5 sept 2013
10 razones por las que internet no puede sustituir a las bibliotecas
Tomado de http://blogs.dmaweb.info/buva13/?p=190
El Decano de Servicios Bibliotecarios
en la Universidad de Winthrop en el estado de Carolina del Sur, Mark Y.
Herring, ha publicado un artículo en el que enumera las diez razones por las
que, en su opinión, Internet no puede sustituir a las bibliotecas
convencionales.
Altos costos, desorden, poca fiabilidad
y constantes omisiones, hacen de Internet, según Mark Y. Herring,
un recurso que jamás podrá sustituir a las bibliotecas convencionales.
Herring afirma que dos universidades
intentaron, sin éxito, depender exclusivamente de Internet, pero que las
carencias de las bibliotecas virtuales obligaron, en ambos casos, construir una
biblioteca tradicional con un fuerte componente electrónico.
El Decano de Servicios Bibliotecarios,
para quien Internet puede funcionar como una exitosa herramienta
complementaria, presentó las ”Diez razones por las que Internet no sustituye a
las bibliotecas”, reproducidas a continuación:
1. No todo se encuentra en Internet. Normalmente, lo valioso en
la Red no es gratis y se hace necesario pagar por la suscripción a bases
de datos, revistas profesionales y otros recursos en formato electrónico
disponibles por medio de la Red.
2. La aguja - su búsqueda - en un pajar - la Red. La Internet es como
una inmensa biblioteca sin catalogar. Los motores de búsqueda, ni organizan la
colección virtual, ni seleccionan, ni le dan la totalidad de lo disponible en
la Red acerca de un tema en específico.
3. La ausencia de un control de calidad. Junto al material
científico, médico e histórico, existe mucha basura. No hay control de calidad,
ni confiabilidad en la Red. Tampoco se espera que llegue a haberla.
4. Lo que se desconoce puede resultar perjudicial. La gran bendición
para las bibliotecas ha sido la digitalización de revistas profesionales.
Aunque se dice que estas poseen artículos en formato de texto completo, esto no
es siempre así. Existen omisiones que muchas veces pasan desapercibidas. Estas
incluyen, en algunos casos, las notas , tablas, gráficos, fórmulas, entre
otros. Además, los proveedores de bases de datos tienden a eliminar artículos e
incluso revistas sin aviso previo.
5. La
inversión en materiales electrónicos o digitalizados puede duplicarse e incluso
triplicarse en comparación con su costo en impreso. La accesibilidad de estos
no es mayor que la del libro impreso, porque está limitada por las licencias.
Si tiene una licencia para libros electrónicos, no puede leerlo más de una
persona simultáneamente.
6. En cuanto a los lectores de libros electrónicos : utilizar un
lector de libros electrónicos durante más de media hora puede resultar en un
dolor de cabeza y la vista fatigada. Además, si lo que va a leer tiene más de
dos páginas la tendencia es a imprimirlo.
7. ¿Podría existir una universidad sin bibliotecas? No. Herring
presenta la experiencia de dos universidades que intentaron, sin éxito,
depender exclusivamente de Internet. La solución, en cada caso, fue una
biblioteca tradicional con un fuerte componente electrónico.
8. Y, ¿qué de la biblioteca virtual a nivel estatal? Podría lograr
que el estado se arruine, afirma el autor. El costo de digitalizarlo todo es
increíblemente alto, decenas de millones de dólares en derechos de autor
solamente. Y ¿cómo garantizar que los estudiantes tendrán acceso universal a
estos medios? Otro problema que plantea al lector es ¿qué hacemos con los
libros raros y recursos primarios valiosos una vez digitalizados? Finalmente,
¿y si se va la luz?
9. La Internet: una milla de ancho, una pulgada (o menos) de
profundidad. La mayoría de los recursos en el Internet no tienen más de 15
años. Muchos vendedores de revistas electrónicas ofrecen añadir un año, a la
vez que suprimen otro. El acceso a material retrospectivo es costoso. Al autor
le preocupa que nuestros estudiantes del futuro conozcan - y tengan acceso a -
recursos académicos de más de diez o quince años.
10. La Internet es universal, pero el libro portátil. En un sondeo
reciente de aquellos que compran libros electrónicos, más de un ochenta por
ciento sostuvo que prefería utilizar la Internet para comprar libros a leerlos
en la Red.
Herring afirma que “nadie como un
bibliotecario sabe cuánto cuesta mantener funcionando una biblioteca”, y que
sus colegas siempre buscan cómo ahorrar “sin comprometer el servicio”.
“La Internet es una maravilla”,
sostiene, pero enseguida añade que “afirmar que las bibliotecas se están
haciendo obsoletas, equivale a decir que los zapatos se han hecho innecesarios
para los pies”.
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