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18 ene 2019
Tips para regalar un libro (y no equivocarse tanto)
Por: Celina
Abud
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Resultan
una opción tentadora, ya que no se ofrece
solo un objeto, sino también valor simbólico. Pero también es muy fácil
errar y no dar con el texto indicado. Libreros revelan sus secretos.
Elegir un
buen regalo no es sencillo, más en
tiempos de presupuesto
acotado. Frente a este escenario se puede optar por un camino fácil
o bien tomar riesgos. Por un lado están los presentes "genéricos",
para los cuales la observación y el conocimiento del destinatario no parecen
ser excluyentes. Solo por nombrar algunos ejemplos, están el body splash para
la dama y la colonia "low cost" para el caballero. Pero también
existe otra opción que, con un presupuesto inicial de $500 (y menos si se
eligen ediciones de bolsillo o volúmenes de editoriales independientes) se
sacia la fantasía de regalar no sólo un objeto físico, sino también, valor
simbólico. Esa opción es un libro.
Es
cierto que el último relevamiento de la Cámara Argentina del Libro (CAL)
de 2018 mostró una fuerte crisis que el sector arrastra desde hace
tres años, acarreada por el incremento en el precio de papel o en la
distribución, así como también una caída en las ventas. Y que entre
quienes están acostumbrados a frecuentar librerías se suele escuchar el reclamo
(sin eco) sobre lo caro que están los libros.
Como
contrapartida, puede pasar que un comprador no tan asiduo se ve seducido por
las librerías pequeñas y descansa también en el asesoramiento del librero profesional
que de tanto en tanto se encuentra en las cadenas. Así se aventuran en una
elección que no está exenta de riesgos. Porque no se puede juzgar un libro
por su portada y porque la experiencia de la lectura es íntima y
subjetiva.
"Regalar
libros puede ser una tarea ardua, un 'rulo interminable'. Pero en general los
que deciden hacerlo aceptaron ese desafío de antemano. Como consejo principal
sugiero que vayan con mucha paciencia a la librería, porque a veces no es el
primero, ni el segundo ni el tercer libro el que se va a elegir como 'el
indicado'", sugirió Cecilia Fanti, dueña de Céspedes Libros, en
Colegiales.
Fanti,
quien posee formación en Letras, y es autora de la novela La chica del
milagro, reconoció que a veces es imposible saber cuán lector es el
destinatario porque no se lo conoce tanto, o es una atención a un profesional,
por ejemplo los regalos a analistas. "En esos casos funcionan muy bien los
libros objetos-ilustrados", remató. Y en cuanto a cuestiones prácticas, no
olvidó que también es importante tener en claro un presupuesto. "Sé que a
veces da pudor hablar de plata antes de tiempo, pero ayuda a entendernos mejor.
Hay grandes libros a $ 300, 500, a 1000 y a 1500", indicó Fanti.
Por su
parte, Debret Viana, quien desde hace ocho años se desempeña como librero
en El Ateneo Grand Splendid, supo atender todo tipo de pedidos, tanto de
lectores asiduos como de quienes se aventuraron a comprar un libro por primera
vez.
Con un
humor que también se refleja en su novela Deslinde, que fue publicada
este año por la editorial Hojas del Sur, Viana elaboró para
ámbito.com una guía de cinco pasos que, por arrancar sonrisas, no
pierden su utilidad. Aquí, sus consejos:
• Conozca (al menos algo) del agasajado.
No es
preciso ser un experto en el prójimo para regalar un libro pero es conveniente
saber algo al menos. ¿Lee? ¿Qué lee? ¿Algún autor, novela o género que le haya
gustado? ¿Algún tópico que le interese?
• No confundir profesión con pasión.
A veces
van de la mano, pero no es mandatario. Es probable que un médico no quiera leer
un manual sobre el miocardio ni un abogado la constitución nacional, pero es
posible que ambos se sientan interesados por una novela que problematice esos
tópicos. Indague el deseo, los placeres, los intereses. Es muy probable que
alguien no quiera leer sobre aquello que hace en su vida diaria, por lo que el
dato "es dentista" o "trabaja en la bolsa" no colabore con
el discernimiento del texto ideal.
