De eso se trata, de dar y recibir. Para eso, debemos conocer y explotar los dones y las habilidades que el Creador nos ha regalado y los cuales nos va a reclamar el día del juicio final o cuando estemos ante su presencia. Somos seres espirituales y algún día, vamos a partir hacia el viaje eterno para volver junto a Dios. Mientras tanto estamos en la tierra para dar lo mejor de nuestra energía física, mental y emocional.
Hoy día se habla mucho de la inteligencia espiritual y es una materia que debería enseñarse en las escuelas, colegios y universidades. Con la pérdida de los valores éticos, morales y espirituales, el ser humano llego a degradarse, a rebajar su condición de hijo de Dios. Es cierto que las plantas, los animales y todo lo que hay en el universo, ha sido la obra del Señor; pero ninguno es tan maravilloso como el ser humano que es el mayor poder, porque ha sido hecho a su imagen y semejanza. ¿Qué significa esto? que no imaginamos ni remotamente nuestras capacidades mentales para crear, progresar, realizarse y ser felices.
Se nos ha dicho hasta el cansancio que somos limitados, imperfectos y alejados de la santidad. Nada más lejos de la verdad; nuestros talentos no tienen límites, tampoco la capacidad de inventar, fabricar, amar, sanar, producir, perdonar, tolerar y trabajar. En todo individuo hay una energía vital para donarse, regalarse y esparcir por todo el universo. Átomos, moléculas y partículas divinas se expanden por el cosmos y parten del interior de uno mismo como ondas hertzianas para iluminar el cielo y llevar semillas de esperanzas y alegrías. Se habla de alquimias psíquicas perfectas, comunicaciones telepáticas y sintonías exactas entre personas. Así como la tecnología esta muy avanzada, así también las conexiones espirituales, existen y se perciben, todos los días.
El ser humano es el único animal que ama con el corazón, se comunica con la mente y desarrolla su espiritualidad. A Lo largo de la historia, han surgido genios, artistas, guías espirituales, santos, políticos, estadistas, músicos y escritores fantásticos. Vinieron al mundo provistos de las virtudes necesarias para hacer el trabajo y usaron sus talentos. Así también, cualquiera de nosotros, sin ser excepcionales, podemos cumplir la misión. Siendo buenas hijas, madres o compañeras de trabajo, podemos comenzar la labor. Trabajar por nuestras debilidades convirtiéndolas en fortalezas. Una persona que simplemente al despertarse agradece a Dios por todo, sonríe a su familia, da besos a sus hijos y saluda a sus vecinos amablemente, empieza correctamente la lección. Si además es sensato, discreto, animado y de buen carácter, ya suma puntos en este aprendizaje. Y Los resultados son espectaculares.
Para animar a los hijos a trabajar, a estudiar, practicar deportes o hacer dietas, debemos poner el ejemplo. No podemos decir que ellos hagan lo que nosotros no podemos. Tenemos que ser inspiradores para el entorno. Las motivaciones deben venir del interior de uno mismo: por eso decimos que las personas no pueden cambiar si no se deciden o no quieren. Claro que es un largo proceso que consiste en desarrollar nuestros poderes.
Nuestra inteligencia espiritual es suficiente y solo basta ponernos en contacto con Dios, pedirle la luz y ya estará encendida la senda de una nueva vida, donde descubriremos que somos gigantes, santos y perfectos. Al mismo tiempo, veremos que en la sencillez, la humildad y el sacrificio, están las claves para una existencia que realmente vale la pena vivir.
Fuente bibliográfica
GAYOSO, BLANCA LILA [sin fecha]. Las motivaciones deben provenir del interior de uno mismo - Edicion Impresa - ABC Color. [en línea]. [Consulta: 13 septiembre 2015]. Disponible en: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/las-motivaciones-deben-provenir-del-interior-de-uno-mismo-1403716.html.
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