Ser docente hoy implica, entre otras cosas, ser capaces de utilizar los “cuerpos de conocimiento”[1] que representan las TIC. Con esa finalidad, el año pasado decidí apelar a dos propuestas que tuvieran en cuenta los recursos, soportes y lenguaje de Internet. Este artículo es un modo de pensar esa experiencia como práctica de enseñanza.
[1] En La escuela y las nuevas alfabetizaciones, artículo realizado por Inés Dussel y Myriam Southwell, El Monitor de la Educación, Revista el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Nº 13, 5ta. Época, julio/agosto 2007.
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Visitas web
Otra experiencia interesante fue visitar sitios web con contenidos didácticos. Luego de pasar por www.imaginaria.com.ar entré en www.chicosyescritores.org; ni bien “piqué” (Clickeé, uf) me encontré de lleno con una imagen muy sugerente: aparecieron dibujados dos chicos de apariencia antitética: uno, con los típicos lentes que simbolizan al estudioso; el otro, con vestimenta y corte de pelo al estilo “vago” (en el buen sentido). Ambos estaban abriendo una puerta.
Si algo caracteriza a la navegación por Internet es la selección; se puede optar por “entrar” en chicos, o entrar en escritores. Yo elegí la primera opción. No puedo imaginar algo más dinámico que la serie de animaciones y ventanitas de atractivo colorido y diseño juvenil que aparecen una vez que se accede; cuando terminan de estallar los cartelitos, uno se encuentra con que los caminos que pueden tomarse…¡son más de diez!: “Tu texto para la red”; “Leer y compartir”; “Tabajando con”; “Noticias del FCE”; “Avisos importantes”; “Concursos”; “El lugar Secreto”; “Regístrate”; y luego el “dedito índice” que surge de la aplicación del mouse se convierte en un “Recomiéndanos”, “Contáctanos”, “Quiénes somos”, “Carta a los adultos” y más abajo, dos anuncios (de auspiciantes, supongo: hay que entrar para saber). También puede decidirse volver atrás, recomenzar y ver qué hay detrás de la otra “puerta”. Comprender que las palabras (subrayadas o con color) son puertas en la red, ya es un proceso mental nada desdeñable.
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El alumno, además de realizar sus propias elecciones al vincular palabra con imagen, puede enviar textos para publicar, participar en los concursos, leer libros recomendados (virtuales o no), conocer autores, en fin, un sinnúmero de posibilidades. De este modo, él debe trabajar activamente ante la propuesta de lectura y escritura que se le plantea, o sea que, ante esta situación asume la responsabilidad de navegar por el tópico seleccionado, iniciar recorridos y desvíos hipertextuales, leer y escribir. Toda una reestructuración de la conciencia, para usar un término de Gloria Pampillo[2].
A este respecto, dice también, J. Mayans I Planells: “destaca Murray que el ciberespacio pone al usuario ante una cantidad de información enciclopédica. Las posibilidades, los recursos y la capacidad de almacenamiento –de memorización- son casi infinitas, lo que resulta una peculiaridad de este medio.”
Además de sugerir a mis alumnos que visitaran esta página decidí apropiarme de uno de los recursos que aparecen en el rubro “Concursos”. Copié el cuento “Los tres deseos”, de Madame Le Prince e instalé el concurso en el aula, con resultados óptimos. Estimo que los “navegantes” que pudieron concursar desde la computadora iniciaron, de esta manera, un proceso de toma de conciencia de las infinitas posibilidades de participación que tienen en la red. Encima pudieron emitir su voto: todo un privilegio comunicativo cuya importancia no escapa a los adolescentes.
No es posible acceder a Internet y sustraerse al asombro, pero, también considero que el papel de mediador del docente en este aspecto es fundamental, puesto que el tránsito por la virtualidad puede resultar anárquico si no se conduce y acompaña en la navegación. Bien lo dice Régis Debray, citado por Gloria Pampillo cuando se refiere a la incidencia en la escuela por las nuevas tecnologías: “Sería un error creer que una cultura basada en la imagen puede dispensar del rigor del pensamiento discursivo y abstracto. En el fondo, lo da por descontado: una fotografía aérea nunca dirá nada a quien no tenga ciertas nociones de arqueología. Si no se enseña a leer un poco a los niños, nunca se les enseñará a ver. Si se coloca la difusión de los mensajes antes de la formación de las mentes, se empieza la casa por el tejado.”
En cuanto a las posibilidades de enseñanza y aprendizaje mediante las nuevas tecnologías, creo que opinar, recomendar un sitio –influir en otros chicos-, publicar los propios textos, son prácticas que favorecen la enseñanza.
Los sitios web con contenidos didácticos permiten una renovación de las prácticas de escritura aunque actúen, de alguna manera, en desmedro de la palabra desde que se destaca la importancia de los símbolos a través de la cultura de la imagen: pintura, cine, fotos, dibujos, iconografía.
Acaso el hipertexto sea la clave para gestar un hombre que aprehenda los problemas de la humanidad y, (también acaso) en ese mismo acto se acceda a la solución de los mismos.
BIBLIOGRAFÍA
BORGES JORGE LUIS, La biblioteca de Babel, en Ficciones. Madrid. Alianza. En web: http://sololiteratura.com/bor/borlabibliotecadebabel.htm.
PAMPILLO GLORIA, 2007, Oralidad, escritura e imagen. FLACSO, Buenos Aires.
MAYANS I PLANELLS, JOANGénero confuso: género chat, Revista TEXTOS de la CiberSociedad, 1. Temática Variada. Disponible en , 2000, http://www.cibersociedad.net
Jorge Luis Borges
Fuente: http://www.eldiadegualeguaychu.com.ar/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=34478&Itemid=166
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