguero. Ya conocía sus Pulseras rojas o su Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven. Y, como todo el mundo, conozco su formidable historia de superación personal que, sin duda, es admirable al cien por cien.

Yo misma he participado de forma altruista en un libro solidario en el que la fotografía y la literatura se mezclan para contar 30 historias de 30 niños con diversas enfermedades raras. Pero un libro solidario no es un libro de autoayuda. Solo se pretende dar a conocer esos casos de vidas luchadoras, y los beneficios económicos suelen destinarse a la causa. En este libro se trata de recaudar fondos para mejorar la calidad de vida de estos niños.

Los libros de autoayuda o motivación tienen el fin más directo. Todos pasamos por rachas malas o grises, todos buscamos una respuesta, un razonamiento o una idea cuando las cosas se tuercen en algún momento. Y atendemos al mensaje que estos libros nos proporcionan: Mira lo que me pasó a mí o mira lo que sé, lo que he aprendido, lo que me ha servido, lo que puedes aplicarte. A mí me ha funcionado. Prueba tú. ¿Por qué no te va a funcionar también? 
Así que yo también he echado un vistazo a varios títulos más como los de Rafael Santandreu, los de los Punset (padre e hija) o los Bucay de turno con su ficción incorporada. O ese El poder del ahora: una guía para la iluminación espiritual, del que ya va la sexta edición. ¡Qué lejano queda ya el de ¿Quién se ha llevado mi queso?, de Spencer Johnson! Pero claro, esos títulos inducen al vistazo.

Y he acabado haciendo un sondeo entre amigos y conocidos. Algunos, con pasado de duros golpes vitales propios o muy cercanos a ellos, han podido encontrar formas de capear la tormenta emocional con lecturas como estas. Algunas respuestas han sido que para guiarse entre tanta palabra de motivación y ánimo han preferido valorar al autor por su preparación o conocimiento profesional. Así, son los psicólogos o psiquiatras de reconocido prestigio los que suelen llevarse la palma de la credibilidad. Un ejemplo serían Luis Rojas Marcos o el mencionado Santandreu. De hecho, sus libros están entre los más valorados y vendidos.

No obstante, quizás la luz que puedan arrojar no sea tan potente o tan real. Y a la hora de una verdadera rehabilitación emocional haya que acudir al profesional también más real que las mejores, más inspiradoras y más motivadoras palabras impresas. ¿Sí o no? ¿Se puede conseguir ver esa luz a través de estos libros cuando andamos en una crisis de negrura? Ahí lo dejo.

Fuente bibliográfica
DÍAZ-CANO ARÉVALO, MARIOLA, 2016. Libros de autoayuda. ¿Ayudan de verdad o son un fiasco? Actualidad Literatura [en línea]. [Consulta: 13 noviembre 2016]. Disponible en: http://www.actualidadliteratura.com/libros-autoayuda-ayudan-o-no/. 

1 ago 2016

Biblioterapia: el poder de un libro sobre tu cerebro

Por: Jesús Méndez 


Recomendar un libro puede ser un arte y una responsabilidad. Una iniciativa basada en lo que se conoce como biblioterapia pretende ofrecer ayuda a través de libros adecuados para cada persona y situación.


¿Qué sabe la ciencia sobre los efectos que tiene la lectura en el cerebro? ¿Hay diferencias entre la alta y baja literatura, entre la ficción y la no ficción?

El término biblioterapia se estrenó en 1916 en un artículo publicado en la revista The Atlantic Monthly. / SINC

“La vida es demasiado corta como para leer un mal libro”.

“Pero teniendo en cuenta que se publica un nuevo libro cada treinta segundos, puede hacerse difícil saber por dónde empezar”.

La primera frase la dijo, al parecer, James Joyce. La segunda es la forma de completarla que tienen en The School of Life, una iniciativa creada en Inglaterra por el filósofo Alain de Botton y que, bajo la apariencia de una librería, ofrece toda una batería de servicios (cursos, talleres, charlas) para educar en lo que “no se tiene en cuenta en la escuela o en la universidad”, esto es: “Cómo deberíamos vivir bien”.

Uno de esos servicios se ha hecho particularmente famoso, y su nombre es ya de por sí explicativo. Lo llaman biblioterapia. La idea es simple: usar los libros para ayudar a la gente.

De libros y cataplasmas

El término biblioterapia parece estrenarse en 1916 en un artículo publicado en la revista The Atlantic Monthly. En él se habla de un tal doctor Bangster, que receta libros a quien los pudiera necesitar. Esto era lo que decía sobre ellos: “Un libro puede ser un estimulante, un tranquilizante, un irritante o un soporífero. La cuestión es que debe hacerte algo, y tú tienes que saber qué es. Un libro puede ser de la naturaleza de un jarabe calmante o puede ser una cataplasma de mostaza irritante”.