• Confiar en el librero
El
librero es un ser extraño. Pasa buena parte de su vigilia entre libros, y de
ningún modo se está haciendo rico. Si está en una librería es estimable que
alberga algún tipo de pasión respecto a la custodia de los libros y a la
misteriosa alquimia de vincular a un lector con la lectura indicada. Sin
embargo, no lo sabe todo. No leyó todos los libros (la industria editorial es
incontenible) pero son tantas las horas que pasa rodeado de textos que muchas
veces logra vibrar en el mismo tono que las palabras yacientes y dormidas entre
las tapas. Maneja el sutil arte de la reunión del deseo de la lectura con el
libro justo. Pero no puede solo: necesita un poco de ayuda. Cuanto mejor sea la
información brindada sobre el libro ansiado o el lector inminente, tal como un
doctor, mejor sabrá diagnosticar el libro exacto y producir el dichoso
encuentro.
• No existe el libro mágico
Si el
agasajado es dentista, le interesa Picasso, el surf y los superhéroes no espere
que el librero halle un libro que concilie todas las características, como una
novela sobre un dentista surfer que tiene superpoderes e investiga el robo de
un cuadro de Picasso. Nunca estarán alineadas todas las características de un
ser en un libro, y aun si lo estuviesen, eso no garantiza nada: no
necesariamente alguien quiere leer sobre sí mismo en un libro. El hallazgo del
libro ideal es más una interrogación sobre el deseo que sobre la identidad del
lector.
• Trate de explicarse, o déjese llevar
Con
todas las virtudes que el librero pueda tener, no es un psíquico y todo lo que
tiene es su relato. El librero es un gran interprete, pero necesita tener algo
para interpretar. Si su explicación no tiene la suficiente consistencia o
carece de los detalles pertinentes, bueno, it takes two to tango, y tal
como es arduo diagnosticar una enfermedad si no se tienen claros los síntomas,
no es improbable que dar con el libro exacto sea una misión dificultosa. Sin
embargo, aún queda una carta: confiar en el librero. Los libros son un objeto
peculiar, y no responden a una finalidad específica. No son como un mueble o un
pantalón. Una polifonía de signos habitan el libro: es cuestión de confiar en
que el librero sabrá dar con uno que de alguna manera interpele al desconocido
agasajado, y te haga quedar bien con el regalo.
Fuente bibliográfica
ABUD, CELINA, [sin fecha]. Tips para regalar un libro (y no equivocarse tanto). Ambito [en línea]. [Consulta: 18 enero 2019]. Disponible en: https://www.ambito.com/tips-regalar-un-libro-y-no-equivocarse-tanto-n4038563.
7 dic 2017
Regalar libros para Navidad
Por: Lorena G. Maldonado
Dime sus
pasiones y te diré con qué novela obsequiarle. La editorial Penguin
abre una 'hotline' que recomienda libros a la carta y ha creado un formulario
con preguntas sobre la persona a la que se le va a regalar el libro para dar
con el título perfecto.
Los
cursis dicen que "uno no elige el libro, el libro te elige a ti",
igual que en Harry Potter la varita es quien se abraza al mago. La verdad es
algo más complicada, especialmente en diciembre, a las puertas de Navidad, con
los buenos deseos aún por canjear y todos los obsequios por hacer. Regalar un libro, si se hace bien, es una
experiencia más íntima que regalar un perfume o algo de ropa interior:
regalar un libro provoca, de alguna manera, entrar en la mente de la persona
querida, entablar con ella un diálogo en silencio, proponerle historias,
enfoques y vidas diferentes o tan parecidas a la suya -a las vuestras-... en
definitiva, sugerirle palabras con las que cercar el mundo.
