Por: Gabriel M. Otolora
La
existencia de las bibliotecas públicas es uno de los mayores aciertos como foco
cultural y centro de ocio para mayores y pequeños. En pleno periodo de
vacaciones, el papel de las bibliotecas coge impulso, como ocurre en los
periodos de exámenes.
Son muchos usuarios los que dicen que en el futuro la
biblioteca será digital, pero luego no pueden vivir sin el libro de papel. Y de
hecho, la lectura profunda se realiza de mejor manera en papel que en la
distracción de la tinta electrónica sin contar con que todavía es escasa la
cantidad de libros especializados disponibles en formato electrónico.
Pero
lo cierto es que la biblioteca actual tiene un reto a no muy largo plazo para
tratar de sacar el máximo provecho de las tecnologías y los servicios online
hasta convertirse en expertas en su uso y dinamizar sus aplicaciones como valor
añadido al joven usuario educado entre bytes que ya está entre nosotros, más
allá de la creciente demanda del uso de enchufes para conectar sus dispositivos
móviles y la contraseña wifi.
Por
otra parte, el uso de tecnología no significa que el trato humano de las
bibliotecas tenga que desaparecer. De hecho, la tecnología puede hacer que las
bibliotecas se muestren más humanas y cercanas, por ejemplo con el uso de las
redes sociales.
Tampoco deben perder la posibilidad de la movilidad y estar
allí donde se encuentre el usuario, a través de aplicaciones móviles o
facilitándole el uso del carné electrónico de la biblioteca. Las bibliotecas
son más que libros y lectura, son agentes dinamizadores de acciones culturales
e intelectuales.
Parece
sensato que sus instalaciones deban abrirse a ser espacios de encuentro,
socialización, participación, intercambio cultural y diversidad. Deberán
convertirse en el centro de la comunidad, de actividades sociales, de
formación, creatividad, ocio cultural, etcétera, además de mantenerse como
espacio idóneo para el estudio.
Junto al préstamo electrónico, incluido el
préstamo electrónico a distancia, las bibliotecas del futuro próximo deben
responder a las necesidades, demandas y expectativas de las generaciones de
lectores más jóvenes como tema fundamental en un contexto de cambios radicales
en las prácticas informativas y de lectura que las nuevas generaciones nos
demandan de manera radical.
¿Desplazará
la tecnología de libros virtuales a los libros impresos? ¿Cuál será el estilo
de trabajo de los bibliotecarios del futuro? ¿Se acertará en el nuevo valor
añadido ante el reto de la salvaguarda de sus haberes culturales en anaqueles
frente que esos mismos contenidos se encuentran disponibles para los usuarios,
con solo dar un click? Ya se verá, pero mientras tanto, vaya mi agradecimiento
desde aquí al servicio impagable prestado hasta ahora por las personas
bibliotecarias desde esas bibliotecas públicas que han irradiado cultura y
proporcionado cultura a quienes no tenías medios para comprarla además de
espacios de estudio, y cuyo trabajo creo que no ha sido suficientemente
valorado, empezando por quien suscribe esta reflexión. Estoy seguro que esas
personas serán las dinamizadoras adecuadas de las nuevas oportunidades
culturales en torno a las bibliotecas.
Fuente:http://www.diarioinformacion.com/opinion/2015/08/01/bibliotecas-publicas-futuro/1661579.html
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