La biblioterapia se extendió tras la I Guerra Mundial, cuando se recomendaban libros a los soldados con estrés postraumático.

El uso de la biblioterapia empezó a extenderse después de la I Guerra Mundial, sobre todo en los Estados Unidos. Allí, varias iniciativas empezaron a recomendar libros a los soldados que retornaban, muchos de ellos con estrés postraumático, en un intento por mejorar su convalecencia.

Hoy día, guías clínicas como las desarrolladas en el Reino Unido por el National Institute and Care Excellence (NICE) recomiendan la biblioterapia en casos de depresión o trastornos de ansiedad. Lo definen como un tipo de terapia cognitiva de baja intensidad que puede ayudar en casos leves, pero no es exactamente lo mismo a lo que se refería Bangster.

Estas recomendaciones se basan en libros de autoayuda convenientemente seleccionados a través de iniciativas para prescribir solo aquellos considerados de “alta calidad”. Lo que Bangster proponía, y lo que en The School of Life hacen, es extender y enriquecer la prescripción: sus recomendaciones se basan en libros de ficción.

Novelas que levantan el ánimo

La sección de biblioterapia de The School of Life depende de Susan Elderkin y Ella Berthoud, dos licenciadas en Literatura inglesa por la Universidad de Cambridge. Según comenta Elderkin a Sinc, así surgió la idea: “Ella y yo empezamos a pasarnos libros con un propósito terapéutico cuando éramos estudiantes en la universidad y vivíamos en habitaciones contiguas. A veces llegábamos a casa y nos encontrábamos una novela en la puerta: una novela pensada para subirnos el ánimo cuando lo teníamos bajo o, muchas veces, para espabilarnos y echarnos un rapapolvo”.

Surgió de ver la literatura como un recurso, algo que puede abrir puertas cuando nos sentimos atascados y ayudar a cambiar de perspectiva. Creo que mucha gente ha experimentado este poder, pero normalmente es algo que sucede por casualidad, tropezando con el libro adecuado en el momento adecuado casi por accidente. Nosotros quisimos organizar la literatura para que no dependiera del azar, para que cualquiera que necesitara un recordatorio de que no estaba solo pudiera encontrarlo cuando lo necesitara”.

The-Novel-Cure

El funcionamiento es sencillo. Consiste en rellenar un cuestionario con preguntas sobre hábitos y preferencias de lectura junto con otras más personales, como el tipo de vida, las principales preocupaciones e ilusiones o lo que uno espera estar haciendo dentro de diez años. Después se fija una entrevista que puede ser incluso por teléfono o Skype y al final uno recibe una lista con seis o siete libros recomendados. La biblioterapia funciona como una suerte de librero emocional, que alguno podría ver como un escalafón superior, o simplemente diferente al del librero tradicional.

La web The School of Life funciona como un librero emocional: rellenas un cuestionario, haces una entrevista y te prescribe libros de ficción.

También se recomiendan libros de no ficción, pero según Elderkin “preferimos prescribir novelas”. Algunas que suelen recomendar, según la persona y la situación, son El Evangelio según Jesucristo, de José Saramago; Henderson, el Rey de la Lluvia, de Saul Bellow; Siddharta, de Herman Hesse o Un hombre afortunado, de John Berger.

Para Elderkin, “después de todo, hay pocas cosas que puedas experimentar por las que no haya pasado ya un personaje de ficción. En mi opinión, Matar a un Ruiseñor es un maravilloso estímulo para hacer lo que uno de los mejores libros de autoayuda nos habría dicho: sentir el miedo y hacerlo de todas maneras”.

Por el momento no existen buenos estudios que prueben el valor de este tipo de biblioterapia en la salud, pero cada vez hay más evidencias de lo que sí puede provocar la lectura en nuestro interior.

Qué le pasa al cerebro cuando lee

Si al leer nos transportamos y entramos en lo que el libro nos cuenta, si nos imaginamos y de alguna manera vivimos la historia de sus personajes aun encerrados en nuestra habitación, algo debe suceder en nuestros cerebros que lo permita. La mejor manera de saber qué es lo que tiene lugar es mediante pruebas de neuroimagen, técnicas que discriminan las áreas cerebrales que se activan cuando leemos lo que leemos. Desde hace unos años se han sucedido los experimentos desde lo aparentemente más simple a procesos más complejos.

Esto es algo de lo que han observado.

