23 dic 2016
Jóvenes de hoy: ¿Una generación sin libros?
Por: José Luis Rozalén
Leer un libro es volver a nacer, es el camino para apropiarnos de un mundo y de una visión del
hombre que entrarán a formar parte de nosotros mismos. En palabras de
Álvaro Mutis, una lectura disfrutada con riqueza y plenitud “es la conquista más plena que puede hacer
un ser humano en su vida. Un placer que viene de lo más hondo del alma y que ha
de quedarse allí intacto y disponible para siempre”.
Leer es
el arte de volver a encontrar la vida en los libros y, gracias a ellos, comprender
mejor nuestra existencia. La lectura de
un libro es un diálogo en el que el libro habla y el alma contesta.
Parte de nuestros
males están relacionados con la pérdida de hábito de lectura de las familias y
en los programas educativos. Nuestra sociedad, equivocada, no ve ventajas en la
lectura.
Maryanne
Wolf, psicolingüista de la Universidad de Tufts, teme que se establezca la
lectura rápida y digital. Está cortocircuitando nuestro cerebro hasta el punto
de dificultar la lectura profunda y crítica. Muchos jóvenes de hoy son
incapaces de leer de manera sosegada y gozosa, excitados por cientos de
estímulos cambiantes.
Escribe
Javier Marías, miembro de la Real Academia Española (RAE) que hemos sufrido una regresión, una huida hacia el
mínimo esfuerzo a partir de los años 90. La lectura nos sirve “para
convivir sin fanatismos, simplezas ni encontronazos, para comprender en todas
sus dimensiones la abigarrada complejidad del vivir”.
No
obstante, si se les pregunta, también hay jóvenes que leen y disfrutan con
ello. Para Eva, una joven estudiante, es muy importante: “No puedo leer a
diario tanto como quisiera por el cansancio, pero no hay nada mejor que
dormirte después de leer. Un libro te
ilusiona, te hace pensar, reflexionar, tener más empatía con los demás,
comprender que hay gente diferente, mundos que, aunque te son ajenos, también
son reales y te ayudan a entender y a respetar a los demás”.
Ana
María, otra estudiante, afirma que la lectura la enriquece muchísimo. “Somos lo que escuchamos, lo que vemos, lo
que pensamos, lo que leemos. La lectura me transporta a otros mundos, a
otras vidas, conoces otras maneras de pensar y ser, te vuelves más imaginativa.
En definitiva, aprendes a vivir. Además, al leer enriqueces tu capacidad
expresiva. Me gusta la novela, y siempre suelo tener un libro encima de la
mesita de noche”.
Apunta
Pilar que los niños sí tienen interés,
pero luego, cuando se hacen adolescentes y jóvenes, lo pierden y
les atraen más las redes sociales. Me quedo admirada del desconocimiento
total que tiene muchos de ellos de la historia o de la geografía. Los jóvenes
necesitan satisfacción inmediata, rápida y breve y eso los libros no lo
proporcionan.
Si se
escucha a estos jóvenes todavía hay esperanza. Tal vez el desprecio de la
lectura, el alejamiento de la inmensa mayoría de la buena ficción literaria, se
debe al deterioro del sistema educativo, al deterioro cultural generalizado, al
abandono de las bibliotecas, al nulo ejemplo de muchos padres que nunca
leen…
Queda el
optimismo en que se haga ver a nuestros jóvenes y a nuestra sociedad que leer
produce un inmenso placer, y que no tiene por qué haber una oposición radical
entre los actuales medios audiovisuales y la lectura de libros: pueden, y
deben, ser complementarios.
Me
parecen hermosísimas y verdaderas las palabras de Jorge Luis Borges: “Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua, sin pájaros. Yo
soy incapaz de imaginar un mundo sin libros.”
Fuente bibliográfica
ROZALÉN, JOSÉ LUIS, [sin fecha]. Jóvenes de hoy: ¿Una generación sin libros? | EL DEBATE. [en línea]. [Consulta: 23 diciembre 2016]. Disponible en: http://www.eldebate.com.ar/jovenes-de-hoy-una-generacion-sin-libros/.
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