26 jun 2013
Una biblioteca que crece con su hijo
Ningún experto lo duda: el contacto con los libros es primordial desde la cuna. La lectura estimula el desarrollo de los niños, la imaginación, la creatividad, es una forma de afecto, les ayuda a conocer y entender el mundo que les rodea... Los libros son una forma privilegiada de atender a todas sus necesidades. Por eso, se aconseja a los padres que, desde que nacen, generen en sus hijos la sensación de que la lectura se produce en un ambiente bienestar.
Los libros ayudan en el conocimiento, pero no hay que olvidar que también ofrecen un contenido lúdico, es una forma de divertirse, de soñar, de imaginar, de reír... Y para cada edad, y para cada niño, hay libros acordes a su desarrollo. Que sean grandes lectores dependerá en gran parte de los padres. Ellos deben conocer cuáles son los intereses y necesidades de sus hijos; dar ejemplo en casa; leer a los pequeños incluso cuando solo balbucean; llevarles a librerías, bibliotecas; acompañarles en la elección del libro (buscando información en internet o aceptado los consejos del librero), conversar con los niños sobre los libros y nunca convertir la lectura en un castigo.
Tres expertas ofrecen consejos para saber cuáles son los libros más adecuados según la edad: Eliana Maridueña, de la editorial Juventud; Isabel Carril, directora de publicaciones generales de la editorial Bruño y Elsa Aguiar, responsable de contenidos de literatura infantil y juvenil de la editorial SM.
Cuanto antes mejor, aconsejan los expertos. Desde que nacen, los bebés pueden familiarizarse con los libros. «No focalizan la mirada, ni siquiera pueden sostenerlos, pero pueden entender su musicalidad y la poesía de las canciones», asegura Elsa Aguiar, responsable de contenidos de literatura infantil y juvenil de la Editorial SM. «Lo más importante es generar en el niño la sensación de que la lectura se produce en un ambiente de bienestar, relajado, íntimo y amoroso. Que es algo gradable. Por eso, es importante mirarle a los ojos cuando le leamos», añade.
Y la oferta para esta etapa tan temprana es amplísima. Eso sí, son libros que siempre deben garantizar su seguridad. «Que no contengan piezas pequeñas, ni materiales tóxicos», advierte Isabel Carril, directora de publicaciones de la editorial Bruño. «De cartón y con las puntas redondedas, que pesen poco para que puedan cogerlos con sus manitas», explica Eliana Maridueña, del departamento de Comunicación de la Editorial Juventud. Es una forma de favorecer su psicomotricidad.
Desde libros de plástico para el baño, mordedores, hasta otros que contienen diferentes texturas, sonidos, de grandes imágenes, con colores vivos que contrasten para que puedan distinguir mejor...
Deben ser libros que ayuden a despertar los sentidos y que favorezcan su desarrollo evolutivo, sobre todo psicomotriz y socioemocional... El libro se convierte en un juego más, en un elemento natural que forma parte de su entorno.
A partir del año funcionan ya determinados personajes, sobre todo animales que permiten a los bebés desarrollar afecto ya que se apengan a ellos. Libros con solapa y ya con palabras que el niño asocia a una imagen. Es una forma de comenzar a desarrollar vocabulario para cuando a los dos años explote el lenguaje.
A partir de los dos años ya se juga con las palabras, el niño comienza a hablar. Es entonces cuando los niños empiezan a identificar objetos, aprenden formas, incluso emociones básicas (triste, enfadado, alegre), rutinas de su día a día (levantarse, ir al cole, comer, irse a dormir, cepillarse los dientes), los primeros números, el abecedario, las estaciones, los colores... «Todo para empezar a controlar el mundo en el que viven. Son libros que el adulto puede leer, escenificar y ayudar al niño a entenderlo», asegura Elsa Aguiar. A partir de ahora se pueden empezar a contar los primeros clásicos adaptados.
Además de seguir desarrollando todas las capacidades anteriores, en esta etapa se produce un giro fundamental. El lenguaje, su vocabulario, crece por momentos, pero también «es la etapa de iniciación a la lectura, lo que llamamos la prelectura. Y no hay prisa, pero es fundamental enriquecer su vocabolucario, que el niño entienda el mensaje de los libros, con frases sencillas. Para eso se puede apoyar en otros elementos como ilustraciones», asegura Isabel Carril.
A esta edad, los pequeños entienden los libros con una historia y con imágenes, pueden seguir los dibujos acordes con lo que se les está contando. Les encanta ver libros tridimensiones, imaginativos y también de la vida cotidiana, se puede empezar a introducir en valores, en la inteligencia emocional... Disfrutan con libros participativos, de juegos o creativos así como los que tienen canciones, adivinanzas y rimas fáciles. Empiezan a captar los primeros conceptos básicos.
