8 sept 2013

Biblioteca en extinción

Por: Diego Aristizábal



En este país con muchísima frecuencia se abre una nueva sede de un banco, un nuevo centro comercial y dentro del centro comercial una marca que se repite sin dejar de ser rentable. Pero resulta que cuando se abre una nueva biblioteca pública en un sector, siempre aparece la amenaza de cierre de la biblioteca que durante años había construido un patrimonio interesante; por lo visto tener más de dos bibliotecas en una zona, para algunos, es un capricho que no quieren sostener. 


Una vez más se comprueba cómo muchos ven con tremenda indiferencia lo que representa una biblioteca para las personas y algunos gobernantes apenas se aferran a una escueta ley (1379) que obliga a los municipios a tener una biblioteca pública. ¡Una… Como si entonces el asunto fuera cumplir con la tarea y ya está. Como si una cancha de fútbol o una sala de cine fueran suficientes, como si apenas estos personajes creyeran que esto de abrir bibliotecas fuera una obligación, no un plan serio de desarrollo en la sociedad. 

A mí esta miopía me da tristeza, y por eso me resulta un poco aterrador que sólo hasta el 15 de diciembre la Alcaldía de Envigado ayude a mantener la Biblioteca José Félix de Restrepo y luego ellos verán qué hacen, porque después de esa fecha el 50 % de los aportes que les daban deberá destinarse al sostenimiento de la nueva biblioteca Débora Arango.

A lo largo de la historia las bibliotecas públicas han formado miles de lectores, es el caso de Ray Bradbury, quien alguna vez le dijo al New York Times que estaba indignado por la medida del Estado de California de cerrar una biblioteca pública; por eso manifestó su apoyo en una colecta pública para recaudar fondos y salvar la biblioteca H.P. Wright. Bradbury, como muchos otros escritores, fue criado en las bibliotecas al no tener dinero para ingresar a la universidad.

En Argentina, cuando se desató el "corralito financiero", se llegó a pensar que la gente dejaría de leer al no tener dinero, pero lo que pasó fue todo lo contrario, en las bibliotecas públicas aumentaron considerablemente los usuarios. 

Cuando las alcaldías optan por destinar apenas lo "justo", lo "indicado" a la cultura, los habitantes, los usuarios deben resaltar la importancia que tiene una biblioteca y no pueden resignarse a ver cómo se cierran las puertas. En Estados Unidos, por ejemplo, aparte de que existe una red maravillosa de bibliotecas públicas (muchas en una misma zona), también hay bibliotecas que los mismos habitantes decidieron construir y mantener a través de donaciones, de bazares, etc. Ellos saben que las bibliotecas les sirven y por eso no quieren que se cierren nunca ni que todo dependa de un Gobierno. Creo que es el momento de que los habitantes de Envigado muestren su filantropía, su bibliofilia, se organicen y hagan todo lo posible para que este espacio que ha estado abierto por más de 60 años siga así por muchísimos libros más.

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