¿Por qué? Porque saber de nosotros constituye el negocio de Facebook y de otros servicios de ese tipo. La publicidad orientada a nuestros intereses y el aumento de las visitas son la base económica de estas compañías; como la TV de aire, viven de la publicidad y, por lo tanto, del rating.
Pero si sabemos cómo funcionan estas redes, podremos brindar la información justa para poner la publicidad a nuestro servicio, evitar abusos por parte de extraños y, sobre todo, proteger la seguridad personal y patrimonial de nuestra familia.
Hay dos clases de perfiles: públicos y privados. Los públicos son visibles a todos los suscriptos a esa red social. Salvo que tengamos la intención manifiesta de poner nuestra información al alcance de todo el mundo de forma directa, es decir, a un clic, lo mejor es crear un perfil privado, que sólo será accesible a nuestros contactos o, como se dice en Facebook, "amigos".
Nunca hay que revelar nuestra dirección postal, teléfono, celular, datos patrimoniales, números de cuentas de banco, tarjetas de crédito, documento de identidad y así. No importa si nuestro perfil es privado. Como se verá enseguida, un "amigo" puede replicar esta información en su perfil público sin mala intención, poniendo nuestros datos al alcance de todos los demás usuarios.
La posibilidad de ponerse en contacto con millones de personas de forma remota y sencilla tiene una contra: al subir información a Internet perdemos todo control sobre ella.
Es humano pretender mantener el control sobre la información personal, pero esto ya resulta imposible. Dicho más simple, los sitios no pueden limitar lo que otros usuarios hacen con el material que está en sus páginas. Y cuando lo hacen, alguien enseguida le encuentra la vuelta.
- Por eso, no hay que cargar en nuestro perfil de Facebook ni cualquier otro servicio el material que no estaríamos dispuestos a mostrar a desconocidos. Eso reduce considerablemente el espectro de lo que conviene poner en línea, pero nos garantiza que no habrá sorpresas desagradables en el futuro.
La regla es: si podemos decirlo en público, si podemos mostrar esa foto o video a cientos de miles de desconocidos, entonces es lícito subirlo a Facebook. Si no, mejor pensarlo dos veces.
- En el caso de fotos y videos, por ejemplo, es menester asegurarse de que no estamos poniendo en evidencia nuestra dirección postal, los horarios familiares, la escuela a la que van nuestros hijos, la existencia de un patrimonio que pudiera tentar a sujetos malintencionados.
Lo mismo ocurre con documentos de cuyo copyright depende nuestro sustento o el de la empresa para la que trabajamos. Si los subimos a Internet, perdemos control sob re ellos. Aunque hagamos diez demandas judiciales luego, ese diseño, canción, video, imagen o texto pueden replicarse un millón de veces en menos tiempo del que lleva decir: "¡Te veré en la Corte!". Y sin límite geográfico, con lo que la mayoría de las demandas se complica.- Conviene evitar, dentro de lo posible, publicar fotos de nuestros hijos menores de edad. Nunca, por ningún motivo, hay que subir fotos de los hijos de nuestros conocidos, familiares o amigos. Debemos tener siempre presente que esa potestad es exclusiva de sus respectivos padres.
- Nunca hay que informar cuándo nos vamos de vacaciones o de viaje ni por cuánto tiempo ni a dónde.
- Hay que revisar minuciosamente las opciones de privacidad de una red social en el momento de suscribirse y limitar estrictamente quién accederá a nuestra información. Esto, sin embargo, repetimos, no garantiza que nuestros contactos no repliquen nuestros datos.
Sin embargo, es una muy buena idea dedicarle tiempo al asunto, lo mismo que adoctrinar a familiares y contactos sobre estas cuestiones, de modo que nuestro círculo íntimo virtual sea un poco más consciente de los riesgos. Especialmente, los menores de edad.
1 comentario :
También podría contemplarse la opción de no tener cuenta en Facebook. Hay otras redes sociales. Además, con la frecuencia de problemas como el de los derechos de autor y la censura que a veces injustamente realizan...
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