Penguin
Random House lo sabe y se ha puesto las pilas. Sueña con esos libreros sabios
que escuchan al comprador y le recomiendan la mejor opción: el cuento preciso,
que es tan necesario como un buen diagnóstico, como una medicina o un placer
exacto. La editorial, para acercarse a los deseos de sus lectores, hacreado una 'hotline' que, cual oráculo, seleccionará entre montañas de títulos el
más adecuado para ti.
Lo hace
a través de un formulario en el que piden nombre de pila, apellido,
dirección de correo electrónico y código postal.
En busca del libro perfecto
Después
pregunta al usuario para quién está comprando el libro, qué edad tiene y qué
género. Luego ahonda en la cuestión: "¿Sabes lo que a esta persona le
gusta leer? ¿Alguno de sus libros, escritores o revistas favoritos?". Y termina
de cercar el asunto: "¿Alguna otra buena pista sobre esta persona?
¿Programas de radio, programas de tv o películas favoritos? ¿Pasatiempos,
intereses o pasiones?". En estas dos últimas preguntas, la respuesta es
libre y el lector puede explayarse.
La
editorial avisa: a estos cuestionarios contestan "personas reales". Pueden enviarse las solicitudes todas
las veces que se quieran, pero, eso sí, la línea directa de Penguin está
limitada sólo a usuarios de EEUU. Han pensado también en los usuarios más
ocupados: si no tienen tiempo de rellenar el formulario, voilá, unalista ambiciosa de los títulos de 2017 que nadie se puede perder.
Fuente bibliográfica
MALDONADO, LORENA G., 2017. Penguin abre una «hotline» que recomienda libros a la carta. El Español [en línea]. [Consulta: 8 diciembre 2017]. Disponible en: https://www.elespanol.com/cultura/libros/20171204/266973692_0.html.
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11 mar 2016
Cita a ciegas con un libro
Por: galindob
Este es
uno de los mensajes más
misteriosos que he recibido nunca. Me sugieren una cita a ciegas. Me indican dónde
y a qué hora tendrá lugar el encuentro. Incluso se atreven a sugerirme
un particular atuendo que yo podría vestir para acudir a la cita… ¿Quién me
envía el mensaje? Procede de uno de los grupos
de lectura a los que sigo la pista. ¿Con quien es la cita..? No sé aún su título, ni sé el
nombre de su autor o autora, pero lo que sí sé es que la cita a ciegas es con
un libro.
Reconozco
que me sorprende y que me resulta original y
tremendamente sugerente.
La invitación que recibo vía mensaje en mi teléfono móvil es una
vuelta de tuerca más a una iniciativa que lleva años triunfando en Estados
Unidos y en otros países bajo el título de “Cita a ciegas con un libro/ Blind Date
with a book”. Una especie de juego para amantes de la lectura que se
extendió a raíz de la idea que tuvo una biblioteca pública de Los Ángeles, en California, con el objetivo
de promocionar entre sus usuarios libros interesantes y de calidad. Se trataba
de desempolvar libros que
no eran atractivos a priori, o bien por la portada o bien porque no eran
novedades y, por lo tanto, terminaban siendo menos solicitados que otros.
Una cura contra los “patitos feos”
de las estanterías, vaya.
La idea tuvo tal éxito que se extendió como la
pólvora por otros lugares de Estados Unidos, saltó a Australia y
a Europa y ya son miles los lectores que han experimentado la magia
de tener una cita a ciegas con un libro. Y no solo en las bibliotecas. También las librerías suelen acudir a este
tipo de promoción de vez en cuando, en especial en fechas marcadas en el
calendario, como San Valentín.
La cita
a ciegas lectora es ya una actividad que se lleva a cabo en algunas bibliotecas
de nuestro entorno, pero para quien no esté familiarizado con este tipo de
sugerencias:
¿Cómo funciona la idea? En realidad es muy sencillo porque es un método que
básicamente usa la imaginación para
borrar de un plumazo los juicios precipitados, incluso los prejuicios y las
falsas impresiones que podemos tener sobre un libro. ¿Quién no se ha dejado
llevar alguna vez por la atractiva
y sugerente portada de un libro a la hora de decidir su lectura, sin
prestar apenas atención al autor, al tema o a la calidad del libro? A mí me ha
pasado y a veces me he arrepentido de
dejarme engatusar por el envoltorio y no
prestar más atención a otras cualidades de la lectura en
cuestión.
