Por: Daniel Pasik
Los best
sellers, los más dejados
A veces
aburre, pero ¿lo mejor vendrá después? Aquí, qué es lo que más se deja y las
estrategias de varios escritores.
¿Por qué
dejar un libro da tanta culpa? Sin embargo, sucede. O si no, en muchos casos
debería suceder. Hay que hacerlo. Se hace. La red social Goodreads es la mayor
comunidad de reseñas: allí los lectores son quienes recomiendan y comparten
experiencias de lectura. Uno de los ítems más importantes a completar, y que
más se consulta al buscar qué leer, es si llegaron o no al final. Porque
sí, hasta los lectores más devotos dejan lo que no les interesa.
Sin
embargo, abandonar un libro no es tan fácil como se supone. Aunque cueste,
aburra o no termine de agradar muchos sienten esa especie de pulsión que los
hace seguir hasta el final aunque no la pasen bien. ¿Es la culpa por no
terminar algo o la bronca por haber gastado dinero en vano? Sí, esos son dos de
los motivos, que pueden combinarse.
Cincuenta sombras de Grey.
Entre los libros más dejados.
Los más
abandonados
Curiosamente,
entre las lecturas más abandonadas de Goodreads figuran varios best sellers,
como Una vacante inesperada, de J.K. Rowling, 50 sombras de Grey, de
E.L. James, o Comer, rezar, amar, de Elizabeth Gilbert. Entre los motivos,
se destaca la poca congruencia entre expectativa y realidad.
Otros en
la lista son algunos clásicos, como Moby Dick, de Herman Melville;
el Ulises, de James Joyce, o hasta El señor de los anillos, de J. R.
R. Tolkien, y la saga de Harry Potter, también de la autora británica que
encabeza la lista este año con su primera novela para adultos.
La vida
alcanza para cierta cantidad de lecturas, y tiene poco sentido
desperdiciar ese tiempo con algo que no funciona. Además, empecinarse en un
libro que no interesa lo suficiente termina agotando al punto de que al final,
se lee menos. La gran duda, entonces, es ¿hasta dónde se debería forzar la
lectura? ¿Cómo saber cuándo es necesario abandonar? Según los testimonios
de los usuarios de Goodreads, casi la mitad de los lectores le dan entre
50 y 100 páginas a un libro antes de decirle adiós.
Se hacen
demasiadas cosas por obligación, la lectura no debe ser una de ellas" Betina
González. Escritora
Dejar un
libro puede ser síntoma de madurez “Para escribir, en cierto momento, hay
que obligarse a ciertas lecturas. El lector ‘común’ por supuesto tiene todo el
derecho de leer sólo lo que le gusta. Se hacen demasiadas cosas por obligación,
la lectura no debe ser una de ellas. Ya le llegará, si cabe, el año en que un
libro que dejó de joven lo llame y lo atrape”, dice Betina González, que acaba
de publicar la antología de relatos El amor es una catástrofe
natural (Tusquets, 2018).
“En mis
veintes me obligaba a terminar un libro aunque no me gustara y estuvo bien
haber sido una lectora disciplinada, porque se aprende en el insistir y en la
dificultad. Incluso si te aburre, aprenderás algo de ese aburrimiento”, cuenta
González, autora de novelas como Arte menor(Alfaguara, 2006) y Las
poseídas (Tusquets, 2013). “Ahora soy una lectora mucho más
hedonista. Un libro tiene que captarme ya sea desde la historia,
desde el lenguaje o desde la voz que cuenta. Lo ideal, claro, es que capte
desde los tres”.
Si dejo
un libro es muy rápido"
Ricardo
Romero. Escritor
A
Ricardo Romero, autor de, entre otras novelas, El conserje y la
eternidad (Alfaguara, 2017), le pasa algo similar que a González. Ahora
solo leo y releo con gula. Si dejo un libro es muy rápido y, en
general con el instinto ya afinado a mis gustos, casi que ni lo empiezo. Ahora
soy capaz de leer con mayor intensidad. Leo más despacio que antes, pero con
mayor compromiso”, dice.
