23 oct 2014
Ejercicio aeróbico intenso: una opción rápida para mejorar nuestra memoria
Según un estudio publicado este mes de octubre de 2014 en Acta Psychologica, el ejercicio aeróbico “agudo”, puede ser beneficioso para la formación de la memoria episódica (memoria a largo plazo o de formación de recuerdos).
Al leer esto pareciera que no se está diciendo nada nuevo, pues es casi universal reconocer que quienes practican ejercicio aeróbico con regularidad mejoran su condición física, así como también el rendimiento de su memoria y de su función cerebral. Sin embargo, les invitamos a detenerse en la palabra “agudo”.
Muchos estudios previos han demostrado que la memoria puede ser mejorada por varios meses (> 6) de ejercicios aeróbicos, como correr, montar en bicicleta o nadar. Sin embargo se ha empezado a estudiar sistemáticamente los efectos del ejercicio aeróbico a corto plazo.
De acuerdo a este interesante trabajo es posible conseguir los mismos efectos benéficos del ejercicio a largo plazo en un período mucho más corto, pero intenso, de ejercicios aeróbicos o de ejercicios de resistencia como levantamiento de pesas, flexiones y abdominales: 20 minutos dos veces a la semana.
Otro aspecto significativo de este trabajo es lo sencillo del diseño experimental en el cual no se hicieron costosas exploraciones con resonancia magnética funcional (que permite mostrar en imágenes las regiones cerebrales que ejecutan una tarea determinada), y sin embargo, los resultados dan una idea de qué áreas del cerebro podrían estar involucradas sustentando los beneficios de memoria inducidos por el ejercicio.
El efecto beneficioso del ejercicio en la memoria es causado porque produce una respuesta fisiológica similar a la producida por el estrés físico el cual está comprobado que aumenta la memoria episódica, particularmente cuando hay emociones involucradas.
En este trabajo se investigó si una sola sesión de ejercicio de resistencia puede producir beneficios de la memoria episódica 48 h más tarde.
Para el experimento se reclutaron 46 participantes (29 mujeres y 17 hombres) que fueron asignados al azar en dos grupos: activos y pasivos.
Para la primera parte del experimento a todos los participantes se les presentó una serie de 90 imágenes en una pantalla de ordenador. Se utilizaron imágenes IAPS (por sus siglas en inglés: International Affective Picture System que conforman una base de datos de más de 1000 imágenes a color que se utilizan para producir una gama de emociones).
Las fotos fueron clasificadas como a. Positivas (por ej. niños en un tobogán de agua, parejas felices el día de su boda, etc.), b. Negativas (imágenes dramáticas, por ej. cuerpos mutilados) y c. Neutras (por ej. relojes).
A continuación, los participantes pasaron a máquinas de ejercicios de resistencia para hacer flexiones de piernas. Los “activos” realizaron al menos 50 flexiones con el máximo esfuerzo personal de cada participante, el otro grupo (pasivo ó control) se sentaba en la máquina pero era la máquina la que movía sus piernas.
48 horas después de la ronda de ejercicio, los participantes regresaron al laboratorio y se les presentó una serie de 180 imágenes (las 90 originales y 90 nuevas fotos que veían por primera vez.)
Para evaluar la respuesta fisiológica al ejercicio se monitoreó el ritmo cardíaco y la presión arterial de cada uno de los participantes así como también se midió la alfa amilasa salival (un biomarcador de norepinefrina central que es un neurotransmisor relacionado con el estrés).
Para evaluar la memoria episódica emocional se les pidió a los participantes recordar las imágenes que habían visto.
El grupo control recordó el 50% de las fotos de la primera sesión mientras que los que habían hecho ejercicio con su esfuerzo personal recordaron alrededor del 60% de las imágenes. Es decir, el grupo “activo” que realizó el ejercicio tuvo mayor precisión global de reconocimiento de imágenes que el grupo pasivo (en una sola sesión).
Todos los participantes (activos y pasivos) tuvieron mejor desempeño en recordar las imágenes positivas y negativas que las neutras. Pero esto fue significativamente más cierto para los participantes activos.
Los investigadores sugieren que esto se debe a que las personas son más propensas a recordar las experiencias emocionales que siguen a un estrés a corto plazo.
Los autores concluyen que los ejercicios de resistencia al ser realizados durante la etapa de consolidación -cuando la memoria a corto plazo se convierte en la memoria a largo plazo-benefician la memoria.
La gran conclusión práctica es que no se requieren muchos meses ejercitándonos para dar a un impulso positivo a nuestro cerebro y mejorar la memoria, lo cual es otra excelente razón para ir al gimnasio.
Otro estudio reciente generó resultados muy alentadores acerca de los beneficios del ejercicio a corto plazo, si bien el período de estudio fue de 12 semanas: A Los participantes (adultos sedentarios entre 57 y 75 años) se les asignó un programa de entrenamiento físico aeróbico –bicicleta estática o cinta caminadora durante una hora, tres veces por semana durante 12 semanas– y un grupo control que siguió sin realizar ejercicio.
El grupo que se ejercitó mejoró el rendimiento de la memoria y hubo un incremento en el flujo sanguíneo del cerebro en el hipocampo, región que es afectada por la enfermedad de Alzheimer. En este caso se emplearon técnicas de imagen cerebral y se observó que en las personas del grupo que practicó ejercicio se mejoró el rendimiento de la memoria y se produjo previamente un incremento en el flujo sanguíneo del cerebro en el hipocampo.
Silve
Bear. “Ejercicio Aeróbico Intenso: Una Opción Rápida Para Mejorar Nuestra
Memoria.” Mirador Salud. Accessed October 23, 2014.
http://miradorsalud.com/site/ejercicio-aerobico-intenso-una-opcion-rapida-para-mejorar-nuestra-memoria/.
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