El Beato de Liébana está entre los libros mejor custodiados de la Biblioteca Nacional de Madrid. Es un código del siglo XI, hecho en el scriptorium regio de León y copia de un texto aún más antiguo. Se trata de un comentario del Apocalipsis de San Juan. En su interior guarda un tesoro poco conocido: un atlas del mundo medieval.
En el mapa del Beato de Liébana, la Tierra tiene forma de elipse. Es imposible reconocer algún territorio moderno, sin embargo se pueden leer nombres de lugares conocidos: Roma, África, Spania. Se creía entonces que el mundo tenía forma de “T” y Jerusalén se encontraba en el centro del universo. En el hemisferio norte se hallaba la India y el Jardín del Edén.
¿Cómo podían desplazarse de un lugar a otro en la edad media con un mapa tan inexacto? El mapa del Beato de Liébana es aún más sorprendente si se compara con un ilustre antecesor: el atlas del astrónomo griego Ptolomeo, del II siglo a.C. El original se perdió pero las detalladas descripciones permitieron, a lo largo de la la historia, numerosas reconstrucciones. Una de ellas se guarda también en los fondos de la Biblioteca Nacional de Madrid. Para ser un mapa de hace 22 siglos, la cartografía de Ptolomeo no dista mucho del mundo que conocemos.
Los mapas desvelan más cosas sobre los hombres que los hicieron que sobre la realidad en si misma. La Biblioteca Nacional atesora en su interior miles de mapas que se pueden leer como novelas.
Portulanos, cartas náuticas, incunables, mapas temáticos, ilustrados, etc. “Cartografías de lo desconocido” es una exposición de la Biblioteca Nacional y un libro que invitan a acercarse a los mapa por lo que son: una hipótesis sobre la realidad. Objetos fascinantes y herramientas para hacer visible lo desconocido. Terra incognita. Lugares imaginarios, islas escondidas y pueblos misteriosos han compartido, a lo largo de la historia, el mismo trozo de papel al lado de los descubrimientos geográficos. La mitología se ha resistido durante mucho tiempo a la ciencia. En 1600 la posición de la Atlántida era señalada todavía en los mapas. En 1700 existía una descripción topográfica del País de la Jauja.
Durante mucho tiempo se presumió conocer con más detalle la Tierra Prometida que América del Norte.
No debe sorprender esta aparente ceguera entre la realidad que los exploradores podían ver y el mundo como era imaginado. Pasaron casi 300 años entre la llegada de Colón a las Antillas y el descubrimiento de Australia.
Desde que los griegos fijaran la frontera del mundo en las Columnas de Hércules, el ser humano siempre ha creído en la existencia de un “más allá”. Antes de un plus ultra siempre hubo un non plus ultra. A principio del siglo XX, con la conquista del Polo Sur, el mundo quedaba por fin sin tierras inexploradas. Ya no era posible soñar con lugares míticos y la mirada de la humanidad se volvió al espacio. Aún así el misterio de lo desconocido seguía vivo en la mente de escritores como Edgar Allan Poe (Gordon Pym) Verne (La esfinge de los hielos) y H. P. Lovecraft (Las montañas de la locura).
Los mapas tienen el poder de reducir el tamaño del mundo pero a un precio: ser un instrumento de poder. Sin mapas el comercio no existiría y los ejércitos no podrían moverse. Los pilotos de la I Guerra Mundial volaban con mapas de fuga para no ser capturados en caso de ser abatidos. Ni siquiera la fe podría existir sin mapas: el Papa Gregorio mandó pintar toda tierra conocidas en las paredes del ala oeste del Palacio Vaticano, la llamada Galería de los mapas. Sin embargo el secreto escondido de la cartografía se parece más a una estafa que a un tesoro: estamos obligados a confiar en los mapas a pesar de saber que toda representación es un engaño porque omite deforma y manipula la esfera de la Tierra para trasladarla sobre un plano. Una mentira que ya no necesita ser desplegada en voluminosos folios o recopiladas en engorrosos libros, sino que cabe en la pantalla de un móvil.
Fuente bibliográfica
Navegando por un mapamundi del siglo XVI. El Independiente [en línea], 2018. [Consulta: 26 enero 2018]. Disponible en: https://www.elindependiente.com/tendencias/2018/01/03/mapamundi-urbano-monte/.
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