10 oct 2011

Más Internet, más ideas


Por: Ricardo Osvaldo Rufino

No dejo de sorprenderme: ¡Cómo ha cambiado el mundo! Y este cambio radical tiene un artífice exclusivo: la tecnología, la informática, la ciencia. Sus creaciones, su desarrollo, su alcance, su expansión, modificaron abruptamente la vida cotidiana de los seres humanos que habitamos este planeta.

En un artículo publicado por el diario Perfil de Buenos Aires, hoy domingo, el polémico periodista Jorge Lanata plantea un tema verdaderamente apasionante, a través de una incógnita que nos hace pensar.

Lanata se pregunta si la revolución tecnológica no terminó por postergar definitivamente a la política, a la filosofía, a la ideología. El journalista argentino piensa que, en el presente, el concepto de revolución pasa por los estupendos avances tecnológicos y no más por las armas, los cambios de gobierno o las batallas de orden ideológico. Por suerte, cree que las revoluciones ya se han alejado para siempre del concepto de violencia.

Así da forma a su pensamiento: “Extraño pero completamente cierto: desde hace ya un par de décadas la revolución tecnológica ha pasado por encima de la filosofía y la política. Unos chicos en un garaje de Sillicon Valley dejaron obsoleto a Marx. La filosofía y la política buscan, desesperadas, definiciones para realidades tecnológicas que ya suceden. Nadie hubiera pensado que el derecho de propiedad iba a ser puesto en jaque por las redes”.

Respeto y considero el razonamiento de Jorge Lanata, pero me parece que esta es una cuestión de fondo que merece ser reflexionada con sumo cuidado, sin apresuramientos, y lo que es más necesario aún, sin apuros por arribar a conclusiones que pueden resultar equivocadas.

En mi caso, siempre pensé que la política era la rectora de los movimientos y las transformaciones de las sociedades. Que la política y los políticos podían mejorar o empeorar la vida de la gente. Que las ideas convertidas en praxis (esto es, acción política concreta) determinaban que una colectividad tuviese una característica, una impronta, u otra.

También siempre pensé que la política era “la madre” de la economía. Un gobierno X, a través de sus decisiones y medidas, por ejemplo, está en condiciones de favorecer económicamente a un sector social o a otro.

Ahora, observando el notable cambio que ha producido la tecnología en los jóvenes (que son el futuro de nuestras sociedades), me pregunto si no deberé repasar estos preceptos. Estoy verdaderamente (lo reconozco) auto-cuestionando mi propia estructura de pensamiento. Porque los adelantos tecnológicos, las estupendas posibilidades que posibilita Internet, la computación, han producido semejante impacto en la población mundial que, por momentos, parece que la importancia  política ha quedado relegada a un segundo y discreto plano. Y que ya no es más la responsable de las transformaciones más poderosas que se van produciendo en el escenario internacional.

¿Será así? Reflexiono, pienso, no me considero dueño de la verdad.

Veamos el caso de Egipto (que es absolutamente actual, “made in 2011”): la eclosión social reciente que terminó con la dictadura de Hosni Mubarak comenzó con la muerte de una persona a manos de las fuerzas de seguridad del país norafricano. La noticia se extendió como reguero de pólvora gracias al poder de llegada de las redes sociales. Esto es totalmente cierto. Pero la decisión de los cientos de miles de egipcios de salir y tomar las calles fue por su hartazgo, por la carencia de libertad, por la falta de democracia. En definitiva, fue por causas políticas.

El debate puede resultar conmovedor... como son todos los debates que analizan el estado y la marcha de un país, de una comunidad.

Continúa Lanata desgranando su pensamiento con esta frase: No ha habido, desde la aparición de la imprenta, un avance tecnológico más democratizador que Internet en la historia de la humanidad. Y recién estamos en la infancia de la Web, que irrumpió en su etapa más popular con la interfaz Windows 95: hace diez minutos”.

Es así, señalan los entendidos, que este magnífico invento recién está en sus inicios, y sus posibilidades de desarrollo y expansión son notables.

Pero al mismo tiempo, considero que el mundo de las ideas continuará en el primer escalafón de las prioridades de los seres humanos. Por eso no es válida (a mi criterio) la contraposición Política vs. Internet.

Internet con su magia, con su alcance descomunal, es un elemento incomparable para incrementar la posibilidad de que los seres humanos nos acerquemos al universo de las ideas. Más Internet bien utilizado, más contacto con las ideas. Este es el lineamiento correcto. De otro modo, estaríamos desvirtuando el sentido de este tema. Internet es solamente un medio. Un medio fenomenal, pero sólo eso. Las ideas siempre serán un fin, un objetivo. La razón máxima de un ser humano, al menos para quién esto escribe.

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