13 sept 2017

Bullying, ¿cómo hacer para que los chicos no sean víctimas ni victimarios?





Mateo, de tres años, le pega a Rodrigo, de la misma edad. Rodrigo le devuelve el golpe y su madre se excusa ante la otra mamá: “Yo le digo que tiene que defenderse. Tengo miedo de que le hagan bullying”. “Entiendo, yo le enseño lo mismo, porque me pasa igual”, respondió la otra.

En los últimos años el bullying cobró mayor visibilidad social. Aunque la problemática es tratada con cierta frecuencia en los medios y distintas instituciones educativas arman charlas y talleres para abordarla, los casos parecen no disminuir y los padres se muestran cada vez más preocupados frente a esta situación.

Se llama bullying al acoso que padecen algunos chicos por parte de sus pares. Se manifiesta con agresiones físicas, insultos o manipulación psicológica. Puede darse dentro del aula, en la calle o en las redes sociales. El boom de la serie 13 Reasons Why, de Netflix, que trata sobre el suicidio de una adolescente, víctima de bullying, reactualizó el tema.

“Las consecuencias del bullying son innumerables y pueden perdurar en el tiempo. Depositan en el alma de los jóvenes una sensación de vacío y resentimiento, que intoxica los vínculos afectivos de cada adolescente con su comunidad. El aislamiento, la culpa, el complejo de inferioridad, en ciertos casos, los induce a pensar que la única salida es el suicidio”, dice Elízabeth Lencina, autora de “Algo en común” , que narra la historia de chicos discriminados por distintos motivos, y participante activa de organizaciones internacionales que luchan contra el bullying.

           “Si bien el bullying existió siempre, ahora es mucho más grave porque la tecnología da lugar a que el acoso vaya mucho más allá del perímetro de un aula”

Desde las instituciones que trabajan la problemática instan a padres y a docentes a intervenir en casos de bullying, pero muchos adultos no saben cómo actuar.

¿QUE ACTITUD DEBEN TOMAR LOS PADRES?
“Creo que las madres y los padres, en primer lugar, tienen que trabajar sobre la autoestima de sus hijos. Los victimarios buscan a los más débiles para destruirlos, mostrando su poder”, dice Lencina.

“Es importante hacerles ver que todos somos diferentes y que no se es culpable de una característica (color de piel, religión, situación social o económica, gustos). No hay motivo que justifique el acoso. Cualquier niño o adolescente puede padecer bullying”, dice la escritora y remarca que el apoyo de las familias es un elemento fundamental para combatir la problemática.

La psicóloga Silvia Medina explica que tanto las víctimas como los victimarios son parte de un mismo proceso y comparten características: “Tienen un yo debilitado, en el que prevalecen sentimientos de culpa, temores y frustración. Desde ambos lados lo que vemos es la gran vulnerabilidad de la autoestima. Una autoestima que no han podido formar con la valoración de los adultos que tienen a su alrededor (los padres encargados de su crianza).

Mientras que en los primeros (víctimas) se observan rasgos de timidez, de inhibición, conductas de retraimiento, expectativas de pertenecer a determinados grupos o subgrupos y sentir que no lo pueden lograr; en los segundos (victimarios) hay conductas reactivas e intentos de liderar, pero como sienten que no tienen condiciones naturales para lograrlo, apelan a la violencia, a la desestimación del otro y a la ridiculización”.

Según la ONG Bullying Sin Fronteras, el acoso en la escuela sigue creciendo en el país. Las últimas estadísticas indican que en 2016 subió un 40 por ciento en relación al año anterior.

El 2015 finalizó con 1.631 casos graves de bullying, pero el primer semestre concluyó con 1.142, por lo que habrían aumentado un 40% los casos graves, que terminaron con denuncias en la justicia y los ministerios de educación. La mayoría ocurrieron en capital federal, el conurbano bonaerense, Córdoba, Mendoza, San Luis, San Juan, Formosa, Corrientes y Misiones.

Lencina plantea que un error frecuente de los adultos es que minimizan el problema. “Si bien el bullying existió siempre, ahora es mucho más grave porque la tecnología da lugar a que el acoso vaya mucho más allá del perímetro de un aula o del patio de un colegio. Hay padres que no están informados acerca del alcance de las redes sociales y los medios de comunicación. Y muchas veces la salida más rápida es ignorar”.

La especialista también remarca la importancia de dialogar con los chicos. Afirma que más allá del tiempo que se invierta en ello, lo importante es la calidad de la charla. En relación a los maestros, señala que deben estar atentos a la conducta de cada uno de sus alumnos para prevenir este tipo de casos. “Deberían observar su comportamiento en clase y en los recreos. Es importante que destinen algunas horas para tratar temas sobre convivencia, respeto, diversidad, solidaridad y valores. Este no será un tiempo perdido. Cada vez hay más material que puede ayudar a los docentes: libros, películas, series, que son muy bien recibidos por los niños adolescentes”.

Durante mucho tiempo el mundo adulto se rigió por la creencia que sostiene que “las cosas de chicos mejor que se resuelvan entre chicos”. El bullying reveló que esta vieja idea supone un grave error, ya que algunas problemáticas que afectan a niños y adolescentes necesitan de la intervención (rápida y eficaz) de los adultos para que no afecten el desarrollo psíquico del menor.
  

 


“Los padres que sospechan que sus hijos son victimarios, en primer lugar deberían enseñar con el ejemplo, no discriminando de manera constante. No deben alentar, ni premiar, ni ignorar este tipo de actitudes. Tampoco tomarlo como algo normal. Deberían ser sus guías para salir del conflicto. Y si es necesario, pedir ayuda”, afirma Lencina.
Medina advierte que enseñarles a pegar no es la solución para el problema y que, como en tantos otros temas, lo mejor es el diálogo.

Para Lencina, el rol del estado es fundamental. “Es el responsable de velar por la salud de todos los habitantes. Debe dotarse de forma urgente de profesionales (psicopedagogos, psicólogos, sociólogos) que ayuden a detectar y a tratar esta problemática”.
     
         “Las consecuencias del bullying son innumerables y pueden perdurar en el tiempo. Depositan en el alma de los jóvenes una sensación de vacío y resentimiento, que intoxica los vínculos afectivos de cada adolescente con su comunidad”

En nuestra ciudad, desde el año pasado se vienen realizando acciones en distintos colegios para abordar la problemática. Es una campaña impulsada por la municipalidad con el objetivo de interiorizar a los estudiantes y a los docentes sobre las consecuencias del bullying.

“Todas las semanas damos charlas en distintos colegios. Hablamos sobre los tipos de bullying y el derecho a una convivencia pacífica. Después de la teoría hacemos un taller en el que los chicos participan con diferentes actividades, como juegos de roles. La idea es abarcar la mayor cantidad posible de escuelas”, dice el subsecretario de Juventud, Agustín Scotti.

El funcionario señala que si bien no hay estadísticas oficiales sobre la cantidad de casos de bullying en La Plata, tienen previsto armar una para fin de año.


“Argentina no es un país en el que la violencia escolar tenga proporciones muy grandes, como pasa en Estados Unidos, donde la violencia es mucho mayor. De todos modos es necesario atender estas problemáticas”, dice Scotti, y agrega que “si bien el acoso escolar viene de muchos años hoy también está el ciberbullying. Está más contextualizado, más arraigado y las tecnologías también influyen en eso. Los chicos viven una parte de su vida a través de las redes sociales”.

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