En el año 2006, investigadores españoles en la universidad Jaume I de Castellón dieron a leer diversas palabras a una serie de voluntarios mientras les practicaban una resonancia cerebral. Algunas de esas palabras evocaban olores intensos, eran palabras como ajo, canela o jazmín. Otras eran palabras neutras, sin ningún tipo de olor asociado. Lo que vieron fue que, al leer, todas ellas activaban las áreas cerebrales responsables del lenguaje, pero las primeras hacían trabajar además a las áreas olfativas, las responsables de oler en la realidad.

Si al leer nos transportamos a la historia que el libro nos cuenta, algo debe suceder en nuestro cerebro que lo permita.

Investigaciones similares parecían certificar algo que por otra parte parece concluirse de forma intuitiva: al leer, de alguna (cerebral) manera, reproducimos lo que las palabras evocan del mundo real. Por ejemplo, cuando leemos palabras como chupar, agarrar o pegar una patada, se activan respectivamente las áreas de la corteza premotora relacionadas con la cara, los brazos y las piernas.

En cierta forma es lo que hacen los saltadores de altura, que cierran los ojos e incluso ladean la cabeza antes de cada salto visualizando cada uno de sus movimientos. Esa visualización activa algunas de las áreas que luego les permitirán elevarse y las entrena, aumenta su eficacia. 

De ahí la siguiente suposición: si al leer reproducimos lo que sería la historia en la realidad, y si son tantas las variantes a las que podemos acceder, ¿podría de alguna manera la lectura entrenarnos para la vida real?
Historias y personajes que entrenan la empatía

La empatía puede definirse como la capacidad para captar las emociones y ponerse en el lugar de otro. Es un concepto amplio que engloba lo que se conoce como teoría de la mente, y es una de las bases que permiten la vida en sociedad. Algunos experimentos ya habían mostrado que, al menos de forma temporal, leer pasajes de un libro de Chejov alteraban los rasgos de personalidad de los lectores respecto a si se leía la misma historia pero de forma neutra, en estilo documental.

David Comer Kidd y Emanuele Castano, investigadores en la New School for Social Research en Nueva York, fueron un paso más allá. En un artículo en Science mostraron que leer la considerada como alta literatura (sus ejemplos eran Don DeLillo o Alice Munro, entre otros) mejoraba de forma ligera pero evidente las puntuaciones de los participantes cuando se sometían a tests de empatía, algo que no sucedía con la considerada baja literatura, como las novelas románticas de Danielle Steel, o con los libros de no ficción.

potter
Un estudio de investigadores de Inglaterra e Italia afirmaba que leer novelas de Harry Potter ayuda a superar prejuicios hacia grupos discriminados.

  
Aunque el estudio recibió algunas críticas, son ya varios los trabajos que apuntan en la misma dirección. “Nosotros creemos –explica Castano– que la complejidad de los personajes, que se rebelan a ser estereotipados, obligan al lector a hacer un esfuerzo para entenderlos como individuos únicos, y eso es probablemente la causa de los resultados que encontramos”.

Recientes estudios aseguran que la buena literatura mejora la capacidad de sentir empatía porque es un simulador de la realidad.

De alguna manera la literatura (la buena literatura) funcionaría como un simulador de la realidad: un campo de pruebas sin riesgo donde pueden darse y practicarse condiciones particulares y extremas a las que normalmente no accedemos con asiduidad.

Incluso un estudio de 2014 sostenía que leer las novelas de Harry Potter hacía que los estudiantes mejoraran su actitud respecto a grupos estigmatizados como inmigrantes o refugiados.

Algunas conclusiones periodísticas de estas investigaciones afirmaron, extrapolando estos efectos, que leer ficción puede hacernos mejores personas. Parece una extensión exagerada, pero Castano no la rechaza:

“Yo creo que la empatía es un componente clave del comportamiento social y de la moralidad en general. Para mí sí, la empatía te hace una mejor persona”.

Los beneficios de la no ficción

La mayoría de los estudios previos se basaban en novelas o cuentos, pero la literatura de no ficción también encierra la promesa de múltiples beneficios. El principal de ellos parece ser –aparte del propio bagaje cultural que aporten– el aumento de la reserva cognitiva, una especie de colchón neuronal que protege de desarrollar síntomas como los asociados a las demencias.

Por ejemplo, en enfermos de esclerosis múltiple cuanto mayor era el hábito de lectura a la edad de veinte años –tanto de ficción como de revistas, periódicos o ensayos–, mayor es el tamaño del hipocampo aun con el avance de la enfermedad, lo cual se relaciona también con una mejor memoria. Curiosamente, esta asociación no aparecía con otros hobbies como tocar un instrumento, ni siquiera con el nivel de educación.

La literatura de no ficción aumenta la reserva cognitiva, un colchón neuronal que protege de síntomas asociados a las demencias.

