Por: Julian Marquina
Parece descabellada la idea… incluso un poco sadomasoquista, para algunos.
Pero así es como se siente muchos de los profesionales que trabajan en las bibliotecas y que ven como avanzan otros compañeros de profesión según lo hace la sociedad o las nuevas tecnologías mientras ellos no pueden porque “los de arriba” no les dan el OK para hacer nada o prefieren que no se hable de ellos por ningún medio. Lo que viene siendo el “no destacar por si acaso la cagamos”.
A eso se le llama miedo. Miedo por innovar, miedo por imaginar y miedo por emprender desde dentro de la biblioteca. Y ese miedo es el que hace que los bibliotecarios prefieran no salirse de sus labores diarias y se queden sentados viendo pasar un tren al cual les da pereza subir, por no decir miedo. En otro lado estarían los bibliotecarios que ven pasar ese tren y NO sienten ese miedo o esa necesidad por innovar, imaginar un nuevo futuro o emprender porque ven que con las labores diarias de la biblioteca ya tienen más que suficiente, y que piensan que están más cerca de la antigua biblioteca de Alejandría que de todos los avances futuristas aplicados a las bibliotecas. En este caso no hablo de ellos, sino de los que quieren y no pueden.
Lo que está claro es que hace falta contagiar la actitud, energía y positividad para afrontar el futuro. Para cuando pase ese tren del que os hablaba no le coja desprevenido a ese bibliotecario. Hay que empezar por esos pilares básicos para poder construir una biblioteca con unos pilares fuertes que resistan toda la carga del futuro.
No hay que tener miedo al fracaso. El fracaso es lo que nos va a enseñar cómo es la vida, más que los éxitos. Las bibliotecas no pueden vivir en el mundo de la perfección continuamente. Tampoco estoy proclamando a saltarse las reglas escritas de lo que es una biblioteca, lo que quiero decir es que a esas reglas se les pueden ir sumando nuevas reglas y caminos a andar y explorar.
En muchas ocasiones no hace falta tener un gran conocimiento sobre cómo hacerlo o cómo llegar a lo quiero conseguir. Lo principal es tener la idea de lo que se quiere hacer e ir andando poco a poco, y sin miedo, por ese camino. En ocasiones son caminos con baches y trampas, pero creo que estando la idea se pueden buscar caminos alternativos para llegar al objetivo final.
Luego existe la soledad del bibliotecario en su trabajo, cuando desde un principio (por no decir de los orígenes) es una actitud corregible. La actitud del bibliotecario debe basarse en el apoyo y en la colaboración interna y externa con sus usuarios u otras entidades. Lo que viene siendo trabajo en equipo e indistintamente de quien forme ese equipo. Necesita compañía para emprender todo lo que quiere hacer y saber si lo que va a hacer va a tener algún resultado, ya sea negativo o positivo.
El bibliotecario tiene que ser el perfecto anfitrión de la biblioteca, un perfecto relaciones públicas en todos los escenarios donde esté la biblioteca presente. Un bibliotecario que escucha a sus usuarios y asimila los cambios sociales. Un bibliotecario que incentiva la colaboración y que tiene un alto grado de compromiso con la biblioteca. Un bibliotecario que lucha porque crezca la biblioteca y que experimenta sin miedo al fracaso.
En definitiva, un bibliotecario sin ataduras ni miedos. Un bibliotecario que contagia su actitud, energía y positividad a quien haga falta con tal de poder innovar, imaginar y emprender dentro de la biblioteca. Un bibliotecario por y para su biblioteca, por y para sus usuarios y sin la necesidad de colgarse medallas.
Fuente: http://www.julianmarquina.es/y-si-atamos-de-pies-y-manos-al-bibliotecario-opinion/
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