Por: José Carlos Bermejo Barrera
Cualquier persona que conozca el mundo editorial y académico se dará cuenta que en la actualidad parecen haber vuelto los califas a la academia, pues en ella se está desarrollando una auténtica cruzada contra los libros en nombre de las tecnologías de la comunicación y la investigación científica; flanqueada por otra cruzada paralela en la que la venta de libros de consumo masivo y baja calidad crea un mundo de lectores uniformes, asimiladores de tópicos e ideas banales en el mundo cultural de la aldea global.
El odio a los libros y la lectura se encarna en la adoración acrítica de los medios digitales, neutros en sí mismos, favoreciendo en su nombre la pérdida de la capacidad de lectura y comprensión de relatos y discursos largos y complejos, y la pérdida de la capacidad de análisis global en los campos científicos y tecnológicos. Los que Lindsay Waters, directora de la editorial de la Universidad de Harvard, llama “enemigos de la esperanza” en su libro del año 2004, pretenden crear máquinas de publicación en serie de artículos de revista concebidos bajo los mismos patrones y encajonados en campos cada vez más pequeños, o de decenas de miles de monografías académicas triviales, escritas solo por la presión del “publica o muere”, casi todas ellas prescindibles, de tiradas mínimas, y que ya casi ni adquieren las bibliotecas.
Todo lo que se salga de esos patrones no sirve en el mundo anglosajón y muchos menos en el español, en el que la alabanza del analfabetismo parece un valor en alza, pues mientras en todo el mundo se siguen utilizando, escribiendo y publicando libros de texto, grandes tratados de referencia en campos científicos, se pretende alfabetizar a los bebés con una tablet y se recomienda no utilizar libros sino solo recursos digitales normalmente copiados y de calidad ínfima; razón por la cual se extiende el uso del plagio y el “corta y pega” tanto en estudiantes como profesores.
Se proclama solemnemente que todo lo que está en un libro está anticuado, a la vez que se predica que un artículo de más de 5 años ya es inútil, y se afirma además que no es necesario leerlos completos, sino buscar datos y mirar el resumen. Como las publicaciones se valoran por su cantidad y por índices externos, sin leer su contenido, es lógico hacer esto y así se pueden crear investigadores zombies, y alumnos robotizados. En países indutrializados se sabe que la creación del conocimiento solo en parte se refleja en las publicaciones, y que el prestigio de un científico no se mide con la cuenta de la vieja; en España, donde la ciencia se confunde con la burocracia, no.
El autor es catedrático de Historia
Fuente:http://www.elcorreogallego.es/opinion/ecg/jose-carlos-bermejo-barrera-vida-muerte-bibliotecas/idEdicion-2014-03-30/idNoticia-860712/
No hay comentarios :
Publicar un comentario