Por: Héctor G. Barnés
Todos
lo sabemos: por mucho que nos concentremos en lo que leemos, apenas un par de
semanas después de terminar un libro, no recordamos casi nada. Hay solución
“No me
acuerdo ni de lo que comí ayer”; “sí, esa película la vi hace poco, pero no
estoy seguro de cómo terminaba”; “leo mucho, pero los libros se me olvidan nada
más acabarlos”. Estas son tres frases que oímos de manera habitual en nuestro
día a y a día, y que vienen a resumir una triste realidad: cada vez nos cuesta más recordar nuestras experiencias. Muy
probablemente, porque apenas causan un impacto en nosotros. Comemos, vemos una
película o leemos un libro para
olvidarlo casi en el acto, en cuanto pasamos a otra cosa.
La única
manera de conseguir que esto no ocurra es convertir la lectura en algo
significativo, de igual manera que ocurre con los niños cuando aprenden algo
nuevo. Hay mucho escrito sobre las pequeñas estrategias que se pueden adoptar
para conseguir recordar lo que se ha leído, así que a continuación recogemos
algunas de las más útiles si no queremos que la lectura se convierta en
un acto tan inocuo e insípido como beber un vaso de
agua.
Lo mejor que puedes hacer es resumir el
libro y reenviarte periódicamente un email con lo más importante que has
aprendido.
Recapitula y mándate un correo electrónico
De entre
todas las estrategias personales que se han desarrollado para memorizar lo
leído, quizá esta que Shay Howe de BellyCard expone en 'Medium' sea
una de las más interesantes, ya que le ha permitido leer un libro cada dos
semanas y estrujar al máximo su contenido. Su método consiste, básicamente, en subrayar lo más importante. Poco
sorprendente, ya que es lo que recomiendan la mayor parte de expertos.
Sin
embargo, para Howe esto no es más que el principio: una vez terminado el libro,
merece la pena releer lo destacado, con el objetivo
de “reforzar las lecciones y los conceptos clave”. Con una hora debería ser
suficiente. Una vez terminado, el directivo hace un resumen por escrito en un correo electrónico y se lo envía
a sí mismo. Howe no se corta a la hora de enriquecer el texto con gráficas,
infografías o fotografías de las páginas del libro.
La cosa
no termina ahí. No solo se envía una copia del resumen, sino que, además,
programa el servicio de correo electrónico para volver a recibirlo un tiempo
después. “La mayor parte de las veces, estos emails llegan cuando mis recuerdos
del libro empiezan a desvanecerse, igual que mi instinto para aplicar lo
aprendido”, explica. “¡El momento
perfecto! Entonces lo vuelvo a programar
para reenviármelo en una fecha posterior”. Howe sigue haciendo lo
mismo a medida que pasa el tiempo, con el objetivo de refrescar periódicamente
lo aprendido.
Toma notas
La
táctica de memorización más
habitual. Si no quieres pintarrajear las páginas de tu libro –algo razonable–,
siempre puedes tomar notas en post-it o en un cuaderno aparte, aunque en este
caso se pierda la capacidad
de interactuar con el objeto-libro. Como explica un artículo
publicado en 'Business Insider' a partir de las opiniones de los usuarios de
'Quora', nunca debemos leer sin un lápiz en la mano. “Subraya las frases que
encuentres confusas, interesantes, o importantes”, señala uno de ello. “Traza
líneas en el margen de los párrafos más importantes. Dibuja diagramas para ver
la estructura de las ideas clave”.
Si no eres capaz de contarle a otra persona
lo que acabas de leer, es porque no lo has entendido lo suficientemente bien y
lo vas a olvidar
Hazte preguntas
Piensa
en el libro como en un examen que debes
aprobar, pero sin la carga estresante asociada a estas pruebas.
¿Cuál es la principal idea de lo que acabo de leer? En caso de que se trate de
una novela, ¿cuáles son las motivaciones de los protagonistas? Es algo muy
semejante al papel que juegan las preguntas sobre comprensión escrita en los
libros de texto de los alumnos de un colegio. Si nos cuesta desarrollar
preguntas, podemos utilizar otra estrategia, que es contárselo a los demás. Al ordenar y sintetizar la
información para explicarla de manera oral, estamos obligados a interactuar con
ella y no ser simplemente receptores pasivos de lo que hemos leído. Si no eres
capaz de hacerlo es porque, aunque pienses que sí, no has sido capaz de
entenderlo.
