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28 sept 2018

¿Libro mojado? Este truco es perfecto para dejarlo como nuevo


Paginas-arrugadas.jpg


* Incluso cuando lo dejamos secar al natural, el papel queda arrugado.
* Esa forma queda así para siempre, como si fuera una cicatriz.
* Los líquidos son la Kryptonita de los documentos impresos.

·        A veces, por accidente o por simple torpeza, puede derramarse la taza de café o vaso de agua que justo estaba al lado de un buen libro. Las páginas se pegan y quedan agrupadas, pero incluso cuando finalmente se ha secado, el papel queda arrugado. Todo ello por no hablar de que esa forma queda así para siempre, como una cicatriz.

·        Afortunadamente, existe una manera de dejarlo como nuevo siguiendo estos sencillos pasos de mano de la Biblioteca Nacional de la Dieta de Japón. Dado que los líquidos son la Kryptonita de los documentos impresos -que sin duda también tienen un pequeño problema con el fuego-, hoy hablaremos de un truco perfecto para secar adecuadamente un libro mojado.

·        Tal y como explican en la página web de la Biblioteca Nacional de la Dieta, el procedimiento no requiere ningún instrumento que no tengas en casa. Esencialmente necesitarás una toalla de material absorbente, rollo de papel, ventilador eléctrico o secador de pelo, una superficie dura y plana, pisapapeles o algo similarmente pequeño y pesado.

·        Una vez tengas todos estos materiales a mano, debes empezar por presionar la toalla sobre las partes más húmedas del libro. Inicialmente, de este modo la bayeta estará absorbiendo la mayor cantidad de líquido derramado sobre las páginas. A continuación se coloca papel entre las páginas del libro que aún están húmedas, teniendo sumo cuidado de no romper las páginas o deformar la forma.

·        En caso de que la cubierta sea lo suficientemente rígida como para quedarse de pie, coloca el libro en vertical, con la parte mojada en la parte superior. Si la tapa es blanda, debes dejar el libro sobre una superficie plana. Después, enciende el ventilador o secador y apunta al libro en cuestión. Asegúrate de que el flujo de aire sea frío, no caliente.


·        A medida que el papel entre las páginas absorbe la humedad, se aconseja reemplazarlas periódicamente hasta que lo mojado ya no esté frío al tacto. Una vez que esto sucede, retira el papel y coloca el libro sobre una superficie dura y plana para terminar de secarlo.


·        En este punto se recomienda aplicar mucho peso: pon encima un pisapapeles o tablero que cubra la superficie del libro. Si lo has dejado así más de un día, retira al menos una vez cada 24 horas y revisa las páginas para tener la certeza de que no se peguen entre sí.


Fuente bibliográfica
¿Libro mojado? Este truco es perfecto para dejarlo como nuevo - EcoDiario.es. [en línea], [sin fecha]. [Consulta: 28 septiembre 2018]. Disponible en: https://ecodiario.eleconomista.es/viralplus/noticias/9399453/09/18/Libro-mojado-Este-truco-es-perfecto-para-dejarlo-como-nuevo.html



31 oct 2011

Cómo restaurar y encuadernar libros y revistas.- Manualidades con papel.


Por: Richar3000

El libro.

Es el conjunto de hojas de papel, pergamino y de alguna otra materia im­presas, unidas entre sí y que está protegido por unas cubiertas o tapas de papel, cartón, tela, per­gamino, materias plásti­cas e incluso corcho o madera.


Las principales partes de que consta aparecen en el dibujo que acom­paña a estas líneas, pero conviene añadir que la curva que forman las ho­jas por el corte delan­tero se llama también media caña, que la ceja es el exceso de la cubier­ta o tapa que rebasa el tamaño de las hojas, que las guardas son unas hojas de papel que van pegadas y unen el libro a su tapa o cubierta, que la primera hoja sólo lleva el título del libro y se llama anteportada, o portadilla, y portada la siguiente, en que aparecen, además del título de aquél, el nombre de su autor, la editorial y muy a menudo la ciudad donde se edita y el año.