Es
precisamente eso lo que se pretende evitar con esta idea: quedar eclipsados por la portada,
el diseño del editor, el título o incluso el nombre del autor o autora. Hay
muchos más elementos que nos permiten acceder al libro desde un
ángulo más misterioso, pero no por ello menos certero y atractivo.
La clave
es envolver los libros en papel
marrón (tipo kraft), colocarles algún lazo o cordón que mantenga el
envoltorio sellado y luego se puede o bien escribir directamente sobre el
papel o bien añadir algún tipo
de etiqueta o adhesivo describiendo algunas de las
características del libro.
Las
opciones, una vez más, quedan al gusto y a la imaginación de quien se encargue
de preparar la cita a ciegas. Se puede escribir una cita que incluya una
opinión profesional sobre el libro, se pueden escribir varios adjetivos que
describan el libro, escribir la primera frase del texto o dar pistas sobre la
época en que transcurre, el lugar geográfico o la temática. Vale todo con tal de no ser demasiado
explícitos y mantener el misterio al mismo tiempo que crear
expectativa y servir de “gancho” para la lectura.
En la biblioteca de Los Ángeles donde
echaron a andar esta idea pegaban sobre el envoltorio de los libros una
etiqueta con el siguiente texto:
“Toma este libro, llévatelo a tu casa y desenvuélvelo. Enséñale
tu lugar favorito para leer, comparte con él tu aperitivo favorito o enséñaselo
a tus amigos. ¿Quién sabe? A lo mejor tenéis futuro“.
Fácil,
¿no? Es una gran idea que triunfa en bibliotecas y en librerías. Quienes desde
hace ya tiempo lo vienen poniendo en práctica dicen que es un método fantástico
para incitar a los más jóvenes a la
lectura, porque les añade ese punto de misterio, de novedad y
de incógnita tan atractivo
que les hace acercarse al libro o a la estantería a por un libro.
También
dicen que es una vía segura
para recuperar lectores un poco hastiados de los procedimientos
convencionales y motivarles a probar cosas nuevas. Incluso hay quien dice que
algunos lectores se llegan a aficionar
a las citas misteriosas con sus libros y después las
promueven entre sus amigos, familiares y allegados con compras,
intercambios y pequeñas sorpresas que añaden un aderezo personal e inequívoco a esos regalos y, por supuesto,
a las lecturas…
Yo estoy lista para mi cita a ciegas.
Voy a cumplir con todo lo que me piden. No quiero perder ni una pizca de la emoción y el misterio que preveo al encontrarme con él o con ella…
Fuente bibliográfica
GALINDOB, [sin fecha]. Cita a ciegas con un libro | Sopa de Letras. [en línea]. [Consulta: 11 marzo 2016]. Disponible en: http://blogs.diariodenavarra.es/sopa-de-letras/2016/03/06/cita-a-ciegas-con-un-libro/.
10 dic 2015
Carta literaria a los Reyes Magos
Queridos Reyes Magos:
Ya sé que es pronto, que falta aún un mes y todas esas cosas, pero luego que si correos tarda, que si había mucho trabajo... y todos sabemos lo que pasa con estas cosas. Este año no voy a hacer una lista interminable diciendo lo que quiero, no: este año voy a decir lo que no quiero.
No quiero que me traigáis libros. Ni uno. Ni siquiera si es pequeñito. No. No los quiero. No quiero tener la oportunidad de soñar, de divertirme o emocionarme, y en el peor de los casos disfrutar o incluso peor. ¡Aprender!
