29 sept 2007
La labor de las bibliotecas
Miriam EnriqueLas bibliotecas, a lo largo de la historia de la humanidad, representaron las aspiraciones más nobles del intelecto humano.
Desde la esplendorosa de Alejandría —que llegó a albergar 700.000 manuscritos— hasta las digitales de nuestra era que se interconectan formando redes, estas organizaciones no se asientan, como en el pasado, en la idea del almacenamiento de libros sino en la circulación del conocimiento. Es en esta línea de pensamiento que tienden a convertirse en una herramienta cultural de gran dinamismo.Por su parte, las bibliotecas populares argentinas, siempre comprometidas con la cultura y la educación popular, se mantienen gracias al esfuerzo de sus cooperadoras y asociaciones de amigos. Se trata de organizaciones no gubernamentales que trabajan para que la comunidad acceda al conocimiento, a través de diferentes herramientas, principalmente el libro, pero también con la incorporación de las nuevas tecnologías.Por estos días, en la Argentina hay más de dos mil bibliotecas populares, en tanto nuestra ciudad cuenta con la tradicional Biblioteca Popular del Paraná y otras ubicadas en diferentes barrios. Nacidas a instancias de cómo las concibió Domingo Faustino Sarmiento, como entidades que no pertenecen a la órbita estatal, sino que escapan a su administración así como a su control ideológico, se mantienen en su vocación cultural pluralista y democrática.Entre sus fines fundamentales están el brindar información, educación, recreación y animación sociocultural mediante una colección bibliográfica y multimedial de carácter general y abierto a todo público.Hoy las bibliotecas diversifican su acción cultural, incorporan nuevos servicios y tecnologías, a fin de satisfacer las demandas de un público que se presenta heterogéneo en sus intereses, y que estas instituciones se proponen captar, en su tarea de promoción del libro y la lectura.En los barrios, las bibliotecas populares desarrollan una intensa labor educativo-cultural. Allí concurren niños, jóvenes y adultos, no sólo para la consulta, sino también porque muchas de ellas proponen espacios de capacitación y formación laboral e intelectual. Asimismo, llevan adelante actividades culturales, de extensión bibliotecaria y de promoción de la lectura.Mediante convenios para fomentar la lectura, que articula el acercamiento entre la red de bibliotecas públicas, la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip) ha realizado aportes para facilitar la compra de libros, en diferentes oportunidades, hecho elogiable. Estos acuerdos de cooperación buscan que se potencie y multiplique las posibilidades de realizar actividades que beneficien a la gente que se acerca a las bibliotecas populares.Las bibliotecas se han convertido así en un refugio que busca promover el conocimiento, la lectura, la cultura de los pueblos. Del apoyo de todos depende su subsistencia.
Miriam EnriqueLas bibliotecas, a lo largo de la historia de la humanidad, representaron las aspiraciones más nobles del intelecto humano.
Desde la esplendorosa de Alejandría —que llegó a albergar 700.000 manuscritos— hasta las digitales de nuestra era que se interconectan formando redes, estas organizaciones no se asientan, como en el pasado, en la idea del almacenamiento de libros sino en la circulación del conocimiento. Es en esta línea de pensamiento que tienden a convertirse en una herramienta cultural de gran dinamismo.Por su parte, las bibliotecas populares argentinas, siempre comprometidas con la cultura y la educación popular, se mantienen gracias al esfuerzo de sus cooperadoras y asociaciones de amigos. Se trata de organizaciones no gubernamentales que trabajan para que la comunidad acceda al conocimiento, a través de diferentes herramientas, principalmente el libro, pero también con la incorporación de las nuevas tecnologías.Por estos días, en la Argentina hay más de dos mil bibliotecas populares, en tanto nuestra ciudad cuenta con la tradicional Biblioteca Popular del Paraná y otras ubicadas en diferentes barrios. Nacidas a instancias de cómo las concibió Domingo Faustino Sarmiento, como entidades que no pertenecen a la órbita estatal, sino que escapan a su administración así como a su control ideológico, se mantienen en su vocación cultural pluralista y democrática.Entre sus fines fundamentales están el brindar información, educación, recreación y animación sociocultural mediante una colección bibliográfica y multimedial de carácter general y abierto a todo público.Hoy las bibliotecas diversifican su acción cultural, incorporan nuevos servicios y tecnologías, a fin de satisfacer las demandas de un público que se presenta heterogéneo en sus intereses, y que estas instituciones se proponen captar, en su tarea de promoción del libro y la lectura.En los barrios, las bibliotecas populares desarrollan una intensa labor educativo-cultural. Allí concurren niños, jóvenes y adultos, no sólo para la consulta, sino también porque muchas de ellas proponen espacios de capacitación y formación laboral e intelectual. Asimismo, llevan adelante actividades culturales, de extensión bibliotecaria y de promoción de la lectura.Mediante convenios para fomentar la lectura, que articula el acercamiento entre la red de bibliotecas públicas, la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip) ha realizado aportes para facilitar la compra de libros, en diferentes oportunidades, hecho elogiable. Estos acuerdos de cooperación buscan que se potencie y multiplique las posibilidades de realizar actividades que beneficien a la gente que se acerca a las bibliotecas populares.Las bibliotecas se han convertido así en un refugio que busca promover el conocimiento, la lectura, la cultura de los pueblos. Del apoyo de todos depende su subsistencia.
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