9 oct 2007
Los libros antiguos tuvieron su feria en Buenos Aires
Buenos Aires es una ciudad que reserva, a propios y extraños, muchas sorpresas. En ese camino, “una recomendable y bella manera de acercarse al espíritu porteño, se manifiesta a través de sus librerías. Y entre ellas, las librerías anticuarias son sin lugar a dudas protagonistas muy particulares, cargadas de misterio y llenas de magia. Una suerte de escondite de maravillosos tesoros, aunque se trate de escondites evidentes, porque están a disposición y a la vista de todos, para descubrirlos cuantas veces queramos”.
Con estas palabras, la Arq. Nani Arias Incollá, subsec. de Patrimonio Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se refería a uno de los acontecimientos que marcan el calendario de eventos culturales de la ciudad: la Tercera Feria del Libro Antiguo que finalizó el domingo en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco.
Con un marco más restringido en cuanto a extensión y amplitud de stands, pero con un nivel de calidad que mantuvo la excelencia de las ediciones anteriores, durante cinco jornadas, en los 17 stands agrupados este año, se expusieron rarezas, libros antiguos y tesoros documentales -manuscritos, impresos, mapas, fotografías- entre las que se encontraban, por ejemplo, una Guía de Forasteros de Buenos Ayres, editada en 1803, o un ejemplar de La Araucana, de Ercilla y Zúñiga, editada en Madrid en 1733.
La iniciativa, que pretende situar a Buenos Aires como capital sudamericana del libro antiguo, es la oportunidad de acercarse al mundo de los libros antiguos.
El ministerio de Cultura de la CABA acompañó este año la iniciativa de la Asociación de Libreros Anticuarios (Alada), a través de la edición del catálogo de la feria y actividades paralelas, como la visita a importantes bibliotecas, además de conferencias sobre temas relacionados con el mundo del libro antiguo, librerías y bibliotecas del período colonial.
La magnífica presentación de libros antiguos movió, durante estas jornadas la reflexión del lector ya que se trata de huellas dejadas por la humanidad a través de los siglos. Un camino que, a través de estos textos, lleva a recuperar el pasado en su proyección al futuro.
Con estas palabras, la Arq. Nani Arias Incollá, subsec. de Patrimonio Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se refería a uno de los acontecimientos que marcan el calendario de eventos culturales de la ciudad: la Tercera Feria del Libro Antiguo que finalizó el domingo en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco.
Con un marco más restringido en cuanto a extensión y amplitud de stands, pero con un nivel de calidad que mantuvo la excelencia de las ediciones anteriores, durante cinco jornadas, en los 17 stands agrupados este año, se expusieron rarezas, libros antiguos y tesoros documentales -manuscritos, impresos, mapas, fotografías- entre las que se encontraban, por ejemplo, una Guía de Forasteros de Buenos Ayres, editada en 1803, o un ejemplar de La Araucana, de Ercilla y Zúñiga, editada en Madrid en 1733.
La iniciativa, que pretende situar a Buenos Aires como capital sudamericana del libro antiguo, es la oportunidad de acercarse al mundo de los libros antiguos.
El ministerio de Cultura de la CABA acompañó este año la iniciativa de la Asociación de Libreros Anticuarios (Alada), a través de la edición del catálogo de la feria y actividades paralelas, como la visita a importantes bibliotecas, además de conferencias sobre temas relacionados con el mundo del libro antiguo, librerías y bibliotecas del período colonial.
La magnífica presentación de libros antiguos movió, durante estas jornadas la reflexión del lector ya que se trata de huellas dejadas por la humanidad a través de los siglos. Un camino que, a través de estos textos, lleva a recuperar el pasado en su proyección al futuro.
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