16 nov 2009

Violencia escolar e Internet: el mal uso de las tecnologias


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En todos los tiempos, el ser humano ha sabido sacar provecho de los adelantos científicos y técnicos, y también, ha hecho mal uso. Por cada gran desarrollo que beneficia al hombre, encontraremos un uso para la guerra, el crimen y el sufrimiento de la misma humanidad. El hombre violento siempre se las ha arreglado para potenciar los efectos destructivos contra el otro, haciendo uso de las tecnologías a su alcance.

Entendemos la violencia, en términos generales, como “todo acto u omisión intencionada con el fin de causar alguna clase de daño a personas, animales u objetos”, así, la violencia escolar es la que se da en el ámbito de la escuela, y su forma más grave, es aquella que se produce a través del daño persistente que hoy conocemos como “acoso escolar” o “bullying”.

¿El padecimiento de algunos chicos, empieza al entrar en la escuela y finaliza a la hora de salida? La realidad nos está indicando que no. El amplio uso de los celulares y de Internet ha dado lugar a nuevas modalidades de violencia y acoso. Las víctimas hoy son atacadas cara a cara dentro de la escuela y también fuera de ella, a través de las nuevas tecnologías que hoy están a disposición de los chicos.

Sabemos que los adolescentes no sólo se sienten tremendamente atraídos por todo lo relacionado con las nuevas tecnologías, sino que además las manejan muy bien. Así es que los jóvenes con una personalidad agresora también se valen de esos medios -además de los “tradicionales”- para abusar de sus compañeros y también de sus docentes.

El maltrato y formas de violencia indirecta mediante SMS, correos electrónicos anónimos o páginas web difamatorias o que alojan videos (YouTube), son cada vez más habituales y se han convertido en una de las armas preferidas por los abusadores o acosadores, a la hora de burlarse, atemorizar o, en definitiva, buscar la forma de dañar a sus compañeros.

Básicamente, este tipo de violencia -que puede acarrear graves consecuencias en la formación de la identidad y personalidad de los agredidos- consiste en esperar o generar situaciones dentro del ámbito escolar, para registrarlas mediante fotos en la cámara del celular o en video y poder exhibirlas después como trofeo.

Sitios Web creados para agredir

Tal vez uno de los modelos agresores menos empleados por su dificultad, aunque sin duda uno de los más dañinos. Requiere un mayor dominio de las nuevas tecnologías, ya que no sólo es necesario tener nociones de diseño de web, sino que también hay que alojarla en Internet sin que el agresor pueda ser identificado. Generalmente, la mayoría de los alumnos del aula conoce el sitio creado y humillan a la víctima, que nunca está al tanto de lo que sucede.

En estas páginas se pueden ver fotos, videos y comentarios difamatorios hacia el niño agredido. También fotologs o encuestas burlonas se han convertido en opciones para agraviar a algunos compañeros de clase.

El efecto en las víctimas varía. En algunas es mínimo, el ataque les resulta indiferente. En otras es traumático, dejan de ir al colegio, y si los ataques aumentan intentan cambiar de escuela, sufren depresiones y lamentablemente también conocemos casos de suicidio.

En el 2007, una niña de 13 años en Missouri, Megan Meier, después de que un admirador iniciase un “romance” con ella por Internet y luego abruptamente la rechazara, abatida tomó la decisión de quitarse la vida. El supuesto admirador luego resultó ser una compañera de colegio con la que Megan había tenido una pelea. La madre de la compañera autora de la cruel broma, había ayudado a su hija a escribir los mensajes.

El violencia esporádica o el acoso por Internet es anónimo y se hace desde un sitio distante y seguro. Algunos estudio muestran que muchas de las víctimas de la ciber-violencia nunca han sufrido la experiencia cara a cara.

Expertos previenen a niños y adolescentes diciéndoles que: “la persona que envía mensajes insidiosos a tu computadora puede figurar en la escuela como uno de tus mejores amigos”.

La capacidad de los colegios de controlar o parar estos hechos que tienen lugar fuera de su perímetro es muy limitada. Los casos aumentan, los autores no imaginan el daño psicológico que infligen a la víctima y los padres se desesperan porque no saben cómo hacer para que no se difundan las fotos o frenar el video. Los niños expresan que preferirían tener un ojo morado o un brazo roto a sufrir los rumores o las burlas en masa de Internet.

Hacer desaparecer un video en Internet, requiere de una autorización judicial para que se rastree el archivo y dé con la persona que lo “colgó”. Luego hay que hablar con el respectivo portal de Internet y pedirle que lo quiten. Pasan semanas hasta que el archivo desaparezca. Además, cualquiera puede guardar el documento en su computadora, y por supuesto, la violencia continúa.

