7 ago 2016

El desafío es enseñar a los que “no se dejan enseñar”

Por: Daniel Caraffini


Debate y capacitación. Un especialista abordó la necesidad del compromiso docente por una escuela para todos. Realidad social y “sensación” de más casos de violencia escolar. El reclamo unísono de los niños por la intervención de adultos.


¿Hay más violencia escolar o los casos hoy se hacen más visibles?

¿Falta acompañamiento de los adultos y de los padres? ¿Hay dudas sobre qué hay que hacer? ¿Cómo repercute la realidad social en las escuelas y cuál es el aporte que la institución y los docentes pueden realizar? ¿Qué piden los chicos, qué necesitan?

Sobre el eje de algunos de estos interrogantes, el licenciado en Educación Luis Cabeda, desarrolló una charla debate denominada Conflictividad social y educación en tiempos turbulentos.

“Los pibes están pidiendo realmente que los adultos hagan, intervengan, y valoran lo que los adultos hacen”, planteó el integrante de la Escuela de Capacitación de Ctera en línea con otra afirmación: “Los chicos pueden, pero solos no. Cuando decimos ‘a este chico no le interesa nada’ y no nos preguntamos qué le estamos proponiendo para que se interese… algo no está bien”. Y añadió: “El desafío docente es enseñar a los que no se dejan enseñar, a los que no quieren, a los que se agotan de estar sentados. Para ellos tenemos que pensar propuestas; a los buenos, a los que quieren aprender, les enseña cualquiera o aprenden a pesar de la escuela”.

Durante una entrevista con UNO, al término de la jornada, el profesional sostuvo que “los casos de violencia en la escuela son parte de conflictos que están fuera de ella”, y señaló que “hay un sobredimensionamiento” de los casos. “Antes el padre iba a la escuela, ahora concurre antes a un medio de comunicación”, citó en referencia, y también cuestionó que “todo lo que pasa se engloba como violencia escolar, y no todo es lo mismo”.

Planteó también la preocupación docente sobre cómo abordar situaciones conflictivas, y en ese marco señaló a la Guía Federal de Orientaciones Para la Intervención Educativa en Situaciones Relacionadas con la Vida Escolar, disponible en el Ministerio de Educación de la Nación. “Un docente no puede decir ‘no sé qué hacer’. Ahí plantea dónde recurrir, lo que no hay que dejar pasar, lo que uno se puede desentender; si viene un chico golpeado, no se puede mirar para otro lado; si viene un chico con moretones, el docente tiene que intervenir, no puede decir no me meto, es una cuestión familiar. Tenemos que defender a los pibes”.

“Los casos de violencia en la escuela son parte de conflictos que están fuera de la escuela. Es la violencia que aparece donde los chicos se encuentran con otros chicos. El bullying aparece en los boliches, en las escuelas, en los clubes; en todos los lugares donde los chicos se encuentran, pueden aparecer situaciones de hostigamiento de un grupo a otro, que a veces es verbal o físico. En realidad, hay como una excesiva difusión de estos casos que antes  y siempre ocurrían en las escuelas, y que no tenían esta masividad y presencia en los medios de comunicación y donde rápidamente todo se nombra de la misma manera. Así como en el contexto social general de inseguridad se nombra igual al que roba un celular y al que mata, y parece que todo es lo mismo. Y no lo es; del mismo modo en las escuelas todo queda englobado en término de violencia escolar y la verdad hay cosas muy diferentes. Una cosa, como pasó puntualmente en Carmen de Patagones que un chico mata a compañeros y dos o tres casos muy puntuales en el país, y otra cosa es la cotidianeidad, donde a veces las cosas se resuelven físicamente y no a través de las palabras. Por eso lo que nosotros intentamos es revalorizar el lugar de la palabra como posibilidad de simbolizar el conflicto y la diferencia, para no tener que llegar a resolverlo de modo violento.

—¿En la charla qué se abordó como violencia escolar?
—Chicos agredidos, golpeados. Yo contaba el caso de un noticiero de Telefé que termina un bloque con el periodista diciendo ‘otra vez la violencia en la escuela’. Y de lo que se trataba era de tres chicas que se habían peleado, y a una la habían arañado, y estaban en la televisión nacional. Un caso que antes el papá hubiera ido a reclamar a la directora, ahora en lugar de ir al establecimiento, llama al canal, y el canal lo multiplica como si fuera una cuestión exorbitante. Sobredimensiona el acto. No quiero decir que no ocurran situaciones desagradables y que uno podría decir violentas; pero la verdad es que están muy sobredimensionadas.
Yo lo que les decía a los compañeros es que mientras podamos recordar casos muy puntuales como Pan Triste de Rafael Calzada o Junior de Carmen de Patagones, o el chico de Bariloche, mientras podamos nombrar cosas puntuales, quiere decir que no está extendido. Eso mismo de poder nombrar casos puntuales nos hace ver que no sean extendidos.

