Fuente: http://www.elcolombiano.com/cultura/frases-celebres-de-la-literatura-cervantes-y-shakespeare-XN7942264
2 ene 2018
Cuando la ficción se sale de los libros
Por: John
Saldarriaga
Fuente: http://www.elcolombiano.com/cultura/frases-celebres-de-la-literatura-cervantes-y-shakespeare-XN7942264
Existen
frases que usamos con frecuencia y, sin embargo, cada vez que las emitimos,
parece que se oyeran por primera vez. No se deslustran. Y, al salir de los
labios, se sienten espontáneas y originales, como si se nos hubieran acabado de
ocurrir.
“Ser o no ser, he ahí el dilema”.
Conocer
que esta frase haya huido de un libro, de un libro compuesto alrededor de 1600,
o, mejor dicho, la hubieran ayudado a escapar cientos de lectores que
percibieron en ella, quién sabe por qué, por la fuerza de su carácter tal vez,
un deseo de fuga, no tiene más importancia que si supiéramos que nació del
pueblo, como surgen los proverbios y los refranes.
Total,
en la vida cotidiana, es decir, en la vida, ellas participan con efectividad en
las distintas funciones del lenguaje.
Nadie
está obligado a saber que tal frase es el primer verso de uno de los monólogos
más célebres de la literatura universal, ni que aparece en el tercer acto de la
tragedia Hamlet, príncipe de
Dinamarca, de William
Shakespeare, en la que se cuenta una historia de traición, de infidelidad y
de venganza por el honor mancillado.
No hay
que saber quién era ese tal Shakespeare, ni mucho menos tiene el hablante la
obligación de mencionar su nombre después de la sentencia. Solo hay que
entender que se acude a ella cuando queremos aludir a la duda humana ante las
encrucijadas que se presentan en la existencia.
Lo que
debemos celebrar, más bien, es que un autor, cualquiera que él sea, haya podido
alcanzar el sueño de todos los artistas de todos los lugares y de todas las
épocas: que sus creaciones sean cantadas por la gente. Que sus ideas sean
repetidas de boca en boca. Que se usen para decir lo que se piensa, lo que se
sueña, lo que se desea.
¿Acaso no
son felices los poetas cuyos versos son recitados como arrumacos en los oídos
amados o declamados con efusividad en animadas tertulias de amigos?
Este
anhelo de contribuir con un elemento, aunque sea pequeño, en el acerbo cultural
de la humanidad o, por lo menos, en el de un pueblo o, tan siquiera, en el de
una cuadra, lo consiguen con más frecuencia los cantantes: ponen algunos versos
en labios de muchos que, a veces, incluso sin darse cuenta, resultan tarareando
estribillos que se les pegan como la hiedra al muro y, como esta, les cuesta
dificultad desprendérselos.
Otras
frases que consiguieron llevar una vida propia y autónoma por fuera del libro y
lejos de ese autor nacido en Stratford-upon-Avon, al sur de Birmingham, en el
Reino Unido, el 26 de abril de 1564 del calendario juliano, son: “¡Un caballo, un caballo! ¡Mi reino por un caballo!”,
que escapó de Ricardo III, una de las tres tragedias del autor dramático sobre
la historia de Inglaterra, y “Ocurra lo que
ocurra, aun en el día más borrascoso, las horas y el tiempo pasan”,
que una vez leímos citada por Jorge Luis Borges y que en la vida cotidiana la
oímos o emitimos con frecuencia cuando intentamos consolar o dar aliento a
alguien que sufre de desesperación en medio una situación trágica que parece
eterna.
Miguel de Cervantes Saavedra, pilar de la lengua española, como el anterior lo fue de la
inglesa, de estar vivo contaría por decenas las expresiones que se le han
escapado de sus libros. Y que se le han escapado sin la dificultad que a él le
costó evadirse de su cautiverio en Argel, y del que logró salir mediante pago
de rescate.
Esas
ideas llevan, cuatro siglos después, una vida independiente, respiran sin
dificultad y se han incrustado en el acerbo de la lengua, ese depósito de
palabras, ideas, refranes, conceptos y expresiones que parece inagotable.
El
ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha parece una cantera sin fin.
Mencionemos
solamente un ejemplo: “Quien canta, sus
males espanta”. Hasta verso de canción ha sido. Fue pronunciada
primero por ese caballero andante tardío, al hablarle a uno de los galeotes
—gente forzada por el rey a ir a las galeras— tras su arbitraria liberación:
—Acá es
al revés —dijo el galeote—, que quien canta una vez llora toda la vida.
