8 abr 2016
En el mercado de la ‘biblioterapia’
Por: Veronica
Abdala
Entrevista con Vanina Papalini. La autora analizó el
aluvión de libros que ofrecen recetas existenciales, en una era basada en el
poder individual.
Visto a
la luz de las problemáticas sociales y de la salud psicofísica de muchas
personas, el presente revela un sujeto en crisis, que descubre la fragilidad de
su condición. Afectado por el desamparo de las instituciones, el retraimiento
del Estado, la disolución de los lazos sociales conocidos y los grandes
relatos, se ve inducido a optar entre la confianza en sí mismos o el quebranto
anímico, y echa mano de cuanto subterfugio encuentra a su alcance para
mantenerse íntegro.
Es en
este contexto que la capacidad de autosostenerse cobra otro valor, y que un
número importante de libros de autoayuda aparece como promesas luminosas: una
nueva constelación de discursos que se convierte en la meca del “empresario de
sí mismo”.
Este es
el escenario que describe la investigadora Vanina Papalini en Garantías de
felicidad. Estudio sobre los libros de Autoayuda (Adriana Hidalgo
editora), un exhaustivo ensayo crítico que analiza las bases y creencias sobre
las que se asienta el género. Los libros de superación personal aparecen, en su
visión, ligados a un círculo riesgoso que puede enmascarar los problemas reales
y proveer soluciones ilusorias, desligadas de la participación de terceros.
Si a cada tiempo histórico le corresponde un modelo de felicidad,
el de la posmodernidad parece signado por una fe ciega en el poder individual.
También el fracaso es visto como una responsabilidad personal, que muchas veces
se percibe disociada de las circunstancias externas. El paradigma de la
búsqueda del placer narcisista, dice Papalini, se impone mientras el cuerpo
genera síntomas y el sujeto recurre a la “biblioterapia”–la
utilización de materiales de lectura para la resolución de sus problemas
personales, vinculares y laborales–, en su búsqueda de salud y bienestar.
El
crecimiento notable que exhibe el género a partir de 1990 –en virtud de la
cantidad de nuevos títulos, su circulación y recepción masiva– forma parte,
según Papalini, de un proceso de readaptación que el sujeto emprende solo
frente a las condiciones que el neoliberalismo conlleva –y que redundan en una
sensación de mayor vulnerabilidad. “En algunos casos estos libros no
son más que manuales que sirven para que el lector acepte mansamente su
condición preexistente; en otros, pueden dar lugar a una introspección profunda
que puede conducir a la transformación”, argumenta la investigadora.
–¿Cuáles son los rasgos comunes que
emparentan a estos libros?
–Hay dos
elementos clave, que distinguen un libro de autoayuda de otro cualquiera. El
primero está contenido en el prefijo “auto” y tiene que ver con la
reivindicación de la solución individual: podemos resolver cualquier situación
solos –o más precisamente, con el auxilio de ese libro. El segundo es la
provisión de un conjunto de prescripciones, pasos a seguir o consignas, que
serán las que conduzcan a ese resultado.
–¿Qué ocurrió puntualmente en los años 90
que determinó la aparición de un volumen inesperado de títulos y su consumo
masivo en el mundo?
–Dicho
de manera muy general, se evidencian las consecuencias del nuevo management,
basado en el cumplimiento de objetivos y la organización flexible del trabajo
que deposita la responsabilidad, y por supuesto, el fracaso, en los
trabajadores, individualmente. En el terreno político, se habla del
neoprudencialismo. Estas tendencias a que cada cual se haga cargo de sí mismo
se corresponden con la retracción de los sostenes “objetivos”: la empresa, el
sindicato, el Estado; que regulaban, ponían las condiciones y límites a la
actividad laboral, proveyendo también horizontes de sentido colectivos. Con
tanto peso sobre sí, y tan pocos apoyos, las crisis subjetivas se multiplican:
se habla de estrés, burn-out, pánico, como nunca antes.
–En su opinión, ¿en qué medida estos libros
pueden resultar efectivos, en el sentido de propiciar cambios reales en el
lector?
–Pueden
resultar efectivos, de la misma manera que la psicología conductista es
efectiva, es decir: sin cuestionar el para qué ni el por qué, y sin hacerse
cargo del proceso, sin problematizar. Es como cualquier instrucción o
entrenamiento. Sólo algunos libros dejan resquicios para que el lector o la lectora
se interroguen. En estos casos, existe la posibilidad de que se desencadenen
otro tipo de procesos reflexivos, que se asocian más a las inquietudes de los
lectores que a los objetivos de los libros.
–¿La promesa tácita del género es la
felicidad? ¿Es eso lo que sugiere el título del libro?
–La
felicidad, sí, pero ésta es una noción vacía, que se metamorfosea. Muchos
libros de autoayuda la llenan de un contenido que se asemeja bastante al de la
palabra éxito. La idea de “felicidad garantizada”, tan afín a los eslóganes
comerciales, subraya el absurdo de tal pretensión.
–¿El género se caracteriza por su
instrumentalidad en relación al tipo de soluciones que presenta?
–Sin
duda alguna, y también por una generalización demasiado rápida, con la tipificación
de situaciones en las que se aplana toda diferencia, todo matiz, todo espesor.
Muchos libros de autoayuda llevan la palabra “cómo” en el título o subtítulo:
apuntan a una modalidad de acción, se proponen a sí mismos como herramientas
para un determinado fin, como “recetas”. Desde esta lógica, no importa el qué,
ni el por qué, y mucho menos el quién, sino simplemente su utilidad.
–¿Está sobrevalorada la capacidad de
autogestión personal?
–Sí,
claro. Hay una omnipotencia implícita, una sobreestimación del poder del sujeto
para enfrentarse –solo– a problemas estructurales, a condiciones sociales o
simplemente a situaciones cuyas tramas involucran mucho más que al sí mismo. El
voluntarismo optimista del “Tú puedes” silencia que uno, si puede, es porque se
siente querido, porque está bien consigo mismo, cuenta con la información y los
recursos necesarios, el objetivo está al alcance de sus posibilidades, en fin,
muchas cuestiones que exceden ampliamente al propio sujeto. Si, como plantea la
autoayuda, tenemos un poder casi ilimitado, entonces somos completamente
responsables, los únicos responsables, por los resultados. Y si por ventura “no
podemos”, la sensación de insuficiencia se agrava.
–En su ensayo plantea que los libros de
autoayuda pueden “propiciar el autoengaño, la pacificación subjetiva, y
sumergir al lector en una ilusión tranquilizante”. ¿Por qué?
–Porque
no todo depende de uno –constatación básica para entender por qué no siempre
“podemos”– y no parece sensato, frente a todas las contrariedades, sostener la
sonrisa. Empezar por re-conocernos puede ser un mejor camino. Y reconocer que
necesitamos del “otro”, que dependiendo de qué se trate, puede ser un
profesional, los compañeros de trabajo, la pareja, los amigos, la familia. ¿Hay
alguien que pueda decir, solo, mirándose en el espejo, quién es?
Fuente bibliográfica
ABDA, V., [sin fecha]. En el mercado de la ‘biblioterapia’. Clarin.com [en línea]. [Consulta: 8 abril 2016]. Disponible en: http://www.clarin.com/rn/ideas/mercado-biblioterapia_0_1538846116.html.
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