El ciber-acoso escolar

Un estudio en el Reino Unido del portal de Internet MSN sobre 600 jóvenes de 12 a 15 años y sus padres aporta datos relevantes, centrados en el envío de correos electrónicos y mensajes instantáneos. Junto a un 11% de receptores de mensajes intimidatorios, un 44% afirma conocer a alguien que ha sufrido este tipo de acoso digital. Un 48% de los padres desconocía hasta ahora la existencia del acoso on line, y un 74% de los adolescentes afectados no lo había comunicado porque temían que sus padres, al enterarse, les impidiesen utilizar Internet.

En España, las cifras también son alarmantes, ya que según una encuesta de la asociación Protégeles aplicada a 2.000 jóvenes españoles de entre 11 y 17 años, un 19% había enviado algún mensaje de celular intimidatorio.

El caso Ghyslain

Todo comenzó cuando un adolescente canadiense, con algo de sobrepeso, se convirtió involuntariamente en la estrella de un video que aún circula por Internet. Este chico se llama Ghyslain y tenía 15 años en noviembre de 2002, cuando se le ocurrió grabarse con una cámara de video prestada por un amigo, en un aula de su colegio, empuñando un remo y realizando una “danza del guerrero” con cierta torpeza, imitando a uno de los personajes de la “Guerra de la Galaxias”. Se suponía que esta cinta no tenía que haber sido vista por nadie, pero permaneció en el interior de la cámara durante meses, hasta que en abril de 2003 los amigos de Ghyslain descubrieron las imágenes y las subieron a Internet.

La difusión de “Star Wars Kid”, como fue bautizado el joven, ha sido extraordinaria y miles de sites incluyeron el archivo. Hay incluso una versión con efectos especiales de primer nivel. Sólo en los primeros meses en los que se colocó el video, se habían producido más de 1.100.000 descargas, estimándose que había sido visto por unas 50 millones de personas en todo el mundo.

Este es sin duda uno de los casos de “ciber-acoso” más conocidos, extendidos y publicitados hasta ahora, ya que las sucesivas modificaciones que continuaron la burla durante años y la inclusión de “Star Wars Kid” entre los personajes de un video juego de difusión masiva (“Tony Hawk Underground 2”), lo condujo a ser internado en una institución psiquiátrica.

Faltan correcciones adecuadas

En varios estados europeos se comienza a prohibir a los alumnos tomar fotos o grabar videos dentro de la escuela. Algunos han llegado a permitir a la dirección a expulsar al alumno que utilice estas fotos y videos para abusar de un compañero. Esta es la sanción más severa, mientras que hay otros países que proponen tareas educativas, suspensión de varios días, etc.

Lo cierto, es que la mayoría de los directivos encuentran muchas veces en los propios padres, el principal obstáculo para limitar el uso de los celulares u otros dispositivos en la escuela.

Las normas de disciplina y convivencia, deben incluir estas nuevas formas de maltrato y violencia. Junto con el límite y la sanción, para que realmente sea “correctiva”, las normas deben ser trabajadas, mostrando el valor que protegen. Por lo general, los chicos no miden el daño que pueden provocar con estos actos, y es por esto que limitar sin explicar el motivo, incita en chicos trasgresores, el desafío a superar reglas que importan sólo “al adulto”.

“No pienses que Internet es privado”

En aquellos lugares que se han visto desbordados por esta nueva forma de ejecutar agresiones, la persecución a la ciber-violencia ha quebrado en muchos estados de Norteamérica, la delgada línea que protege la privacidad individual. Algunos contratos educativos desde los primeros años de la Educación Primaria de este país, ya indican que: “El colegio podrá observar todo el uso de la computadora; los estudiantes no tienen que asumir que cualquier cosa que hagan en la red es privado”.

En realidad esto es muy difícil de realizar si no se cuenta con la ayuda de las empresas informáticas. De la misma forma, si no existe un consenso social sobre este tema es muy difícil esperar soluciones. Esto se ve en aquellos adultos que se han alzado contra este tipo de medidas, ya que consideran que dos adolescentes se digan cosas repugnantes, forma parte del “proceso de madurez”.

Actualmente, muchos programadores han puesto manos a la obra y dicen estar desarrollando programas que detectan insultos y otras amenazas. Nosotros creemos que será necesario algo más para evitar el desafío que implica la ciber-violencia. En nuestro caso, estamos convencidos que las estrategias deberán ser educativas.

Online – offline

Los defensores de Internet, dicen con sarcasmo que es un demonio, un lugar peligroso en el que te pueden humillar, robar la identidad o el dinero… como en cualquier otro lugar. Los peligros que puede representar: son exactamente los mismos a los que nos enfrentamos en la vida offline; o dicho de otra manera: si el mundo es malo, la Red será mala… Y si nadie nos prohíbe pasear por el mundo, pese a sus peligros, ¿por qué Internet es diferente?

En general, cada vez más se acepta la idea que el problema principal radica en el anonimato que invade la vida online y que nos lleva a mostrar nuestra cara más desagradable, a sacar el monstruo que todos llevamos dentro. Por eso, muchas empresas cada vez son más exigentes e impiden el acceso a sus servicios a aquellos usuarios que no estén identificados: “cuando saben quiénes somos, nos portamos mejor”.