Y hasta
uno podría decir que algunas expresiones populares, usadas por el Quijote, se
vigorizaron para perdurar por centurias, como ese refrán que dice: “Donde una puerta se cierra, otra se abre”, el cual se
menciona en el capítulo XXI:
—Paréceme,
Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias
sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas, especialmente
aquel que dice: “Donde una puerta se cierra, otra se abre”.
Personajes y símbolos
No son
solamente frases las que escapan de los libros para venirse a vivir al mundo,
dotadas con los dones de la longevidad y la ubicuidad. También pueden ser
personajes o símbolos.
Shakespeare
murió creyendo que dos de sus personajes, Romeo y Julieta,
habían quedado bien muertos, muertos para siempre, puesto que así los dejó él
en el final de la tragedia escrita en 1597.
La obra,
que lleva por título los nombres de esos dos personajes, cuenta la historia de
dos adolescentes que se aman, a pesar de pertenecer a dos familias que se
odian. Los protagonistas juran casarse de manera clandestina e irse a vivir
juntos, sin hacer caso a la oposición de sus parientes. Sin embargo, la presión
de los rivales y algunas fatalidades condujeron al suicidio a los dos amantes.
De la vida y de la muerte creen disponer
los autores como dioses aficionados, pero, en este caso, como suele decirse, esos muertos que vos matáis gozan de buena
salud.
Los
muchachos se convirtieron en ejemplo de los amores imposibles, de los amores
acosados o prohibidos. Para otros, de la concordia humana.
Y Romeo
suelen decirle al hombre enamorado, cuando, como lo define ese mismo drama, puede andar sobre las telas de araña que se mecen en el tibio calor
del verano: así de leve es su ilusión.
De las
obras el autor nacido en Alcalá de Henares diecisiete años antes que el inglés,
varios de sus personajes vagan por el orbe atendiendo a los llamados de quienes
conversan en esquinas, bares o bibliotecas.
Quijote se le dice a alguien idealista, justiciero y aventurero. La de idealista es característica que, en mayor medida, el
mundo celebra como cualidad, aunque solo de dientes para afuera, pero en
realidad se burla de ella y la castiga.
De Sancho Panza, ese hombre a quien Cervantes describe como
rechoncho, bonachón y sensato, se dice siempre del hombre común y analfabeto, pero dueño de cualidades tales como la fraternidad y la
lealtad. También es el hombre pragmático, que desdeña lo que no tiene utilidad
práctica.
Todo
eso, sin contar, por ejemplo, que a veces engaña al Caballero de la Triste Figura con descripciones
de la apariencia física de la idealizada Dulcinea del Toboso,
la amada imaginaria del Quijote, y con mensajes de su parte, los cuales él
inventa para dar a los oídos de su amigo lo que quieren oír.
Sin
embargo, siendo la parte realista del relato, es también crédulo e incauto.
Iluso, permanece convencido de que obtendrá como recompensa por sus servicios
el gobierno de una ínsula. Como queriendo indicar que en los seres humanos hay
de todo un poco.
Y en
cuanto a acciones que se vuelven símbolos que se traen y se llevan en los
asuntos cotidianos de los humanos de carne y hueso, está la célebre lucha
contra treinta o cuarenta molinos
de viento, en el capítulo octavo:
La
ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque
ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados
gigantes con quienes pienso hacer batalla, y quitarles a todos las vidas, con
cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que esta es buena guerra, y es gran
servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
Luchar contra molinos de viento es una
expresión generalizada para dar a entender que se pelea contra enemigos imaginarios
y, en algunos contextos, para significar que una meta es imposible de alcanzar.
Este
recuento, incompleto, claro está, de escenas, expresiones y símbolos que se
escaparon de los libros de Shakespeare
y Cervantes para instalarse en el
mundo, en la vida cotidiana, respirando sin esfuerzo el aire sucio y asqueroso,
no es otra cosa que un homenaje a estos dos escritores fundamentales de la
literatura universal y, más que convidar a su lectura, decirle a aquellas
personas que no quieran leer sus obras, allá ellas que se privan de entrar a
reinos de sabiduría y belleza sin par.
Fuente: http://www.elcolombiano.com/cultura/frases-celebres-de-la-literatura-cervantes-y-shakespeare-XN7942264
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario