27 oct 2014
Cómo conservar recuerdos
Si es usted de los que tararean la canción Memory, del
musical Cats("Completamente sola a la luz de la luna,
puedo soñar con los viejos tiempos… Recuerdo la época en la que sabía qué era
la felicidad. Deja que la memoria viva otra vez"), será
de los que guardan piezas relacionadas con los momentos especiales de su pasado
para evocar esos instantes felices. Y es que, lo que a priori solo es una mera
cosa material (una entrada de un concierto o la primera flor que nos regaló la
pareja), lleva aparejada una carga emocional que, según científicos de la
Universidad de Harvard, tiene un gran valor inesperado. Según un estudio
dirigido por la investigadora Tin Zhang, lo que hoy
consideramos ordinario, nos parece extraordinario tiempo después y, de alguna consideramos
ordinario, nos parece extraordinario tiempo después y, de alguna forma,
transformamos esas pequeñas experiencias en algo que vale la pena redescubrir
para aumentar nuestro bienestar emocional. Pero para poder disfrutar de esos
detalles durante muchos años, y de las sensaciones positivas con las que los
relacionamos, hay que saber guardarlos correctamente. Hemos reunido a los
mejores expertos en conservación de España para que nos cuenten cómo con
algunas sugerencias muy prácticas.
ROPA. Lo mejor para proteger la ropita de bebé o el traje de novia, por
ejemplo, es guardarlos en un lugar semioscuro y evitar la humedad. Como asegura
Lucina Llorente, responsable de la colección textil delMuseo de Traje: “En la
conservación de la ropa, la luz y la humedad son los dos grandes riesgos. Esta
última corroe el interior de las fibras y destruye la composición celulósica
del tejido. Lo ideal es mantener un 40 % de humedad relativa, 50 lux de
iluminación, una temperatura de entre 15º y 18º, y que no le dé la luz. Si eso
se consigue, la conservación es perfecta”. Otro de los grandes riesgos puede
ser el ataque de las polillas, pero existe un gran remedio casero: “Poner cerca
de las prendas un pañuelito con bolas de pimienta. Esto las repele y no entran.
Y para evitar la humedad, coloque en los armarios hojas de laurel. Son cosas
que todas nuestras abuelas han utilizado de forma natural y
funcionan. Lo que hay que evitar siempre son productos como insecticidas que
contengan agentes químicos”, explica la experta. En cuanto a cómo envolver la
ropa, la respuesta de Lucina es clara: “Nada de fundas de plástico. La
envoltura ideal es algodón sin tratar. Es lo que también hacían nuestras
abuelas, que usaban sábanas viejas para proteger los vestidos y la ropa.
También es muy útil para proteger los zapatos de tela, como pueden ser los de
la boda”.
IMÁGENES. Los negativos, las diapositivas y las imágenes ya impresas en
papel son materiales muy delicados. Sin embargo, como apunta Jorge García, jefe
de restauración del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, sí se puede
prolongar la vida de las fotos. “En mayor o menor medida, incluso las
diapositivas se van degradando, virando los colores y las imágenes se
desvanecen como parte de un proceso químico de envejecimiento natural. Pero en
cualquiera de sus soportes físicos, se pueden conservar si controlamos la luz,
la temperatura, la humedad, los ataque biológicos y químicos que les rodea. Han
de archivarse siempre en materiales especiales para la conservación de este
tipo de objetos”, explica el restaurador. Es decir, fundas y carpetas que estén
libres de ácidos. Los apaños baratos, como una caja de cartón en la que
organizar los negativos o las fotos, también valen, siempre que estén
elaborados sin cloro ni químicos. Siguiendo los consejos de Jorge García, es
necesario ubicar esas cajas en lugares donde no se condense el calor ni la
humedad ni donde les llegue la luz. Conviene limpiar de vez en cuando las
diapositivas y negativos con una pera de aire, separar las fotografías unas de
otras con papeles alcalinos, y manipularlas siempre con guantes de algodón
tratado. Nada de pasar la bayeta húmeda ni dejar la marca de las huellas
digitales sobre la foto.
En mayor o menor medida, incluso las diapositivas se van degradando,
virando los colores y las imágenes se desvanecen como parte de un proceso
químico de envejecimiento natural" (Jorge García, restaurador)
MONEDAS. Si usted ha heredado de su padre una colección de monedas
antiguas, siga los consejos de Mercedes López de Arriba, jefa de conservación
del Museo Casa de la
Moneda: “Hay que evitar el contacto de la moneda con el plástico de
los álbumes, porque condensa la humedad. Esta es el mayor enemigo, ya que puede
penetrar en el interior del metal, sobre todo en el cobre y el bronce,
produciendo focos de cloruros y carbonatos de un característico color verde que
producen una corrosión irrecuperable. La forma más adecuada para conservarlas
es mantenerlas en lugar seco. Si no es posible por las condiciones climáticas
de la zona, al menos hay que neutralizar las subidas bruscas de humedad
aislándolas del ambiente externo”. ¿Cómo? Protegiéndolas en cajas y envueltas
en tejidos especiales. “Los materiales más adecuados para guardarlas son los
que tienen pH neutro y no desprenden emanaciones nocivas, ya sean sobres de
papel, bandejas de fieltro o estuches. Una medida preventiva bastante eficaz
también es introducir bolsitas de gel de sílice en las cajas donde se guardan
las monedas”, explica la experta.
MATERIAL ORGÁNICO. Para atesorar los dientes de leche de los
hijos o los nietos comience por saber que estos recuerdos son estructuras
biológicas formadas por tejidos con distintos grados de mineralización y son
extremadamente sensibles. Contienen una mayor proporción de materia orgánica
que los definitivos y la escasa mineralización de la capa de esmalte, por
ejemplo, hace que sean menos resistentes a erosiones, golpes o manchas. Su
mayor porcentaje de materia orgánica y agua también aumenta el riesgo de que se
produzcan fisuras o puedan sufrir ataques biológicos por hongos o bacterias.