—Sin embargo usted citó casos extremos, pero la violencia tiene distintas formas.
—Pero cuando aparecen casos de violencia aparecen en nuestro imaginario esos casos. Como si en todos los casos estuviéramos hablando de un chico que entra y mata. Y no, estamos hablando de un país que tiene 12 millones de alumnos, y estamos hablando de dos tres casos que tuvieron muertes, que fueron gravísimos, pero no es lo extendido. Porque a partir de allí se comienzan a tejer reflexiones como que eso es lo que hacen hoy los chicos, donde no hay ley o no hay ninguna norma.

—¿Qué se les dice a los docentes ante los distintos tipos de casos de violencia que se puedan presentar en las aulas?
—Propuse que hay una guía que preparó el Ministerio de Educación hace dos años, con orientaciones específicas acerca de cómo actuar antes, cuando están apareciendo los primeros síntomas de algo que podría desembocar en un acto de violencia, cuando aparece un caso de agresión, qué hacer durante y después de que esto ocurre. Es una guía muy interesante, que tiene recomendaciones y cosas prácticas, no solo el marco teórico, que también es interesante, sino ideas concretas de qué hacer, cómo moverse, cómo convocar a los padres, presentarse a los juzgados, cuándo una escuela debe denunciar a un adulto, son muchos casos que se han dado históricamente en las escuelas, que no es un tema de ahora. La violencia en la escuela no es de ahora, es de todos los tiempos, lo que pasa es que antes la monopolizaban los adultos.

—Y lo que ocurre es que ante una cada vez mayor complejidad social, resulta más complicado también saber cómo actuar.
—La capacitación es un hecho que se da en forma permanente, uno nunca está preparado siempre para todo. Uno se formó, sobre todo en la Secundaria, para una escuela que era elitista, que era para unos pocos, para chicos prolijos, de buenas costumbres; y había chicos que no encajaban en eso, no eran respetuosos de las normas, que no estudiaban o no venían con las tareas hechas, sus padres no iban a las reuniones de la escuela, y a esos se los echaba y listo, no teníamos problemas. Así, teníamos cinco 1º y un solo 5º. Hoy la propuesta, o por lo menos hasta el año pasado, era diferente: queríamos a todos los chicos dentro de la escuela y yo creo que hay que seguir peleando con eso; todos los chicos tienen derecho a estar en la escuela, y esto significa que entran a la escuela chicos con otras dificultades que nosotros no estábamos acostumbrados a lidiar. Pero lo que hay que aprender es a lidiar con eso y no a echar a los chicos. Así la  solución es muy fácil, y nos quedamos con los buenos; y a los buenos, al chico que quiere aprender, le enseña cualquiera; es más, no necesitan profesores e incluso aprenden a pesar de la escuela. El desafío es enseñarles a los otros, a los que no quieren, a los que no se dejan enseñar, a lo que no pueden sostener estar muchas horas sentados, a los que se agotan fácilmente. Para esos tenemos que pensar propuestas.

—Es enfrentarse a una realidad social cada vez más compleja.
—Claro, es más, con las políticas de ajuste y despidos que se están aplicando en estos meses, si siguen en esta línea, cada vez será peor. El conflicto que va a estallar en las escuelas será mucho peor; el contexto social va a dar que el chico llegue enojado, mal comido, más preocupado porque en la casa no saben cómo van a  pagar la luz. Creo que sin dudas va a repercutir. Cuando el conflicto se agrava, cuando los sectores populares son expulsados de los bienes y distribución de la riqueza, lo que queda es el conflicto, y ese conflicto va a entrar a la escuela.

—¿Qué transmiten los docentes en este tipo de charlas e intercambios de experiencias y reflexiones?
—Estos espacios son donde uno se da cuenta de las cosas que le pasan cotidianamente. Uno muchas veces está metido en la cotidianeidad no ves el modo en que atendés a los padres, a los chicos, lo que esperamos de los chicos, de las otras instituciones. Se pierde la perspectiva y estos espacios de discusión permiten armar un paréntesis y pensar otras claves. Hoy hicimos un ejercicio con preguntas que se les formularon a 26.000 chicos de todo el país, y los docentes estaban sorprendidos de la valoración que tenían los chicos de la escuela. Yo les pedí que opinaran acerca del interrogante que se les formuló a los alumnos sobre cuánto creían que los adultos ayudaban en las situaciones de conflicto: el docente que más se jugó hoy en la charla dijo que el 70% de los chicos decía que la intervención de los adultos valía la pena. Y los chicos habían dicho en un 98% que es buena la intervención de los adultos en la escuela. O sea que los pibes piden adultos, no que manden, que tengan otra palabra, que a partir de su propia experiencia y recorrido, que a partir de otra formación tengan otro pensamiento e intervengan. Este ejercicio fue interesante porque puso sobre la mesa cómo los pibes están pidiendo realmente que los adultos hagan, y valoran lo que los adultos hacen.