Los libros son una auténtica fuente de problemas. Para empezar pesan, y llenan los estantes haciendo parecer que en esta casa vive alguien con inquietudes intelectuales que, a lo mejor ¡horror! no disfruta viento el último reality de moda. Y eso solo al primer vistazo... Los libros cogen polvo, y una habitación llena de libros huele... pues eso, a libros. Y es un olor característico e irrepetible que se te mete debajo de la piel como un virus y acabas por enfermar y pensar que es el mejor olor del mundo, y entonces no aprecias el frasco de perfume igual, porque no te despierta las mismas sensaciones. Conclusión: disfruto menos de otros regalos cuando tengo un libro. De hecho, cuando alguien me regala un libro de esos que realmente quiero, es más que posible que haga poco caso al resto... del universo.
Además cuando abro un libro, me despisto del mundo que me rodea: no pienso en política ni elecciones o fútbol, ni tampoco en los problemas laborales. Esas preocupaciones que nos hacen adultos responsables desaparecen, y me convierten en una suerte de espíritu capaz de traspasar fronteras entre mundos imposibles que me creo a pies juntillas durante unas horas. ¿Qué tiene eso de adulto responsable? Ninguno en su sano juicio cerraría un libro con la mirada empañada pensando que acaba de despedirse de una historia maravillosa, que no ha de ser necesariamente trágica para que nos entristezca el final. No, no... las despedidas son en la estación o el aeropuerto, y no entre páginas de papel salvo que sea por carta. En cambio yo, con un libro las he sufrido en los epílogos, o incluso en el anteúltimo capítulo ya me iba anticipando al pesar de la pérdida. O me han hecho reír. A veces, presa de un libro, he sonreído o incluso reído en los lugares más inapropiados, como el dichoso Portnoy que me hizo reír en una sala de espera atestada de gente, en uno de los lugares más terroríficos del mundo: la consulta de un dentista.
Los libros, queridos Reyes Magos, me han hecho perder la compostura al quedarme en el coche diez minutos por terminar un capítulo ante la atenta y atónita mirada de mis acompañantes, me han dejado sin la hora de la comida o del café, porque me he sentado a leer y he olvidado que el tiempo, ahí fuera de mi mundo soñado, sigue transcurriendo a una velocidad diferente a la que yo percibo. Porque cuando abro un libro, se para el mundo.... solo que el mundo no se ha enterado de que debería de pararse.
Traedme unos guantes o unos zapatos que me sirvan para ir por la calle caliente y sin correr riesgos. que llevo años usando mitones para poder pasar las páginas de mis lecturas cuando camino, y he vivido no pocos percances con charcos, bancos, escaleras y farolas. aunque afortunadamente sin dramáticas circunstancias. Bueno, sí... una: me hicieron darme cuenta de que era mayor, en mi último tropiezo nadie se reía, pero se preocuparon... la edad, supongo. Y luego están las veces en que no te pones en peligro tú, pero puedes ser responsable de que sufra un esguince cervical la persona que tienes sentada delante en el transporte público, o que quien llevas justo detrás padezca vista cansada a costa de escrutar lo que vas leyendo. Encima eso, ir lesionando a gente... o escandalizándola, dependiendo del título que lleve en ese momento, nunca se sabe. También podéis traerme uno de esos aparatitos que ya te dan todo hecho apenas tocando un par de botones, y que te pueden durar días y días... ah no, eso no, que luego las baterías consideran que "larga duración" son apenas unas horas, cuando para mí ese concepto es el tiempo que se tarda uno en leer Guerra y Paz. Y hasta el momento no hay litio que lo soporte, sea la marca que sea la que aparece escrita en el aparatito.
Pero si decidís no hacerme caso, y no escuchar mis razones, y traerme algún libro. Si decidís que no os importan mis motivos, y miráis bien dentro y sabéis aquello que realmente deseo. Entonces... entonces serán bienvenidos.
Y vosotros, ¿pedís libros por Navidad?
Fuente bibliográfica
LEO, M., 2015. Carta literaria a los Reyes Magos | Entre montones de libros. Carta literaria a los Reyes Magos | Entre montones de libros [en línea]. [Consulta: 10 diciembre 2015]. Disponible en: http://entremontonesdelibros.blogspot.com.ar/2015/12/libros-mientrasleo.html.
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