En otro trabajo, el llamado estudio de las monjas, se tuvo acceso a los diarios de juventud de 670 religiosas que habían donado su cuerpo a la ciencia. Tras los estudios patológicos se observó que aquellas con un lenguaje más rico a los veinte años –muy probablemente obtenido a través de mayores y mejores lecturas de todo tipo– mostraban muchos menos signos de demencia.

Estos datos están lejos aún de ser definitivos y concluyentes, pero psicólogos como Castano se muestran convencidos: “Leer no ficción tiene montones de beneficios, tanto en términos del desarrollo cognitivo como de su mantenimiento, ¡así como por lo que aprendes al leer!”

La terapia y el placer

Entonces, ¿tiene sentido la biblioterapia? ¿Puede desempeñar un papel en el cerebro? “Sí, creo que puede”, sostiene Castano. “Son beneficios diferentes a los que mis investigaciones estudian, pero al fin y al cabo leer ficción es una parte de lo que nos hace humanos”.

Y si no, e independientemente, siempre nos quedará la experiencia de la lectura. “¿Dónde salvo en la ficción podemos experimentar lo que es ser alguien de otro género, o vivir en otra época, o haber nacido en algún país lejano?”, se pregunta Elderkin. Luego añade lo siguiente: “Las novelas ofrecen una narrativa ampliada, con múltiples capas; requieren tiempo y atención sostenida para leer y entender y disfrutar. Entrar en una historia de esta forma es tremendamente relajante para nuestros cerebros fragmentados”.


Eso ya parece bastante.


Fuente bibliográfica
MÉNDEZ, JÉSUS,  2016. Biblioterapia: el poder de un libro sobre tu cerebro. [en línea]. [Consulta: 1 agosto 2016]. Disponible en: http://www.agenciasinc.es/Reportajes/Biblioterapia-el-poder-de-un-libro-sobre-tu-cerebro. 

24 mar 2015

El libro como recurso terapéutico

Por: Soraya Herráez y Rebeca Martín

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Existe una inclinación humana a identificarse con los personajes, incluso con personas reales, a través de las expresiones del arte y la literatura. Este hecho facilita que el libro se convierta en una experiencia de intimidad en la que el lector a través del libro abona el terreno de la autoexploración psicológica. Leer, por tanto, ayuda a descubrir e identificar emociones. 
Con respecto al lector infantil, a través del cuento el niño también puede ver reflejada su situación e identificarse con el protagonista de la historia. De esta manera puede reconocer los sentimientos que están implicados en el desarrollo del relato y puede descubrir en él sentidos que le aclaren su propia situación. Es decir, el libro se convierte en un recurso terapéutico para el niño, y también para el adulto, que puede encontrar en la lectura una manera de explicar situaciones conflictivas para las que a veces es difícil encontrar las palabras. 

A través de los libros de cuentos, álbumes ilustrados, cómics, poemarios, etcétera, es posible encontrar infinidad de oportunidades y mensajes para orientar a los más pequeños ante situaciones complicadas. Son cuentos y otras historias ilustradas que hablan de miedos, tristeza por una enfermedad, o pérdida. Relatos sencillos que a través de las imágenes y/o de los textos, consiguen conectar con el lector. 


Ramón preocupón de Anthony Browne (Ed. Fondo de Cultura Económica, 2006) necesita la ayuda de su abuela para poder dormir tranquilo… y dejar de preocuparse. 

Ana Bergua habla en La abuela necesita besitos (Ed. Proteus, 2010) de que a  veces los mayores no son los que tienen que cuidar de los niños. 

Joaquim Carbó nos presenta en La Gorra (Ed. La Galera, 2000) a Catalina, que lleva una gorra porque ha estado enferma y no tiene pelo.

Lucy Cousins, en Maisy va al hospital (Ed. Serres, 2007) nos cuenta que la ratoncita ha tenido un pequeño accidente y debe ir al hospital. 

El libro puede convertirse en un soporte en el que el niño se apoye y se sienta reconocido como protagonista de la historia. Además, se puede partir de una lectura en voz alta y desarrollar una conversación a partir de ella, o complementarla con actividades artísticas como el dibujo, diseño gráfico, dramatizaciones o propuestas similares. 

Es una forma de demostrar que la lectura puede transformarse en un medio para que el lector se conozca mejor y además se utilice con un fin terapeútico.


Fuente bibliográfica
HERRÁEZ, SORAYA Y MARTÍN, REBECA 2015. El libro como recurso terapéutico. Salamanca rtv al día: El periódico digital de toda Salamanca [en línea]. [Consulta: 24 marzo 2015]. Disponible en: http://salamancartvaldia.es/not/69887/el-libro-como-recurso-terapeutico/. 
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