—Es evitar el dejar hacer.
—Sí, porque es la peor estrategia. Dejar hacer, dejar que suceda, y creo que los docentes, mal que mal, ponen el cuerpo. A veces con pocas herramientas y creo que esta Guía es una herramienta que no está conocida; por eso dije que hay que hacer difusión de ella, hay mucho material. Hay sugerencias muy interesantes y de avanzada. Y es muy bueno y tranquilizador cuando el docente dice ‘no sé qué hacer’, porque se le puede decir al docente ahí tenés la guía sobre lo que tenés que hacer, a dónde recurrir, lo que no hay que dejar pasar, lo que uno se puede desentender; si viene un chico golpeado, no se puede mirar para otro lado; si viene un chico con moretones, el docente tiene que intervenir, no puede decir no me meto, es una cuestión familiar. No es así, tenemos que defender a los pibes.
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Guía para actuar en situaciones complejas

La Guía Federal de Orientaciones para la Intervención en Situaciones Complejas Relacionadas con la Vida Escolar fue elaborada por el Ministerio de Educación en 2014. “Les dije hoy a los compañeros, hay que difundirla y militarla, porque es muy interesante, con herramientas y aspectos muy prácticos”, planteó Luis Cabeda.

Consta de 27 páginas con fundamentos teóricos y ejercicios y estrategias prácticas para abordar situaciones de agresiones físicas a alumnos y docentes, jóvenes armados en la escuela, noviazgos violentos y maltrato intrafamiliar, entre otros casos.

Plantea que “las respuestas violentas de las alumnas y los alumnos se producen en muchas ocasiones frente a la supresión o negación del conflicto, frente a la falta de reconocimiento de las posibilidades del estudiante (fortalecimiento de la autoestima), frente a la negación de las diferencias, frente a la ausencia de proyectos y a la falta de intervención de las personas adultas; situaciones para una necesaria y oportuna intervención transformadora por parte de la escuela”.

Aborda, por ejemplo, la realidad de las redes sociales. “Se debe sensibilizar al estudiantado acerca de que lo que se expresa ‘en la red’ queda expuesto y para que comprendan que la distancia física no expresada en lo virtual no disminuye la magnitud de los dichos”. Y cita cómo proceder o intervenir por medio de denuncias o bloqueos a grupos y personas, en las redes sociales como Facebook, Twitter, Google, Blogger, Sónico, Taringa.
Plantea estrategias pedagógicas e intervenciones en materia de respeto a la diversidad de género, y protocolo de actuación ante agresiones físicas a alumnos y docentes, jóvenes armados en la escuela, noviazgos violentos y maltrato intrafamiliar.
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La idea actual de evaluar alumnos y docentes
“Estoy muy preocupado porque las políticas nacionales más importantes que se venían realizando se están discontinuando. Me preocupa que estén preocupados por los valores que puedan desarrollar los chicos para la evaluación internacional Prisa, que es tramposa y proveniente de los centros capitalistas más poderosos, tratando de descubrir dónde se puede contratar mano de obra barata, a nivel planetario. Me preocupa que no están preocupados para que todos aprendan, sino para que diferenciar quiénes son mejores y sean los que mandan, y quiénes son los que saben menos, y qué mejor que sepan menos para explotarlos mejor.

—Ocurre lo mismo con los anuncios de evaluación docente.
—El programa nacional de formación docente vigente hasta el año pasado, lo que hacía era no desconfiar de los docentes, sino capacitarlos. Cuando uno piensa que las evaluaciones docentes están pensadas para achicar los salarios, y que los docentes cobren según el rendimiento de las evaluaciones, tenemos un problema. Sobre todo cuando tenés docentes que trabajan en tres turnos, porque necesitan y no tienen espacios de formación importante. Entonces aquel que tiene la capacidad económica de poder trabajar en un solo lugar y capacitarse y pagar cursos, va a poder capacitarse más e ir a las mejores escuelas. Y los maestros menos calificados irán a las escuelas donde los chicos aprenden menos, alimentando la brecha entre unas escuelas y otras.



Fuente bibliográfica
CARAFFINI, DANIEL, [sin fecha]. El desafío es enseñar a los que «no se dejan enseñar». Uno Entre Rios [en línea]. [Consulta: 7 agosto 2016]. Disponible en: http://www.unoentrerios.com.ar/el-desafio-es-ensenar-los-que-no-se-dejan-ensenar-n965069. 

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