Impresión, asociación y repetición
Los tres
pasos de la memorización, según explica un usuario de 'Stack Exchange'. Por lo
general, la mayor parte de nosotros nos quedamos en el primer paso, es decir,
con la impresión que ha causado en nosotros lo que hemos leído. Por eso solemos
recordar si una novela o una película nos han gustado, pero no podemos decir por qué.
Más
complicado resulta pasar a la asociación,
es decir, enlazar lo que hemos leído con lo que ya conocemos, y a la repetición. Es tan simple como volver sobre el mismo
material hasta que conseguimos retener lo más importante. Como no tenemos
tiempo para releer un libro una y otra vez, basta con volver sobre lo
subrayado, lo que nos devuelve al consejo inicial de Howe.
Lee en diagonal primero
Puede
parecer un consejo muy poco útil. ¿De verdad merece la pena echar un vistazo a
todo el libro antes de meternos en profundidad en él? El doctor Bill
Klemm, profesor de Neurociencia de la Universidad de Texas
A&M, considera que sí, especialmente si (obviamente) se trata de género
ensayístico. “Todo material que deba ser estudiado con cuidado debe ser
leído por encima primero”, explica.
No debemos pegarnos atracones que nos
dejarán resaca lectora. Es decir, dolor de cabeza y ni un solo recuerdo de lo
que leímos la noche anterior.
Tres son
las ventajas de este método: favorece el
recuerdo cuando nos sumergimos en el texto por segunda vez; orienta el pensamiento, porque te ayuda a conocer
dónde se encuentra lo más importante; y, sobre todo, proporciona una idea general del texto en el que
estás a punto de sumergirte, lo que hace más fácil recordarlo más tarde. Ni qué
decir tiene que, cuanto más visual sea el libro (como ocurre con un manual),
más útil es esta estrategia.
Piensa en imágenes
Una
metodología muy parecida a la de las mansiones
de la memoria de la que ya hablamos aquí. Nuestra memoria es mucho más
visual que verbal o numérica, por lo que transformar las palabras que leemos en
imágenes puede ayudarnos a recordarlas. “Una imagen puede no
valer por mil palabras, pero sí puede capturar la esencia de docenas de ellas”, explica
el profesor Klemm.
El
profesor también recomienda utilizar una estrategia similar a la de los
actores cuando memorizan un texto. Estos, recuerda, no lo aprenden palabra por
palabra, sino que se meten en ello,
“estudiando el significado del guión en profundidad, lo que parece que produce
una memorización automática”. Conferir un significado concreto y meterse en el
texto es la manera más sencilla de recordar aquello que se debe repetir más
tarde.
No te pases
¿Quieres
recordar lo que has leído? Pues más vale poco
y bien que mucho y mal.
Todos hemos reconocido en un momento u otro que, con el advenimiento de los
teléfonos móviles y otros dispositivos, nos cuesta mucho más concentrarnos.
Por eso debemos ser conscientes
de nuestros límites y no pegarnos atracones que no nos dejarán más que una
resaca lectora (es decir, dolor de cabeza y ni un solo recuerdo de lo que
leímos la noche anterior). Aunque Klemm tira por lo bajo y propone períodos muy
cortos, de entre 10 y 15 minutos –intenta terminar “Guerra y paz” a ese ritmo–,
cada cual debe conocer su límite, que irá aumentando a medida que adoptemos
mejores hábitos de lectura. Otro truco es parar cada X tiempo (aquí sí que
viene bien el cuarto de hora) para reflexionar sobre aquello que acabamos de
leer.
Fuente bibliográfica
BARNÉS, HÉCTOR G., 13-11-2016. Cómo conseguir que no se te olvide nada de lo que lees. Noticias de Alma, Corazón, Vida. El Confidencial [en línea]. [Consulta: 15 noviembre 2016]. Disponible en: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-11-13/recordar-libros-memoria_1287642/.
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