La chica
analógica del tren, casi todos los pasajeros viajan munidos de mirando sus
celulares, no es habitual encontrar una persona leyendo un libro de
papel". Foto de NORA MAZZINI
Gabriela
Cabezón Cámara, autora de La virgen Cabeza (Eterna Cadencia, 2009)
y Las aventuras de la China Iron (Random House, 2017), entre otros
hits, va a lo concreto y práctico: “No me genera ninguna culpa dejar un libro.
Algunos, los pospongo para otro momento. Otros, para nunca jamás. Hay demasiado
placer esperándome en la lista de libros por leer, que es una lista orgánica,
en constante crecimiento, una especie de serpiente infinita”.
Con
Hamlet, el cuerpo solo pareció expulsarlo y lo tiré, lo arrojé lejos de
mí"
Julián
López. Escritor
Julián
López, autor de la celebrada Una muchacha muy bella (Eterna Cadencia,
2013), dice que deja libros sin problemas: “porque no me hablan, porque mis
competencias son exiguas y me hundo, porque me distraigo, por vago. Pero
también porque a veces me hablan muy directamente, me complican muy
directamente”.
James Joyce. Las
dificultades de su "Ulises".
López, autor de la reciente La ilusión de los mamíferos (Random House), cuenta algo que le pasó con Hamlet, que tuvo que abandonarlo un tiempo hasta que llegó su momento. “Creo que tenía 18 cuando empecé a leerlo, en un momento estaba tan manija que el cuerpo solo pareció expulsarlo y lo tiré, lo arrojé lejos de mí. A veces sostener el fuego no es posible y creo que en mi escritura siempre aparece esa marca: vengar a los muertos o tener vida propia. Tardé bastante en volver, en poder terminarlo”, recuerda.
Intenté
entrarle a "El Código Da Vinci" pero era tan pobre la prosa,
tan mala, tan casi indescriptible de raquítica, que no pude pasar de la segunda
página"
Gabriela
Cabezón Cámara. Escritora
“Me
costó mucho empezar a abandonar libros. Soy optimista y tiendo a creer que la
página siguiente puede tener algo que me guste o sorprenda. Cuando empecé a
abandonar lecturas no fue por haber perdido el optimismo, sino porque se
trasladó al siguiente al libro que tenía en mi lista”, explica Romero, que
recomienda: “señora, señor, suelte el diario, deje de pavear y lea ese libro
que tiene en la mesa de luz hace cinco meses".
Cabezón
Cámara dice que a veces ella es la que deja los libros, pero otras son los
libros los que la abandonan a ella. “Recuerdo que cuando era un boom mundial
intenté entrarle a El Código Da Vinci para ver qué le gustaba tanto a
tanta gente. Era tan pobre la prosa, tan mala, tan casi indescriptible de
raquítica, que no pude pasar de la segunda página. En el extremo opuesto, me
pasó con el Ulises de Joyce que casi me desmayo de embole con algunos
fragmentos”.
Tres claves
Betina
González, con ánimo de servicio y por si “a alguien le sirve de consejo”,
detalla tres “casos fijos” en los que abandona un libro.
“Uno es
cuando en la página dos ya sé todo lo que va a pasar. Otro, si en el primer
párrafo descubro tres errores de concordancia verbal o adjetivos que sobran y
otros clichés al punto que quiero ir a agarrar un lápiz para
corregir. Y, finalmente, cuando el escritor o escritora juega a la
‘falsa dificultad’ porque no ha encontrado el mejor modo -el más simple y
elegante que la lengua le permite- para contar lo que quiere y entonces se
escuda en un tono pretencioso, en una falsa experimentación”.
Fuente bibliográfica
PASIK, DANIEL, [sin fecha]. Cuándo abandonar un libro sin culpa - 09/10/2018 - Clarín.com. [en línea]. [Consulta: 28 octubre 2018]. Disponible en:
https://www.clarin.com/cultura/hora-dejar-libro-culpa_0_iTyE45k6A.html.
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