1 dic 2014
Para cada tiempo hay un libro
Por: Alberto Manguel
El autor del Eclesiastés nos enseña que para todas las cosas “hay sazón” y que todo tiene su tiempo determinado; igualmente, sabemos que cada ocasión tiene su libro. Pero no todo libro, por supuesto, conviene a cualquier momento de nuestra vida.
Compadezco al pobre lector que se halla con el libro equivocado en un percance difícil, como le ocurrió al pobre Amundsen, descubridor del Polo Sur, cuyo bolso de libros se hundió en los hielos y se vio obligado a leer, noche tras helada noche, el único volumen que pudo rescatar, un indigesto tratado del Dr. Gaudens titulado Retrato de Su Sagrada Majestad en sus soledades y sufrimientos.
Es que hay libros para leer después de hacer el amor y libros para armarse de paciencia en el aeropuerto, libros para la mesa del desayuno y libros para el cuarto de baño, libros para las noches de insomnio en casa y para los días de insomnio en el hospital, y no pueden ser intercambiados.
Nadie, ni siquiera su propio lector, puede explicar cabalmente cuáles libros convienen a cierto momento y cuáles no. De manera misteriosa, algo inefable hace que ocasiones y libros se acuerden o se opongan.
La lista de libros que Oscar Wilde pidió para acompañarlo en la cárcel de Reading incluyeron La isla del tesoro y un manual de conversación franco–italiano.
Alejandro Magno partía a sus campañas con un ejemplar de la Ilíadade Homero.
El asesino de John Lennon consideró que un buen libro para tener en el bolsillo al cometer un crimen es El guardián entre el centeno de J. D. Salinger.
No sé si los astronautas se llevan a bordo las Crónicas marcianas de Ray Bradbury o si, por el contrario, prefieren Los alimentos terrestres de André Gide.
El risueño Bernard Madoff, condenado a prisión, ¿pedirá acaso La pequeña Dorrit de Dickens para enterarse de cómo el señor Merdle, ese sutil estafador, incapaz de soportar la vergüenza al ser descubierto, acaba cortándose el cuello con una navaja prestada?
El papa Benedicto XIII ¿se retirará a su studiolo en el Castel Sant’Angelo con Bubu de Montparnasse de Charles–Louis Philippe, para estudiar cómo la falta de preservativos ocasiona una epidemia de sífilis en el París fin–de–siècle?
Prosaico, G. K. Chesterton imaginó que, si estuviese naufragado en una isla desierta, desearía tener consigo un Manual de construcción de embarcaciones.
No sé cuáles libros me serán permitidos en mi último viaje.
Fuente bibliográfica
MANGUEL, Alberto. 2014. Para cada tiempo hay un libro. Milenio [en línea]. [Consulta: 1 diciembre 2014]. Disponible en: http://www.milenio.com/cultura/Alberto_Manguel-cada_tiempo_un_libro-Milenio_Laberinto-FIL_2014_0_416958692.html.
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