Hace unos días me encontré con una buena amiga. Me detuve para preguntarle qué tal le iba y saber cómo estaba su familia. Puso los ojos en blanco, miró hacia arriba y en voz baja suspiró: “Estoy muy ocupada… muy ocupada… demasiadas cosas ahora mismo”. Poco después me encontré con otro amigo y le pregunté qué tal estaba. De nuevo con el mismo tono, la misma respuesta: “Estoy muy ocupado, tengo mucho que hacer”. Se le notaba cansado, incluso exhausto.
28 sept 2017
La enfermedad de estar ocupado
Hace unos días me encontré con una buena amiga. Me detuve para preguntarle qué tal le iba y saber cómo estaba su familia. Puso los ojos en blanco, miró hacia arriba y en voz baja suspiró: “Estoy muy ocupada… muy ocupada… demasiadas cosas ahora mismo”. Poco después me encontré con otro amigo y le pregunté qué tal estaba. De nuevo con el mismo tono, la misma respuesta: “Estoy muy ocupado, tengo mucho que hacer”. Se le notaba cansado, incluso exhausto.
Y no
sólo nos pasa a los adultos. Cuando nos mudamos hace diez años, estábamos
emocionados por cambiarnos a una ciudad con buenos colegios. Encontramos un
buen vecindario con mucha diversidad de gente y muchas familias. Todo estaba
bien. Después de instalarnos, visitamos a uno de nuestros amables vecinos y
les preguntamos si nuestras hijas podrían conocerse y jugar juntas. La madre,
una persona realmente encantadora, cogió su teléfono y empezó a mirar la
agenda. Pasó un rato deslizando la pantalla y al final dijo: “Tiene un hueco de
45 minutos en las próximas dos semanas. El resto del tiempo tiene gimnasia,
piano y clases de canto. Está muy ocupada”. Los hábitos destructivos
empiezan pronto, muy pronto.
¿Cómo
hemos terminado viviendo así? ¿Por qué nos hacemos esto a nosotros mismos? ¿Por
qué se lo hacemos a nuestros hijos? ¿Cuándo se nos olvidó que somos seres humanos y no “haceres humanos”?
¿Qué pasó con el mundo en el que los
niños se ensuciaban con barro, lo ponían todo perdido y a veces se aburrían?
¿Tenemos que quererlos tanto como para sobrecargarlos de tareas y hacerles
sentir tan estresados como nosotros?
¿Qué pasó con el mundo en el que
podíamos sentarnos con la gente que más queremos y tener largas conversaciones
sobre nosotros mismos, sin prisa por terminar? ¿Cómo hemos creado un mundo
en el que tenemos más y más cosas que hacer con menos tiempo libre (en
general), menos tiempo para reflexionar, menos tiempo para simplemente…
ser? “Una vida sin examen, no merece ser vivida”.
¿Cómo se supone que podemos vivir, reflexionar, ser o convertirnos en
humanos completos si estamos constantemente ocupados?
Esta
enfermedad de estar “ocupado” es intrínsecamente destructiva para
nuestra salud y bienestar. Debilita la capacidad de concentrarnos completamente
en quienes más queremos y nos separa de convertirnos en el tipo de sociedad que
tan desesperadamente clamamos.
Desde
los años 50 hemos tenido tantas innovaciones tecnológicas que nos prometimos
hacer nuestras vidas más fáciles, más rápidas, más sencillas. Aun así, hoy no
tenemos más tiempo disponible que hace algunas décadas. Para algunos de
nosotros, “los privilegiados”, las líneas entre el trabajo y la vida personal
desaparecen. Siempre estamos con algún aparato. Todo el tiempo. Tener un
smartphone o un ordenador portátil significa que deja de existir la división
entre la oficina y nuestra casa. Cuando los niños se van a la cama, nosotros
nos conectamos.
Una de
mis rutinas diarias es revisar una avalancha de correos. Me suelo referir a
esto como “mi yihad contra el correo”. Estoy constantemente enterrado bajo cientos
y cientos de correos, y no tengo ni la más remota idea de cómo detenerlo. He
intentado diferentes técnicas: respondiendo sólo por las mañanas, no
respondiendo los fines de semana, diciéndole a la gente que nos comuniquemos
cara a cara. Pero siguen llegando; correos personales, correos del trabajo. Y
la gente espera una respuesta a esos correos. Ahora, resulta que quien está
demasiado ocupado soy yo.
