7 jul 2017
¿Cómo serán las bibliotecas en el año 2100?
Por: Jim O'Donnell
Nadie
puede saberlo, pero quizás podamos hablar sobre cómo deberían ser las
bibliotecas en ese futuro imaginario.
¿Cómo
serán las bibliotecas en el año 2100? La realidad es que no falta tanto
para la fecha. La próxima vez que veas a un bebé, considera que seguramente
viva para ver el siglo XXII. ¿Cómo será el mundo de las bibliotecas en ese
entonces? Nadie puede saberlo, pero quizás podamos hablar sobre cómo deberían
ser las bibliotecas en ese futuro imaginario.
Por
ejemplo, ¿cuántas bibliotecas habrá? Se me ocurren dos respuestas buenas,
que espero que sean correctas, y una muy mala respuesta, que espero que sea
totalmente incorrecta.
La
primera respuesta correcta es simple. Habrá una biblioteca: una
biblioteca completa y accesible de forma universal.
Esta
visión muestra que pensamos las bibliotecas como colecciones, que es uno de sus
atributos. El antiguo modelo de biblioteca dependía de colecciones físicas de
materiales que se distribuían de manera estratégica en lugares donde las
comunidades o las instituciones pudieran crearlos, mantenerlos y cuidarlos. Si
consultar la Enciclopedia Británica era algo que valía la pena,
entonces cada biblioteca para poder merecer dicho título tenía que comprar una
nueva colección de manera periódica y pensar qué hacer con la edición anterior.
Ahora
la EB y muchos otros recursos se encuentran disponibles en línea. Sin
embargo, las bibliotecas continúan “comprando” (ahora es más parecido a un
alquiler) ejemplares, de a uno por vez, a precios que ellas consideran muy
altos y las editoriales muy bajos. La absoluta ineficacia de semejante
duplicación es absurda. Continuamos con esta tradición tanto por costumbre como
por necesidad. La necesidad que persiste es que no podemos pensar en otra forma
de financiar la creación y la divulgación de recursos de información complejos
que no sea distribuyendo el costo ampliamente entre las instituciones y los
usuarios.
Eso
tiene que cambiar. Cuando una enciclopedia, una base de datos, un periódico o
un libro se encuentra digitalizado, no hay una buena razón por la que
no debería ponerse a disposición de forma libre y universal, como tampoco hay
una buena razón por la que no debería estar organizado y mantenido de
manera centralizada. En este momento, las bibliotecas de universidades
importantes albergan una gran abundancia de conocimientos y tesoros asombrosos;
y no podemos compartirlos. La mayoría de las personas que hoy viven en el
planeta no cuentan con acceso a fuentes de conocimiento a las que, desde un
punto de vista técnico, podrían llegar hoy mismo a través de sus teléfonos
celulares. Literalmente, hoy en día, podrían acceder dentro de la próxima
hora si el proveedor eligiera permitir el acceso.
Si
eso tiene que cambiar, cambiará. Veremos la consolidación de las
colecciones y una consolidación de la infraestructura técnica para
presentarlas. (¡Ah! Y habrá redundancia y copias de seguridad, iguales a las
que hay ahora, por ejemplo, para las búsquedas de Google, que se alojan en
muchos servidores en muchas ubicaciones, que comparten la carga de manera
transparente. Tal distribución acelera el servicio y mejora la resiliencia ante
desastres o emergencias). Y veremos el surgimiento de modelos de negocios para
pagar por lo que ahora consideramos “publicaciones”, que permitan un acceso
completamente libre y abierto a los contenidos de esta biblioteca global.
La
segunda respuesta correcta a mi pregunta original es un poco más complicada:
Habrá 3 millones de bibliotecas.
El
cálculo exacto es irrelevante, pero obtuve ese número tomando y extrapolando el
dato estimado provisto por la Asociación Estadounidense de Bibliotecas de que
ahora existen 119,000 bibliotecas en Estados Unidos. Hay razones para
esperar que el crecimiento de la población humana alcance los 9 mil
millones de personas en las próximas décadas. En base a la tasa per cápita
actual de Estados Unidos, eso daría un promedio de 3 millones de bibliotecas:
una por cada 3000 personas, lo que me parece bien.
Pero
estas bibliotecas habrán cambiado. Sus colecciones físicas serán lo que hoy
llamamos “colecciones especiales”: materiales únicos que las bibliotecas poseen
por el lugar donde se encuentran y por la historia que representan. En Arizona
State University, donde soy bibliotecario, contamos con los documentos públicos
del senador Barry Goldwater. [ASU se asoció con Slate y New America
para crear Future Tense]. Nunca habrá más de una copia de esos documentos, pero
tienen y tendrán un valor histórico y los atesoraremos. En algún punto es posible
que también los digitalicemos, pero si lo hacemos, no habrá ninguna
buena razón para que no coloquemos la versión digitalizada en la biblioteca
central global y la hagamos accesible de manera universal.
