Por Carlos Emilio Biscay
Así como en la película “Tormenta Perfecta” un barco pesquero queda en el medio de dos huracanes para ser destruido, la escuela podría verse igualmente en medio de huracanes: el tecnológico y las demandas sociales, que terminarían por socavar su protagonismo y rol de cara al siglo XXI.
Internet, es la gran revolución del siglo XX. Nada es lo mismo desde que su influencia se generalizó, nada volverá a ser lo mismo. Suelo decir a los directivos y empresarios de la educación: “¡Internet es inexorable!” para marcar que cualquier programa o proyecto educativo que no la contemple mínimamente hoy es incompleto. Ya no es un tema de discusión sino de aplicación. La virtualidad se ha convertido en parte de la vida cotidiana.
La otra tormenta es lo que parte de la sociedad, que consciente o no le pide a la escuela: “quiero que mis hijos sean capaces de sobrevivir y tener éxito en el mundo que les toca vivir” y en esta demanda la tecnología, y en particular la informática, ocupa el centro de la atención; y hoy el centro de ese centro es Internet.
Como sostenía Carina Lion hace algunos años, "la tecnología aparece, en la escena educativa, como algo imprescindible y temible a la vez... Verdaderamente la tecnología se ha convertido en un mito de innovación y de modernización pedagógica”.
Pero lamentablemente muchas veces en el ámbito de la educación, se va corriendo detrás de los instrumentos, para luego preguntarse para que sirven y como aplicarlos. Y el planteamiento resulta: ¿es más la impronta del vendedor de equipos que la del pedagogo? Es muy bueno que tengamos una computadora por alumno... pero realmente: ¿es muy bueno que tengamos una computadora por alumno? Antes habría que pensar y hacerse otras preguntas como: qué competencia queremos lograr con nuestros estudiantes, y luego pensar en cómo lo logramos y dentro de esto, qué papel tendrá la tecnología en un proyecto educativo.
En este sentido siguiendo a Salomon, Perkins y Globerson, las maquinas pueden hacer más inteligentes a las personas, pero esto no es una condición dada por sí misma, sino una condición a lograr, y esta condición se logra en la medida que entendemos la tecnología dentro de un proyecto pedagógico.
Hoy la tecnología ha avanzado de una manera bastante caótica y a una velocidad “cibernética”, que nada tiene que ver con los tiempos de asimilación humanos. Se dan usos de las tecnologías impensadas y no deseados. Por ejemplo: que un alumno o incluso el profesor chatee en clase o consultes sus emails, a todo esto hace tiempo que se ha prohibido el celular... pero también la tecnología ha permitido continuar la comunicación en tiempos de gripe A.
Por lo tanto en contra de algunas voces abolicionistas y detractores de la escuela, me parece mejor pensar en una transformación que “reafirme la escuela”. “Reafirmar la escuela” es el título del reporte de un grupo de trabajo para la reforma del currículum canadiense de 1997 (http://www.mels.gouv.qc.ca/REFORME/curricu/inter.htm), donde la tecnología es uno de sus componentes.
Pienso que es necesario hacer un ejercicio sarmientino para repensar la escuela en la cultura tecnológica que le toca vivir, sin creer que con enseñar procesador de texto, planilla de cálculo o Internet está la solución sin más, repensar la escuela a la luz de un proyecto pedagógico de mediano y largo alcance, que defina en todos los niveles sus misiones y alcances, y este sin duda en un proyecto de país, de lo contrario se hará cierto que la tormenta perfecta terminará por hundirnos.