El tamaño del libro (for­mato) varía y recibe dis­tintos nombres según las veces que se deba doblar, siempre por el centro, la hoja impresa, llamada pliego. Así, si se ha de do­blar una vez, el pliego tendrá 4 páginas y recibe el nombre de en folio; si dos veces, dará 8 pági­nas y el pliego será en 4. º;  si tres veces, tendrá 16 páginas y se denominará en 8. º;  si cuatro veces, tendrá 32 páginas y se lla­mara en 16. º En la actua­lidad, estos términos tien­den a referirse a centí­metros más que a corres­ponder al número de ve­ces que se dobla o pliega el papel. Por tanto, se llama en folio el libro que tiene 38 ó más centíme­tros de altura; en 4. º, el que varía entre 28 y 38; en 8.º, el de20 a28; en 16.º, el que tiene de15 a20, y en 32. º, el de menos de 10cm.

Material.

El requerido para en­cuadernar está represen­tado en la fotografía ini­cial de este artículo: telar para coser; prensa (la llamada prensa a mano se utiliza para sujetar el li­bro cuando hay que aserrarlo, dorarlo, etc.), mar­tillo, escuadra, sierra, va­rios tipos de cola, cuchi­llo, cútter, tijeras, lápices, distintas clases de hilos y cordeles, compás y unos instrumentos de madera o hueso parecidos a un cuchillo denominados ple­gaderas y que sirven para plegar (doblar) las hojas de papel.
Para desmontar un libro se empieza separando la tapa con las manos o ayu­dado de un cuchillo o cútter.

Operaciones.

Cuando se dispone de pliegos sueltos, lo prime­ro que hay que hacer es ordenarlos Por signatu­ras, las cuales consisten en un numerito pequeño, en ocasiones precedido del título, entero o abre­viado, de la obra, que aparecen en la parte infe­rior izquierda de los plie­gos y que, como hemos dicho, pueden tener dife­rente número de páginas. Por lo general, suelen ser de 16 y su orden es co­rrelativo. Evidentemente, si no aparece el número de la signatura también pueden ordenarse fácil­mente atendiendo a la numeración de las pági­nas. La operación de poner en orden los plie­gos de un libro según las signaturas se llama alzado.
Abierto el libro al máximo, se localiza el primer pliego y con un cuchillo afilado se van cortando todos los hilos que aparezcan pertenecientes al primer cosido.
Con la edición de obras por fascículos se suelen poner estas signaturas en el lomo del pliego, de manera que, una vez en­cuadernado el libro, aqué­llas no quedan a la vista.
En épocas pasadas se intercalaban a veces, pe­gándolas ya al pliego an­terior, ya en el centro del mismo, páginas sueltas que solían ser láminas en colores o mapas, en este último caso como desple­gables en ocasiones. Esto deberá tenerse en cuenta cuando se trate de una restauración.
Si estas ilustraciones sueltas llevan mucho blanco en la parte del lomo se dobla el sobrante, lo cual origina una tira que se intercala en el pliego correspondiente, abra­zándolo, con el fin de co­serla juntamente con él. Por otra parte, debe te­nerse cuidado con los desplegables, a fin de que, al estar doblados, sean de dimensiones in­feriores a las de la página para que no se, corten al someter, si es necesario, el libro a la acción de la guillotina. Cuando la lá­mina no es lo bastante grande para que abrace el pliego, entonces se le puede pegar una simple tira de papel, que se llama escartivana y facilita la operación.

Detengámonos ahora en el proceso de restauración.