No
obstante, los lectores seguirán recorriendo los 3 millones de bibliotecas para
ver las colecciones únicas que tienen, pero también seguirán encontrando en
aquellos lugares mucho de lo que ahora van a buscar: personas inteligentes
comprometidas a trabajar con los conocimientos y con la comunidad. Los
bibliotecarios estarán allí como entrenadores, mentores, guías y facilitadores,
mientras que otros miembros del público estarán allí para buscar conocimientos
y compartirlos, y como emprendedores del espíritu y del mundo de los negocios.
Las bibliotecas son el “tercer lugar” ideal para una sociedad libre y nunca
perderán esa poderosa atracción.
¿Qué tan
seguro estoy de que mis dos respuestas son correctas? Me sorprendo a mí mismo
al decir que “en gran parte”. (Creí que era más cínico). La buena noticia es
que si estoy en lo cierto, entonces muchas cosas realmente buenas le habrán
pasado a la humanidad. Una sola colección global que sea accesible de manera
universal significará que la raza humana ha dado grandes pasos para vencer el
faccionalismo, la división, el sectarismo y la patología política. Si la
biblioteca que imagino es accesible a todos los que viven en lo que ahora
conocemos como Corea del Norte, sabremos que el mundo es un lugar mejor.
Dije que
tenía una tercera respuesta para ofrecer, que espero que esté equivocada. Esa
respuesta sería profundamente pesimista: cero.
Hay
muchas formas en las que el pesimismo puede hacerse realidad. Una interacción
desastrosa con armas nucleares, asteroides, un colapso climático: la pérdida de
bibliotecas sería un síntoma menor de ruina en un futuro distópico. También
podríamos perder las bibliotecas frente a la arrogancia y la falta de visión.
“Ya no necesitamos bibliotecas; ahora todo es digital”. Todos hemos escuchado
alguna versión de esa desestimación imperativa, completamente digna de ser
escuchada en la etapa de debate entre candidatos presidenciales.
Pero necesitamos bibliotecas.
En un mundo donde hay un exceso de información, las bibliotecas conservan,
recopilan, discriminan y cuidan los buenos materiales: los materiales creados y
preservados por personas realmente inteligentes, los materiales en los que
puedes confiar cuando quieres comprender el mundo de forma profunda y precisa,
los materiales que son demasiado complejos para surgir de una colaboración
abierta por crowdsourcing, demasiado impopulares para que las
corporaciones o los políticos nos los impongan. Los bibliotecarios
—inteligentes, profesionales y apasionados por la verdad— son los caballeros
Jedi del futuro de nuestra cultura y merecen ser respetados por eso.
Y las
bibliotecas como lugares físicos no serán menos valiosas de lo que son hoy.
Aunque pueda parecer optimista, todavía resulta prudente comprender que las
personas buenas, inteligentes e idealistas no serán las únicas en el planeta.
Valorarán en ese momento al igual que ahora la oportunidad de buscar
conocimientos y compartir perspectivas en compañía de otros.
Si nos
dejamos engañar por el tecno-optimismo y la indiferencia, y si permitimos que
las bibliotecas se extingan, estaremos en un mundo más pobre. Hay muchas
explicaciones históricas sobre la desaparición de la antigua biblioteca de
Alejandría, pero mi opinión personal es que no fue víctima de Julio César, de
los monjes cristianos ni de los guerreros islámicos. Es más posible que las
bibliotecas desaparezcan porque los líderes responsables de una comunidad no
les brindan apoyo, las dan por sentado, las tratan de manera despectiva.
Pero
todavía puedo ser optimista. La antigua biblioteca de Alejandría desapareció
durante los primeros siglos de nuestra era, pero ha regresado. Con todos
los desafíos políticos, religiosos y sociales que Egipto está enfrentando hoy
en día, un nuevo y brillante edificio en el puerto de Alejandría cumple su
segunda década como lugar de encuentro, de diálogo y —más importante— de
lectura. Siempre necesitaremos un lugar para leer.
---
Este
artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future
Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State
University.
Fuente bibliográfica
O’DONNELL, JIM, 04 julio 2017. ¿Cómo serán las bibliotecas en el año 2100? Letras Libres [en línea]. [Consulta: 7 julio 2017]. Disponible en: http://www.letraslibres.com/mexico/literatura/como-seran-las-bibliotecas-en-el-ano-2100.
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