Así lo confirmó Juan Cristóbal Peña, autor del libro "La secreta vida literaria de Augusto Pinochet" y cuya casa fue asaltada en diciembre por desconocidos junto a la de otros dos periodistas que investigaban la dictadura.
"Pinochet fue un bibliófilo, un coleccionista al que le hacían exposiciones privadas de libros en el palacio presidencial de
Peña, que realizó una investigación de cinco años, consideró que la afición del general por libros, cartas y mapas surgió de "un complejo de inferioridad intelectual", que además derivó en asesinatos.
Para el periodista, el más elocuente es el homicidio en 1974 en Buenos Aires del antecesor de Pinochet en la comandancia del Ejército, el general Carlos Prats, opositor al golpe de Estado de 1973.
"Ese fue un crimen político y pasional", aseveró Peña. A su juicio, Pinochet no toleró el mayor respeto intelectual de la tropa hacia su antiguo jefe, temiendo además que encabezara la resistencia.
Peña, autor de libros también sobre el marxista Frente Patriótico Manuel Rodríguez, recordó a DPA que Pinochet jamás fue un soldado destacado y que combatió "a quienes le hacían sombra".
"Su carrera militar fue una guerra, plagada de dificultades", sintetizó.
De hecho, el general fallecido el 10 de diciembre de 2006 debió postularse tres veces a
"Curiosamente las mayores influencias formativas e intelectuales de Pinochet fueron dispares", añadió Peña.
El dictador recogió en su ascenso el influjo del general Ramón Cañas, impulsor de la geopolítica en Chile y de la estrategia de colonización antártica, además de fungir como ayudante del general Gregorio Rodríguez, de pasado anarquista.
"Su libro preferido por otra parte era `El arte de la guerra´ de Sun Tzu", un texto sobre estrategia que recomienda sobre todo la simulación. "Parecer quieto cuando se avanza", explicó Peña.
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