Lo primero que debe efectuarse es deshacer el libro estro­peado o cuya encuader­nación se desea rehacer. Para ello se separará el grueso de los pliegues de las tapas o cubiertas, bien ejerciendo tracción con las manos, bien ayu­dándose de un instru­mento cortante, por ejem­plo, un cuchillo o cútter.
Los hilos cortados del antiguo cosido se separan del pliego estirando con cuidado hasta separarlo y después se eliminan los restos de la cola antigua con los dedos.
A continuación se bus­ca el primer pliego, se aísla y se procede a se­pararlo del grueso y a cortar todos los hilos que se vean del cosido ante­rior. Tras esto se van arrancando los sucesivos pliegos y se les van qui­tando, también con pre­caución, los restos de cola seca de la encua­dernación anterior.
Una vez desmontado todo el libro, limpio de restos de cola y de hilos, se ordenan los pliegos en el caso de que, por cual­quier motivo, se hubieran desordenado. Al llegar a esto puede aprovecharse para arreglar las hojas
Colocación de los pliegos en la prensa con la escuadra,
rotas, uniéndolas con pa­pel de seda, así como los márgenes.
En este momento coin­ciden por primera vez las operaciones con un libro viejo que queremos res­taurar y los de otro nuevo que deseamos encuader­nar: ya tenemos dispues­tos los pliegos y ordena­dos por signaturas.
Las obras modernas suelen presentarse con una señal en el lomo de los pliegos, además de la signatura, a diferente dis­tancia del pie o de la ca­beza y en cada uno de ellos, de modo que la simple
Marcado de las señales para proceder al aserrado.
observación por la parte del lomo de los plie­gos que componen el li­bro permita cerciorarse de si están todos en su orden adecuado, faltan uno o más y si hay alguno repetido.
Es conveniente someter dichos pliegos a la acción de la prensa, donde se colocarán entre dos ta­blas de madera,  y se mantendrán así durante toda una noche.
Al reanudar las opera­ciones se sacan los plie­gos de la prensa y se co­locan entre dos cartones; a continuación se
Proceso de señalar en el lomo el lugar que ocuparán las cintas si se usan en vez de cordeles.
gol­pean varias veces sobre la mesa por la parte del lomo y de la cabeza para que queden todos lo mejor dispuestos posi­ble. Se vuelven a colo­car en la prensa y vigi­lando con cuidado mediante la escuadra que su posición quede perfecta­mente escuadrada.
Por regla general, el dorso del libro se divide en seis partes iguales, que se señalan con un lápiz ayudándose de un
Aserrado del lomo de un libro.
compás. Estas se­ñales no se hacen al buen tuntún, sino que la pri­mera se traza hacia la ca­becera, en línea con el número de la página del libro (folio), y la última a la altura de la línea im­presa final. El espacio que queda entre ambas señales se divide en cuatro partes. Pero tam­bién se hacen encuader­naciones con dos, tres, cuatro y cinco señales. De usar cintas en vez de cordeles debe tenerse en cuenta que es necesario hacer dos señales para cada cinta.
Una vez efectuadas es­tas señales,
Dibujos que presentan uno de los métodos de hacer las guardas en la restauración de un libro.
siempre con los pliegos en la prensa, se procede a aserrar los lomos, para lo cual se emplea un serrucho de los llamados de costilla. El serrucho se pasa dos o tres veces desde el man­go hasta la punta por las señales hechas con lápiz, empezando con suavidad y ejerciendo mayor pre­sión después hasta alcanzar una profundidad de1,5 a2 mm. Sin embargo, los surcos primero y últi­mo serán más superficia­les que los restantes. Por estos surcos pasarán los hilos con mayor facilidad en el momento de efec­tuar el cosido y sirven además para esconder los cordeles y evitar que hagan demasiado bulto.

Las guardas.