La
realidad es muy diferente para otros. Para algunos, tener dos trabajos en
sectores mal pagados es la única forma de mantener una familia a flote.
Los
viejos modelos (incluyendo el del núcleo familiar sólo con un padre trabajando,
si es que tal cosa alguna vez existió) ha pasado de largo para muchos de
nosotros. Sabemos que existe una mayoría de familias en las que la unidad
familiar está separada o con ambos padres trabajando. Y no funciona. No
tiene que ser así. En muchas culturas musulmanas, cuando quieres
preguntarle a alguien qué tal le va, dices: en árabe,¿Kayf haal-ik? o, en
persa, ¿Haal-e shomaa chetoreh? ¿Cómo
está tu haal?
¿Qué es ese haal por el que preguntas? Es una palabra para preguntar por el estado transitorio
del corazón de
uno. En realidad preguntamos ¿Cómo está tu corazón en este momento exacto, en
este mismo suspiro? Cuando nosotros preguntamos ¿Qué tal estás?, esto es
exactamente lo que queremos saber de la otra persona.
No
pregunto cuantas cosas tienes por hacer, no pregunto cuantos correos tienes
pendientes de leer. Quiero saber cómo estás en este preciso momento. Cuéntame.
Dime que tu corazón está contento, dime que tu corazón está dolorido, que está
triste y que necesita contacto humano. Examina tu propio corazón, explora tu
alma y después cuéntame algo sobre ambos.
Dime que
recuerdas que sigues siendo un ser humano, no sólo un “hacer” humano. Dime que eres algo
más que una máquina completando tareas. Ten esa charla, ese contacto. Ten una
conversación sanadora, aquí y ahora. Pon tu mano en mi hombro, mírame
a los ojos y conecta conmigo por un segundo. Cuéntame algo sobre tu corazón y
despierta al mío. Ayúdame a recordar que yo también soy un ser humano pleno que
necesita contacto con otros humanos.
Enseño
en una universidad en la que hay muchos estudiantes orgullosos de si mismos con
el estilo de vida “estudiar mucho, desfasar mucho”. Esto probablemente podría
ser un reflejo de buena parte de nuestro estilo de vida. No tengo
soluciones mágicas. Lo único que sé es
que estamos perdiendo la capacidad de vivir una vida plena. Necesitamos
una relación diferente con el trabajo y la tecnología. Sabemos lo que queremos:
una vida con significado, sentido de humanidad y una existencia justa. No es
sólo tener cosas. Queremos ser completamente humanos.
¿Cómo se supone que vamos a examinar los
rincones oscuros de nuestra alma si no tenemos tiempo? ¿Cómo podremos vivir una vida sujeta a examen?
Siempre
soy prisionero de la esperanza, pero me pregunto si estamos dispuestos a
reflexionar sobre cómo hacerlo y sobre cómo vivir de otra manera. De alguna
forma, necesitamos un modelo diferente de reorganización individual, social,
familiar y humanitario.
Quiero
que mis hijos se ensucien, que lo ensucien todo y que incluso se aburran.
Quiero que tengamos un tipo de existencia en el que podamos detenernos por un
momento, mirar a otras personas a los ojos, tocarnos y preguntarnos mutuamente
¿cómo está tu corazón?. Me estoy tomando tiempo para reflexionar sobre mi
propia existencia; estoy lo suficientemente en contacto con mi propio corazón y
alma para saber cómo me siento y para saber cómo expresarlo. ¿Cómo está tu
corazón hoy? Déjame insistir en un tipo de conexión humano a humano en la
que cuando uno de nosotros responda “Estoy
muy ocupado”, podamos responder “Lo sé”. Todos lo estamos. Pero quiero saber
cómo está tu corazón”.
“Se necesita más coraje para escudriñar los
rincones oscuros de tu propia alma que para luchar en un campo de batalla”.
Fuente bibliográfica
La enfermedad de estar ocupado. Consejos del Conejo [en línea], 2016. [Consulta: 29 septiembre 2017]. Disponible en: https://consejosdelconejo.com/2016/01/26/la-enfermedad-de-estar-ocupado/.
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1 comentario :
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