¿Padres virtuales?

Hoy se calcula que un 50 por ciento de los padres sabe que sus hijos tienen acceso a Internet, pero sólo el 20 por ciento ha establecido normas para asegurarse de que los menores hagan un buen uso de este recurso, mientras que un 40 por ciento reconoce que no establece ninguna regla. Es la televisión la que aparece como el medio que más preocupa a los padres, quienes aseguran imponer normas a sus hijos sobre el tiempo y la programación.

Por lo general, los padres suelen coincidir en las normas por las cuales prohíben visitar ciertas páginas de Internet o limitan navegar demasiadas horas por la red, pero hoy queda claro que del mismo modo deberían enseñar a sus hijos los riesgos que puede implicar el uso de Internet (enviar datos personales, concurrir a citas, etc.)

Sigamos ocupándonos

En definitiva la labor de proteger a nuestros niños y adolescentes en su desarrollo implica limitar pero también permitir el acceso autónomo a fuentes informativas. Habrá siempre un margen de incertidumbre dado por la subjetividad de cada chico en su exploración del mundo.

Acompañar críticamente, pero sin pretender controlarlo todo, probablemente sea la alternativa más inteligente a la hora de tratar estos temas tan desafiantes. Enseñar a pescar y no dar el pescado quizá sea una buena forma de plantear las cosas, es decir, mantenernos atentos a la dinámica de estas experiencias, puede resultar más valioso que cualquier programa de bloqueo o filtro que coloquemos como estrategia del temor.

Porque en definitiva, también es importante que los niños y adolescentes perciban que lo que les estamos ofreciendo es cuidado y no vigilancia, prevención y no represión, preocupación y no control. Así se también se educa.

Consejos contra la ciber-violencia
(adaptado de la guía del Ministerio de Educación del Reino Unido, 2006)

* No respondas a los mensajes intimidatorios. El remitente quiere una respuesta, así que no le des esa satisfacción. Guarda el e-mail como prueba e informa a un adulto de ello.

* Recuerda, el acoso nunca es tu culpa; puede pararse y habitualmente ser rastreado.

* No ignores el acoso, cuéntaselo a alguien de tu confianza, como tus padres o un profesor, o llama a una línea de ayuda.

* Mantente en calma. Si tienes miedo, trata de mostrarlo lo menos posible. No te preocupes, eso sólo animaría a quien te acosa a seguir haciéndolo.

* En el caso de mensajes de texto o de video a través del celular, desactiva si es posible la recepción de mensajes o incluso apagar del todo el teléfono durante un par de días. Esto puede hacer creer al remitente que el destinatario ha cambiado de número.

* Si siguen llegando los SMS (mensajes de texto), lo mejor sería cambiar de número, poniéndose en contacto con los proveedores de telefonía celular, que han abierto servicios de ayuda para estos casos. En esta situación, nunca hay que contestar los mensajes y sería preferible ni siquiera leerlos, pero hay que guardarlos para presentarlos como pruebas, ya que el hostigamiento es un crimen que debe ser abordado por la Policía.

* Si el acoso se presenta en forma de llamadas telefónicas, tanto con voz como silenciosas, conviene no colgar de modo inmediato el teléfono, sino dejarlo a un lado y alejarse unos minutos para luego cerrar la comunicación. Ese procedimiento normalmente aburre al que llama al no obtener respuesta.

* Nunca hay que dar detalles personales, como el número de teléfono a desconocidos, ni dejar el celular solo fuera del alcance del propio control. Cuando se responde a una llamada es mejor decir «hola» y no dar el nombre de quien recibe la llamada. Si la voz pide confirmar el número de teléfono, primero hay que preguntar a qué número está llamando y luego responder si ha llamado bien o se ha equivocado.

* Si el número desde el que se llama y que aparece en la pantalla del celular no corresponde a nadie conocido, lo mejor es no responder y que el mensaje se desvíe al buzón de voz. Nunca hay que responder a esos mensajes y conviene guardarlos para futuras investigaciones, pues «hoy casi todas las llamadas pueden ser rastreadas.

* Tampoco es bueno que el nombre salga en el contestador. En caso de acoso, una medida disuasoria es que un adulto grabe el mensaje del contestador, lo que desconcierta a quien llama.

* De la misma forma para los correos electrónicos abusivos, que igualmente no deben responderse y sí guardarse como evidencia. Si uno contesta a desconocidos, simplemente se está confirmando como real la propia dirección. En los «chats», es conveniente utilizar pseudónimos, evitar ofrecer fotografías de uno mismo y retirarse de la charla si es incómoda.
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1 comentario :

pedro felix pasion dijo...

Muy buen analisis acerca del mal uso del intenet por los niños y adolescentes, corresponde en primer lugar al estado establecer politicas coherentes hacia el acceso a las cabinas y, por otro lado, a los padres, asumir un nuevo rol: prevenir, orientar y monitorear a sus hijos cuando estos "interactuen" con las computadoras interconectadas.

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