El recolector cree que la verdad existe y está en internet, busca información porque un profesor se la pidió y sus habilidades son netamente instrumentales.
Esa es una de las tres categorías que identificó un estudio que realizaron las universidades Javeriana e Industrial de Santander (UIS) para medir en los alumnos una competencia que puede pasar desapercibida pero es esencial.
Se trata de la competencia en información o la alfabetización informacional. Alejandro Uribe Tirado, un docente antioqueño que es candidato al Doctorado en Documentación Científica de la Universidad de Granada en España, define las competencias informacionales como los "conocimientos, habilidades y actitudes que posibilitan a las personas o grupos a utilizar de manera eficiente y eficaz, crítica y ética, la información que facilitan las TIC y otras fuentes impresas, visuales, sonoras y demás (multimodal-multialfabetización), con el fin de generar conocimientos académicos, educativos, investigativos, laborales, profesionales, económicos, políticos, sociales, culturales, etc".
Ser competente en el asunto es vital, por ejemplo, para elegir por quién votar, seleccionar un sistema de pensiones, de salud, para estudiar. Así lo consideró Gloria Patricia Marciales Vivas, directora del Grupo Aprendizaje y Sociedad de la Información, el mismo que hizo el estudio en la Javeriana y la UIS.
La psicóloga Marciales cree que la competencia en la información incide en cómo una persona entiende el mundo y en eso influye la creencia, la motivación y la habilidad. El estudio que dirigió pretendió identificar cómo estaban en ese tema los universitarios de las dos instituciones, que son un grupo privilegiado de la sociedad porque acceden a la educación superior.
Además de los recolectores hallaron dos perfiles más. Los verificadores, que creen que la verdad puede ser relativa, se motivan a buscar información porque les sirve para la formación profesional y tienen la habilidad de contrastar fuentes. Los reflexivos, por su parte, creen que la verdad se construye y ellos puede participar en esa tarea, los motiva la idea de formarse para la vida, son capaces de formular preguntas y de filtrar información.
Un factor determinante en las categorías fue la familia, pues los reflexivos son criados en hogares donde se debate la información que dan los medios y se promociona la lectura, por ejemplo.
Gloria Patricia Marciales está segura de la importancia de la familia, pero coincide con Alejandro Tirado en que el desarrollo de esas competencias debe impulsarse en la educación formal, desde los primeros años escolares.
Tirado está, precisamente, recorriendo universidades iberoamericanas para investigar cómo trabajan en el tema. En su pesquisa entre 337 instituciones de Colombia ha encontrado que la alfabetización informacional apenas está iniciado. Solo 15 tienen experiencias específicas entre las que se destacan la Universidad de Antioquia, la Javeriana, la de la Sabana y la Universidad Externado de Colombia.
El informe de Tirado y Leonardo Machett's Penagos fue publicado por la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios e Instituciones. Se llama el Estado del Arte de la Alfabetización Informacional en Colombia 2010, donde el Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia aparece como la primera institución pública en el país en cuanto a desarrollo de programas de alfabetización informacional.
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