Alumnos de Arroyito organizan cafés literarios con concurrencia masiva. El Gobierno nacional los distinguió, junto al Cedilij.
María Laura Ferrero
Corresponsalía
Arroyito. Para los jóvenes de la era tecnológica acostumbrados a aparatos cada vez más pequeños, con mayor capacidad para almacenar información y con atractivas multifunciones, los libros parecen estar relegados y sin chances de salir de las bibliotecas.
Pero los docentes y estudiantes del nivel medio de la Escuela Dalmacio Vélez Sársfield, de Arroyito –ciudad ubicada a 111 kilómetros al este de la capital cordobesa–, revirtieron esta situación y crearon un proyecto, a través del cual promocionan la lectura, trascendiendo el ámbito escolar para llegar a toda la población.
Desde 2003, los alumnos de sexto año tienen a su cargo la organización de un café literario, que se realiza en una reconocida confitería de la ciudad. Cada sábado, a partir de mitad de año, los jóvenes se reúnen e invitan a sus compañeros y vecinos a participar del encuentro, en donde se comparte la obra de un reconocido escritor.
Carina Masciangelo, profesora de Lengua y Literatura y creadora de esta iniciativa, precisó que “este proyecto del café literario es integrador porque abarca las materias de la especialidad orientadas en la Producción de Bienes y Servicios con las otras asignaturas básicas como Lengua y Literatura”.
La docente explicó que “cada grupo de alumnos forma una empresa para organizar y poder llevar a cabo el evento”. “Pero el objeto de esta empresa –agregó- no es ganar dinero ni perseguir fines de lucro, sino que su meta principal es instalar esta actividad cultural y generar un espacio de promoción del libro y la lectura dentro de la comunidad”.
Al fin del año lectivo, la profesora señaló que “cada grupo presenta y defiende oralmente ante el plantel docente su “plan de negocio”, que fue elaborado con los conocimientos de las distintas asignaturas y los resultados de la experiencia del café”.
Este exitoso proyecto que permitió que los jóvenes y sus familiares se acerquen a los libros será expuesto el próximo viernes en la 34° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. También será uno de los dos representantes del interior del país en el concurso nacional Vivalectura 2008, organizado por el Ministerio de Educación de la Nación y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), con la cooperación de la Fundación Santillana. La otra entidad cordobesa premiada es el Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil (Cedilij).
Motivar la lectura. Para estimular y motivar la lectura entre los jóvenes, la docente accede y permite que cada grupo seleccione el autor que trabajará durante el encuentro. “A los chicos se les da total libertad para elegir el escritor de acuerdo a sus conocimientos previos, gustos y curiosidades”, aclaró Masciangelo. “En el aula –continuó– se comienza a estudiar su obra y todos los integrantes tienen que leerla, para poder elegir la temática en que se basará el café literario”.
Después de este primer paso, se empieza a armar la puesta en escena. Los alumnos se deben encargar de la ambientación, confección de las invitaciones y las propuestas gastronómicas, que tienen que estar relacionadas con las obras seleccionadas. “Acá comienzan a surgir las texturas, olores, sabores y colores de cada texto. Trabajamos en las estrategias que vamos a implementar para estimular y despertar las emociones y sensaciones de los participantes del café”, indicó la docente. “El año pasado, unos alumnos trabajaron Atahualpa Yupanqui y ambientaron el salón con elementos campestres, las invitaciones se hicieron con papel rústico y se sirvieron empanadas”, comentó como ejemplo.
Durante el encuentro, los alumnos van cumpliendo diferentes roles dentro de la organización. “Todos tienen ganas de participar y de ser parte del café. Es muy lindo ver cómo los maestros de ceremonias pasan a atender las mesas y los mozos van al frente a leer un fragmento de la obra”, dijo la docente.
Los resultados son asombrosos. Según los registros, más de 80 personas colman el local y asisten a cada una de estas tertulias literarias.
Masciangelo destacó el interés y la motivación que los chicos despiertan y transmiten a sus familiares. “Tuvimos casos de abuelos que hicieron más de 150 kilómetros para estar presentes en el café que organizó un nieto”, contó emocionada la maestra.
También indicó que recibe correos electrónicos de ex alumnos –que están cursando en la universidad–, quienes agradecen por haberles hecho descubrir un nuevo mundo a través de la lectura. “Uno de estos chicos trabajó con su grupo a Eduardo Galeano y cuando leyeron Las venas abiertas de América Latina y el Libro de los abrazos se devoraron los textos y me pedían más títulos para leer”, recordó orgullosa la docente.
Fuente: http://www2.lavoz.com.ar/nota.asp?nota_id=187237
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