http://noticias.perfil.com/2018/01/19/soledad-la-nueva-epidemia/
20 feb 2018
Soledad: la nueva epidemia
Por: Diego Bernardini*
El
primer apartamento que elegimos con mi familia para vivir en Washington DC era
parte de una serie de dieciséis viviendas, con un espacio común en forma de
corredor. Así, la ventana de mi cocina no solo daba a ese corredor común, sino
que tenía a misma altura la ventana del vecino que vivía exactamente enfrente
de mí. Era un hombre de mediana edad que vivía solo. De los siete días de la
semana en seis de ellos funcionan los correos. Un promedio de 4 a 5 días mí
vecino recibía paquetes de compras por Internet. Pude conocer su cara apenas
antes que se cumplieran los dos años en que finalizaba mi contrato. Las
ventanas de su apartamento, cubiertas por las típicas persianas americanas, me
permitieron adivinar algo de su vida interior apenas dos veces en esos dos
años. Siempre estuvieron cerradas.
Las ciudades
y el proceso de urbanización es una de las mega-tendencias que marcarán el
rumbo del desarrollo de las próximas décadas. Argentina es un país urbano, ocho
de cada diez personas vivimos en núcleos urbanos. Sin embargo, las ciudades que funcionan como polo de atracción en
la búsqueda de oportunidades suelen mostrarnos rasgos que le pertenecen. Uno de
ellos es la soledad, especialmente entre adultos y personas mayores,
y vivir solo se relaciona con satisfacción vital. La ecuación es simple, vivir
solo muy probablemente lo vuelva más solitario y menos feliz.
Esta
semana acabamos de anoticiarnos que en Reino Unido, su Primer Ministro Theresa
May, anuncio la creación de una Secretaria de Estado para tratar el problema de
la soledad. Se estima que la mitad de las personas mayores de 75 años o más
–cerca de dos millones en el Reino Unido– viven solas, muchas de ellas sin
relacionarse con gente durante días e incluso semanas. En Argentina, según el
Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores una de cada cuatro mayores de 75
años viven solos en nuestro país, el mayor porcentaje en la ciudad de
Buenos Aires. En otros lugares como Canadá una de cada cuatro personas dice
sentirse solos. En Estados Unidos dos estudios muestran que el 40% de los
estadounidenses padecen de soledad indeseada. Pero la soledad es un problema
que no solo afecta a la gente mayor como se suele pensar. También en Canadá una
encuesta realizada a 34.000 universitarios mostró que dos tercios decían
experimentar sentimientos de soledad a diario.
Las
personas, los seres humanos como especie somos seres sociales. Desde que
en tiempos inmemorables se descubrió la agricultura y se pasó de un estilo de
vida nómade a los primeros asentamientos, el nivel de conexión social paso a
ser parte de nuestra forma de vida, una vida que mejoró las condiciones y con
ello la longevidad de nuestra especie.
Hoy, en
la segunda década del siglo XXI, vivimos la era de la hiperconectividad, el
conocimiento compartido, el co-working y el tele-commutingcomo
expresiones en muchos casos de ese esfuerzo colaborativo en versión 3.0 de los
primeros asentamientos. Sin embargo, las redes sociales no dejan de ser un engaño
en muchos casos ya que, muchos de los que dicen sentirse solos, son personas
que viven conectadas gran parte del día. Como podría haber sido el caso
de mi vecino de Washington que parecía proveerse de todo lo necesario vía
online.
La
soledad es un tema serio.
En
Agosto pasado la Asociación Americana de Psicología publicó un manifiesto
fundamentado en investigaciones donde coloca a la soledad como un peligro para
la salud pública al mismo nivel que la epidemia global de obesidad. El
análisis incluyó 70 estudios que reunieron casi 3 millones y medio de personas
donde se pudo observar que el aislamiento social, la soledad y el vivir
solo tienen fuerte impacto sobre la mortalidad. La soledad afecta el
sueño y su calidad, altera los niveles hormonales de los mediadores del estrés,
incrementa los niveles de inflamación y debilita el sistema inmune. No parece
ser poca cosa. El documento de la Asociación Americana de Psicología finaliza
alertando sobre el fenómeno de la transición demográfica y el aumento de
personas mayores lo que hará que este fenómeno de la soledad tienda a aumentar
pudiendo alcanzar fenómeno de epidemia; y finaliza diciendo que el
desafío que enfrentamos ahora es qué se puede hacer al respecto.
En Reino
Unido, el país de Theresa May, las personas mayores tienen una línea telefónica de
emergencia donde poder ser escuchados y hablar con alguien sobre el tema que
sea y a la hora que sea. Se reciben cerca de 10,000 llamados semanales.
A vista de la nueva Secretaría de Estado para la Soledad ese esfuerzo no
alcanzo. Allí la respuesta del Estado. ¿Pero qué hay de nosotros?
Investigadores
de la Universidad de Uppsala en Suecia, donde tener una mascota requiere de un
registro obligatorio en el Estado, evaluaron en 2001 a más de tres millones de
personas entre los 40 y 80 años que nunca habían tenido problemas
cardiovasculares. A partir de ese año les hicieron un seguimiento que duro 12
años. Al cabo de ese tiempo encontraron que los dueños de perros tenían muy
bajo riesgo de muerte cardiovascular que aquellos que no tenían su mascota,
el riesgo fue cerca de 33% menor. Tener un perro no solo le garantiza compañía, sino
también alguien a quien cuidar y a quien pasear.
Salir al
exterior a pasearlo no solo aumenta las posibilidades de interactuar
socialmente sino que nos permite movernos, hacer actividad física y esto
también es predictor de longevidad. Así que ya sabe, si tiene un perro
sáquelo a pasear más seguido. Y si aún no lo tiene, pida que le regalen uno.
Son tiempos de una nueva longevidad.
(*)
Diego Bernardini es Doctor en Medicina, Master en Gerontología y médico de
familia. Autor del libro “De vuelta. Diálogos con personas que han vivido
mucho”
Fuente bibliográfica
BERNARDINI, DIEGO, 19 de enero de 2018. Soledad: la nueva epidemia | Revista Noticias. [en línea]. [Consulta: 21 febrero 2018]. Disponible en: http://noticias.perfil.com/2018/01/19/soledad-la-nueva-epidemia/.
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