Por: Enzo Abbagliatti
Vía el Twitter de la ALA llegué a The Internet needs a Dewey Decimal System (Internet necesita el Sistema de Clasificación Decimal Dewey), publicado en PC World y donde su autor, Phil Shapiro, da una serie de argumentos por los que Internet, como la conocemos hoy día, necesita estar clasificado bajo el sistema Dewey.
El principal argumento que nos da Shapiro es el tiempo que uno puede pasar navegando en la red en busca de algún dato de interés -en su caso encontrar un tipo muy específico de memoria flash-, tiempo que según el mismo autor se hubiera ahorrado si la información en Internet estuviera clasificada bajo el sistema Dewey.
El Sistema de Clasificación Decimal Dewey fue creado en 1876 por Melvil Dewey para dar respuesta a las necesidades de la biblioteca del Amherst College, donde él era bibliotecario. Dicho sistema permitió organizar los libros tomando en cuenta la relación existente entre las distintas materias; además, al ser un sistema decimal permitía hacer tantas subdivisiones como se fueran necesitando. No podemos negar la utilidad del sistema creado por Melvil Dewey hace más de 100 años, tan es así que muchas bibliotecas lo siguen utilizando, especialmente las bibliotecas públicas, como es el caso del sistema de bibliotecas públicas en México. Sin embargo, las preguntas que surgen aquí son: ¿realmente la información en internet fluiría mejor con un sistema de clasificación? ¿Es posible hoy en día organizar una web colaborativa con sistemas de clasificación pensados para bibliotecas? Y, de ser así, ¿éstos respondían a las necesidades de Internet? Francamente, lo dudo.
Al bibliotecario siempre se le ha acusado de utilizar esquemas sólo comprensibles para ellos mismos -llámese Dewey, LC o el nombre que le quieran poner- y, aunque no niego la utilidad que han representado los sistemas de clasificación, me atrevo a darles la razón: en un afán de orden nos alejamos de la simplicidad y la sencillez con la que se supone el usuario espera llegar a la información que le ofrece la biblioteca, de hecho, es una preocupación que anteriormente había planteado en ¿A quiénes sirven los sistemas de clasificación? Estoy a favor de que en las escuelas de bibliotecología o biblioteconomía los estudiantes conozcan los sistemas de clasificación y entiendan la importancia de los mismos, pero ya no como una manera de llegar a las bibliotecas -y mucho menos a Internet- a imponerlos, sino de saber adaptarlos a las necesidades de los usuarios de forma comprensible para estos.
Un sistema de clasificación ideal sería aquel que permitiera al bibliotecario la organización perfecta y al usuario la localización del material sin ninguna traba; me temo que mucho hemos fallado en el segundo punto. Entonces surge aquí otra interrogante: si los bibliotecarios nos diéramos a la titánica tarea que representa clasificar la información en Internet, ¿lograríamos facilitar el acceso a los usuarios? Si no lo hemos logrado con la clasificación tradicional en las bibliotecas, da para reflexionarlo con más detenimiento a la hora de llevarlo a Internet.
No debemos olvidar que el gran éxito de Internet no es sólo la cantidad de información almacenada, sino también que actualmente es colaborativa, es decir, todos participamos comentando, escribiendo y también etiquetando, lo cual permite una organización más cercana al usuario, con etiquetas que éste comprende y maneja; es cierto que en el camino, mucha de esta información ha quedado perdida por el mal uso de una etiqueta o la falta de la misma; sin embargo, no perdamos de vista que ahora es el usuario quien define qué va en dónde y se facilita a sí mismo el acceso a todo este mundo de información. ¿Para qué venir entonces a querer organizar con esquemas que no son propios de internet, no cumplen las expectativas y, lo que es más importante, cuando el usuario ya ha encontrado la manera de hacerlo?
Repito una vez más que no niego la importancia que la clasificación ha significado para la organización bibliotecaria, pero debemos entender que vivimos un momento distinto en cual todos participamos en la creación y organización de contenidos, por lo mismo, ya no es posible en pensarlo como una tarea exclusiva del bibliotecario/a. La principal preocupación de Shapiro en torno a la localización de información -o productos- tan específica en Internet no se resolverá aplicar el Sistema de Clasificación Dewey o cualquier otro que se maneje en bibliotecas, sino con la Web Semántica a la cual nos vamos acercando más, o mejor dicho, intentamos hacerlo, y en la cual debemos seguir trabajando.
Así que antes de pensar en la organización cerrada que tanto nos gusta, quizá debamos entender que ante Internet nuestro papel ya no es el de controlar, sino el de ser alfabetizar al usuario para así permitirle no solo el conocer, comprender, utilizar y explotar todas estas herramientas al máximo, sino también esté consciente de la importancia de organizar correctamente y con sus propios esquemas la información, lo cual redundará en un acercamiento certero a la misma. Se nos presenta pues, una oportunidad histórica para acercar de forma más gentil al usuario con la información que él mismo crea.
- Gerente de Proyecto Web en Fundación Democracia y Desarrollo
- Fuente: http://abbagliati.blogspot.com
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