Según las recomendaciones que ofrecen los especialistas del departamento de
conservación del Instituto de
Patrimonio Cultural de España, para guardar los dientes de leche lo
más sensato es evitar fuentes de calor y luz, humedad alta o excesivamente
baja, y el contacto con las manos descubiertas. Se ha de envolver siempre en un
papel tisú o una tela fina blanca de algodón, dentro de una bolsa de
polietileno perforada. Jamás aplique barniz o cera, ni los ponga en contacto
con cajas metálicas ni de PVC.
PAPEL IMPRESO. Las tintas, especialmente si son de origen vegetal o animal, están
hechas con pigmentos muy sensibles a la luz solar directa y a la radiación
ultravioleta. Con el tiempo, pierden el tono, la intensidad y se empalidecen.
En el caso de las entradas de cine, conciertos y teatro, casi todas están ya
impresas sobre papel térmico que, como explica Arsenio Sánchez, conservador de
la Biblioteca Nacional de España,
es un soporte complicado: “La sustancia que genera el color en este tipo de
papeles está microencapsulada en diminutas esferas y dispersada en la
estructura del papel, de forma que solo se imprime la parte afectada por el
láser. Las microesferas no expuestas al punto de calor quedan intactas, es la
parte sin imprimir, pero en caso de calentar el papel, presionarlo o rozarlo
por accidente, estas esferas se rompen y manchan la superficie. Además, esta
tinta es extremadamente sensible a cualquier agente de deterioro: luz, calor,
humedad, contaminación, presión…”. Según el experto, la única posibilidad de
conservar bien la entrada de un concierto en papel térmico es reproducir el
original mediante una fotocopia y guardar esta. Otros papeles, como recortes de
periódicos, cartas o un dibujo, pueden permanecer en buen estado durante mucho
tiempo, como asegura el propio Arsenio: “Solo hay que mantenerlos en un
ambiente protegido, resguardados en cajas o carpetillas en un ambiente seco,
fresco y ventilado, libre de suciedad y protegido de la luz. Es un error
utilizar archivadores de plástico. Se cree que son buenos porque evitan el paso
del polvo, pero son químicamente muy agresivos hacia los objetos que deberían
proteger. Es preferible conservar lo que nos resulte valioso en sobres de papel
o en cuadernos”, aconseja el profesional.
VÍDEOS. Las cintas de vídeo del sistema Súper 8 tienen el inconveniente de
que la misma película en la que se filma es la misma que se revela. Es decir,
no existe un negativo aparte. Por eso, es importante manejarla con cuidado,
para no deteriorarla ni destruir el documento. Mercedes de la Fuente, jefa del
área de Fondos Fílmicos del Centro de Restauración y Conservación de la Filmoteca Española,
aconseja mantener un control sobre la temperatura y la humedad. “La humedad no
debe exceder ciertos límites (70 %), o aparecerán hongos que destruyen la
imagen provocando un daño irreversible. Las cintas jamás deben guardarse en
estanterías donde da el sol o cercanas a fuentes de calor, como radiadores. Y
debemos preservarlas de ambientes polvorientos. Tampoco es bueno colocar cerca
aparatos con electroimanes potentes, como transformadores. Pueden alterar la
alineación de los microimanes de las cintas magnéticas y borrarlas”. En
relación con las películas en VHS y Betamax, el soporte de la película es
poliéster, más resistente y elástico, y menos hidrófugo que el acetato de las
Súper 8, por eso, las condiciones de conservación no son tan estrictas: 20º a
22º de temperatura y una humedad del 50 % son suficientes. Aunque, eso sí, como
asegura Mercedes de la Fuente, “la capa magnética de la película
irremediablemente se deteriorará con el paso del tiempo".
Las cintas jamás deben guardarse en estanterías donde da el sol o
cercanas a fuentes de calor, como radiadores" (Mercedes de la Fuente, de
la Filmoteca Española)
FLORES. Pueden durar cientos de años si sabemos secarlas correctamente.
¿El requisito fundamental? Quitar la humedad al 100 %. Según Loli Fernández,
profesora de la Escuela Española de Arte Floral, “las rosas, peonías o
demás flores con volumen, deben ser atadas y colgadas bocabajo en un sitio que
esté seco, ventilado y oscuro. La oscuridad favorece que conserven mejor el
color. Y la ventilación también es buena, ya que cuanto más aire, más rápido va
a ser el secado”. Hay otro método que consigue que la flor quede seca gracias
al gel de sílice. “Podemos meter una rosa en un frasco de cristal, echarle gel
en polvo para que se filtre bien entre los pétalos y lo tapamos herméticamente.
En seis o siete días estará seca. Esta opción, además, también es buena para
posteriormente guardar la rosa dentro del recipiente acristalado como
decoración, ya que al exterior puede romperse con facilidad”, comenta la
experta. ¿Existen más trucos? Sí. Hacer marcapáginas con hojas secas,
colocándolas sobre una cartulina, y después, plastificarla. Elaborar cuadros,
de forma que el recuerdo se mantiene visible a la par que protegido del polvo.
O si se opta por hacer un centro de mesa y dejar las flores al aire libre,
“rociarles un poco de laca que dará adhesión a los pétalos y un tono más
brillante”.
Referencia bibliográfica (Zotero): País, Ediciones El. “Cómo conservar recuerdos.” EL PAÍS, October 24, 2014. http://elpais.com/elpais/2014/10/22/buenavida/1413988422_928257.html.
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