Si se observa con aten­ción veremos que la pri­mera y la última página son de papel diferente e incluso de otro c010r o bien tienen la impresión de unos motivos que o son simplemente artísti­cos o aluden al contenido del libro. Se conocen con el nombre de guardas.
En realidad se trata de una doble página que va encolada a la primera y a la última página del libro y a la tapa o cubier­ta, respectivamente, y sirve para unir mejor los pliegos a la tapa.
Estas guardas se pe­garán por una cara al pri­mero y último pliegos del libro, a todo lo largo de su pliegue central, en unos5 mmdeanchu­ra, dejando la acción de pegar la otra cara a la tapa para después. Lo mismo se hará con la guarda del último pliego. Pero, sobre todo cuando se trata de restauración de un libro, se puede em­plear el procedimiento que se explica a conti­nuación.
Según este sistema, que aparece ilustrado en el dibujo adjunto, se cor­ta el papel para la guarda de una altura igual a la del libro, cuya anchura ha de ser dos veces y media la de una página. Des­pués se dobla el papel en tres partes, de las cuales A y B deben ser iguales entre sí y8 mmmás lar­gas que la página del li­bro. Para doblarlo conprecisión conviene usar la plegadera. A continua­ción se dobla la parte ter­cera (C) unos4 mmen la dirección que indica la flecha. Se preparan dos guardas iguales y en el repliegue de C de una de ellas se inserta el prime­ro de los pliegos y en el de la otra el último, de manera que el repliegue quede entre el pliego in­cluido y el siguiente. El fragmento mayor doblado quedará debajo de la guar­da que se ha preparado.
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Este método logra una especie de escartivana que abrazará el pliego y posteriormente servirá para pegar en él las cin­tas del cosido del libro.
Las últimas cuatro fotos  se muestran diversos pasos que deben seguirse para lograr las guardas según el proceso explicado arriba y manera de colocar una de ellas en el último pliego del libro que se restaura.
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Fuente: http://www.trucosymanualidades.com/como-restaurar-y-encuadernar-libros-y-revistas-manualidades-con-papel/

10 feb 2011

La receta de la eterna juventud


La arcilla, el bambú, los papiros, la seda o el papel han servido al hombre para narrar y transmitir su conocimiento y experiencia. Envejecidos y dañados por el paso del tiempo, estos materiales deben ser restaurados por manos expertas para que continúen siendo un legado para las generaciones futuras.

Ruben García Blázquez

Estudio previo

En su mesa de operaciones, el restaurador se enfrenta a un reto: un misal romano del siglo XVIII. El estudio previo es necesario, así, antes de desmontar el misal el especialista dibuja un esquema del número de cuadernillos que tiene la obra y vuelve a numerar las páginas para asegurar un montaje perfecto tras la restauración. Hace un análisis del papel en cuanto a su composición: si es vegetal o hecho de trapos; su nivel de pH, el grosor... Además, averigua si las tintas son solubles o no ya que de no hacerlo correrían el peligro de disolverse durante la fase de lavado.

Ruben García Blázquez

Ruben García Blázquez

Desmontaje y borrado

Como en una sala de operaciones, el misal se coloca en un burro (un caballete que sujeta el libro de perfil) y con la ayuda de pinzas, tijeras e incluso bisturí, se descosen una a una las páginas y los nervios que ligan el bloque de hojas a las tapas. La siguiente tarea, que pone de relieve la infinita paciencia del restaurador, es limpiar cada hoja con polvo de goma de borrar.

Ruben García Blázquez

Ruben García Blázquez

Ruben García Blázquez

Lavado y secado

Cada pliego de cuatro páginas se envuelve en un papel plástico antes de sumergirlo en agua templada. Cuando el agua sale limpia, a veces hacen falta hasta cuatro y cinco lavados, las hojas se depositan en un secadero. Una vez seco, el papel se coloca bajo un peso a la espera de la siguiente fase.

Ruben García Blázquez

Ruben García Blázquez

Ruben García Blázquez

Ruben García Blázquez

Reintegración

Además de los hongos, los roedores y los insectos también causan estragos en el papel. Reintegrar todos los trozos que no están es la fase más laboriosa de la restauración. Para ello, se escoge papel japón de una tonalidad y un grosor similar al original y se recortan injertos del mismo tamaño y forma para sustituir las partes que faltan.

Ruben García Blázquez

Ruben García Blázquez

Encuadernación

El especialista prensa todas las páginas y una vez ordenadas en cuadernillos, los coloca en el telar. Se cosen individualmente y se fijan a los nervios, un hilo más grueso que sirve para unir las tapas al bloque de hojas. Finalmente, sella las guardas (hojas de papel más grueso colocadas al principio y final del libro). El proceso de restauración de una obra que llega en malas condiciones puede ocupar a dos personas durante dos meses.

Ruben García Blázquez

Ruben García Blázquez

Ruben García Blázquez

Fuente: http://revista.consumer.es/web/es/20110201/actualidad/informe1/75873.php
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