¿Cuál es el motivo? Miedo a perder el trabajo y a sufrir
represalias de los propios agresores. "Pero sobre todo porque existe un
discurso no escrito, pero sí verbal en la práctica, de contener a los chicos en
la escuela a como dé lugar",
dicen los docentes consultados por LA
GACETA, y que prefirieron resguardar su identidad.
En
las últimas semanas se registraron numerosos casos de violencia y cada tanto
los medios de dan cuenta de esta problemática. Como el caso de Pergamino, en
Buenos Aires, donde un alumno y su madre atacaron a golpes al director de una
escuela.
En
Tucumán, el caso de la
Escuela República de Panamá (Concepción) puso en alerta a los
gremios. Allí, los padres de una alumna agredieron a los docentes Hugo
Fayad y Silvia Romera. El incidente se desencadenó cuando Fayad no
autorizó a la alumna a retirarse de clase antes de tiempo. Ante la denuncia
policial, el Juzgado de la
II Nominación del Centro Judicial de Concepción hizo lugar al
pedido de restricción solicitado por los docentes del colegio, medida por la
cual a los padres se les prohibió acercarse a tres cuadras de la escuela.
Pero este grave incidente es sólo una muestra de lo que sucede en
muchas instituciones educativas, donde trascienden -por más que se las quiera
ocultar- situaciones de violencia contra los profesores: agresiones verbales y
físicas, y amenazas de todo tipo. No sólo de parte de alumnos sino también de los
padres. En consecuencia, los docentes deben buscar contención en sus gremios.
Allí se animan a denunciar lo que les está pasando.
Reacción de los padres
De
los registros de UDT y de APEM surgen datos relevantes, como que la mayoría de
los casos de agresión verbal y hasta amenazas se dan cuando los padres no
pueden conseguir el certificado escolar para cobrar la Asignación Universal
por Hijo.
"Cuando
piden la certificación de estudios, y el docente les observa que sus hijos no
están yendo normalmente a clases, muchos de los padres reaccionan violentamente
contra el docente", denunció Isabel Ruiz, secretaria general de APEM,
en coincidencia con los casos relevados por la UDT. Entre los más comunes figuran los insultos cuando el docente
desaprueba a un alumno, pero también se llega a la agresión física y a la
desaparición -por venganza- de alguna pertenencia del docente. O más grave aún,
las amenazas a la entrada o salida de la escuela que, en la mayoría de los
casos, permanecen "tapados".
"El problema es que los docentes temen perder el empleo o ser
reprendidos por sus superiores si realizan la denuncia policial o si hacen
público el caso", dijo Arnedo. Aseguró que lo que están pidiendo es
contención y protección, y al Gobierno le piden que haya normas específicas y
que vuelvan algunas pautas disciplinarias generales en las escuelas, sin que
estas tengan que ser de tipo punitivas.
Límites, también en clase
"Así
como los especialistas aconsejan a los padres poner límites a sus hijos, estos
deben encontrar límites también en las instituciones educativas", opinó
Ruiz. La dirigente indicó que muchas veces se confunde "inclusión educativa" con "dejar hacer", para que el chico no tenga impedimentos y
no abandone la escuela. Dijo que ante el menor
reclamo o ante un aplazo, el docente se vuelve blanco de agresiones de todo
tipo, incluso de la propia institución que lo obliga a "contener" a
los alumnos. "Estas situaciones atentan contra la calidad educativa y
la convivencia escolar", opinó.
Ruiz
y Arnedo coinciden en que deben revisarse los códigos
de convivencia y las normas disciplinarias. "Es fundamental que los padres
participen en la elaboración de las pautas de convivencia en las escuelas
-opinaron-. No hay que dejarlos al margen; es necesario hacerlos responsables y
partícipes".
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