Hay que seguir trabajando los hábitos pero ahora se puede hacer de forma diferente: un cuento para el niño que le cuesta coger el sueño, o que no quiere ir al cole, o que se le escapa el pipi por la noche. También se pueden empezar tratar los miedos: a la oscuridad, a los monstruos...
Hay que empezar a estimular la fantasía. «La imaginación tiene que estar presente siempre, porque los niños hasta que no son mayores no distinguen demasiado entre realidad y fantasía. Hay que desarrollar eso y vacunarles para que no pierdan la capacidad de crear y soñar con otros mundo», recomienda Elsa Aguiar.
Saciar su curiosidad es otro de los objetivos en esta etapa: dar respuestas a sus preguntas; de dónde viene la leche o el yogur, o por qué cambian de color los semáforos.
Y nunca hay que olvidar el humor, como apunta Eliana Maridueña, que les gusta mucho.
«Hay muchas vías de entrada en la lectura, se trata de crear lectores y el camino es distinto para cada niño», dice Elsa Aguiar.
Ya son lectores, pueden seguir libros cortos con argumento, donde siga predominando la imagen, de lenguaje y frases sencillos, con palabras nuevas que puedan comprender fácilmente en el contexto y con episodios o capítulos que cierran la historia. Pero ojo, mucho cuidado en esta transición que debe hacerse de forma suave. «Quizá todavía se les hace cuesta arriba leer un libro entero. Hay que tener mucho cuidado a la hora de abandonar de repente el hábito de leerles porque ellos ya saben hacerlo a los seis años. Tienen que recibir su dosis de literatura con el adulto y poco a poco irles soltando la mano, como cuando aprenden a caminar», advierte Elsa Aguiar.
Es la edad de la fantasía, de la imaginacion, comienzan a soñar, a experimentar, a sentir miedos... Por eso les gusta todo tipo de cuentos. Las temáticas son variadísimas: les encantan las series de personajes que les generan cercanía, de personajes con los que se pueden identificar (la niña pequeña que es un trasto en el colegio y se ha peleado porque le han quitado las pinturas); los libros sorprendentes les llaman la atención (novelas policiacas para pequeños, donde se investigan casos con enigmas, juegos...), los libros de animales, princesas y piratas, seguir cultivando los valores (la recompensa, la perseverancia, la solidaridad, la honestidad)... Introducirles ciertas situaciones de la realidad: papá no tiene trabajo, la muerte...
Ya leen más, las lecturas son más extensas y complicadas. Las imágenes dejan de ser un complemento para facilitar la comprensión y los relatos crecen en intensidad. Aún así el libro tiene que ser atractivo y con tipografía clara. «Los niños empiezan a ser más críticos y ya no creen todo lo que se les dice. Pero el mundo de la fantasía va a existir. Es ahora cuando el niño se va definiendo por sus gustos. Para saber qué libro le puede ir bien, lo mejor es preguntar ¿qué es lo último que le ha gustado?», dice Isabel Carril.
Su interés por la realidad continúa que se mezcla con la fantasía, tienen un extraño sentido del humor, les gustan las aventuras de pandillas, las aventuras, los héroes, la ciencia ficcion, el misterio y las narraciones detectivescas, los personajes con los que se identifique...
Son capaces de disfrutar de historias complejas, de libros con más de cien páginas. Sin embargo, conviene que las frases no sean demasiado largas ni complejas y que prime la acción sobre la descripción. Las ilustraciones casi desaparecen, permitiendo espacio a la imaginación. Comprenden casi todas las palabras y situaciones.
Funciona el betseller, porque «los adolescentes son muy gregarios. Haber leido determinados libros es una forma de pertenencia al grupo», dice Elsa Aguiar.
Se bifurcan entre la fantasia pero también les interesan libros que conecten con su realidad y lo que están viviendo (drogas, amor, sexo, inmigración, convivencia en las aulas). Se inician en lo romántico. Es buen momento para comenzar con adaptaciones de los clásicos de la literatura, empiezan el interés por lo romantico. Les gusta las aventuras, los viajes, las novelas de detectives de espioneje de terro, fantásticas con contenido sobrenatural. Despierta el interés por biografías de figuras relevantes, por versiones de mitos, y leyendas.
Los libros deben abordar temas sobre el ser y el sentir del adolescente, con los que se sienta identificados y traten aspectos que pueda intersarlos: preocupaciones sociales, emocinones profesionales que ellos mismos se vean reflejados en esos personajes de ficción:
Novelas realistas de temas contemporáneos: ecología, terrorismo, racismo, enfemedades como la anorexia, bulimia, problemas de adicción, tribur urbanoas, novelas de misterio, fantástica epica de ciencia ficcion novelas y poemas de amor, comics...
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