22 ene 2008

El dios Google



UNA VISION FILOSOFICA DEL INSTRUMENTO MAS PODEROSO DE INTERNET

La francesa Barbara Cassin es filósofa y desde ese saber diseccionó el popular buscador. A partir de sus características y el análisis del discurso de sus creadores, la investigadora advierte sobre la amenaza que significa Google y la falacia de su supuesta democracia.


Por Pedro Lipcovich

¿Qué tiene en común el sombrío presidente George W. Bush con los brillantes, informales jóvenes que crearon el buscador Google? Mucho, según Barbara Cassin, directora de investigaciones en filosofía y filología del equivalente al Conicet en Francia. Desde su perspectiva filosófica, la investigadora encaró el estudio del popular buscador, y terminó por escribir un libro: Google-moi: la deuxième mission de l’Amérique (“Googléame: la segunda misión de Estados Unidos”). La “primera misión” es la que comanda Bush. A partir de un examen de las características técnicas del buscador, de las particularidades de la empresa que lo rige y del análisis del discurso de sus creadores, Cassin señala amenazas a la privacidad de los usuarios, denuncia la función de la publicidad y cuestiona una distorsión esencial de la democracia que subyacería a los criterios empleados por Google. Sus afirmaciones son a menudo controversiales, pero dejan un saldo inquietante: tal vez Internet –tan comparada con la borgeana Biblioteca de Babel– ha venido a ser, en efecto, una biblioteca infinita: sólo es accesible una cantidad finita de textos, los que ordene su Bibliotecario, pero ¿si el Bibliotecario resulta ser indiferente y superficial? Barbara Cassin visitó la Argentina, donde disertó en la Biblioteca Nacional y dialogó con Página/12.

Como suele suceder en la historia de la filosofía, la indagación de Cassin empezó por una ingrata experiencia personal: “‘Yo la conozco a usted, la he googleado...’, me dijo una vez un asistente a un congreso, pero él había encontrado tres Barbara Cassin. Una era una oftalmóloga norteamericana, autora de un Diccionario del ojo, siendo que yo escribí un Diccionario de lo intraducible; otra, una teniente de navío neozelandesa, que para colmo estuvo conmigo en una comisión de reconciliación en Africa del Sur. No era del todo fácil discernir entre las tres”. (El Google permite constatar que la fama de Cassin, como crítica del Google, le ha permitido escalar en el ranking del Google: hoy, si bien la oftalmóloga pervive en el sexto lugar, la teniente de navío ha quedado totalmente relegada.)


De todos modos, “lo que me decidió a escribir el libro fueron los dos lemas elegidos por Google. El primero es: ‘Nuestra misión es organizar toda la información del mundo’”. El segundo fue: “No seas malvado” (don’t be evil, que este año fue reemplazado por el más neutro: “Búsqueda, publicidad y aplicaciones”). El primero de los lemas, según Cassin, “conlleva la idea de que la web es orgánica, natural. Sus fundadores, en una entrevista en la revista Playboy, cuando les preguntaron qué es la web, contestaron: ‘Ustedes son la web’”. Y Cassin recurre a la filosofía: “Hay una inmanencia en la web, ese ‘ustedes’, y una trascendencia, un Dios de la web, que es el Google. Este Dios, que organiza la web, puede irrumpir en cualquier momento para cambiar la modalidad de organización, redefinirla a partir de nuevos hechos, y efectivamente lo hace”. Por ejemplo: “Si alguien tecleaba ‘big feet’ –‘pies grandes’– aparecía en primer lugar una zapatería especializada en calzado para pies grandes. Eventualmente Google cambió sus parámetros, esa referencia se perdió y la zapatería empezó a caer en la ruina. Hasta que ese comerciante decidió comprar publicidad en Google”.

Lo cual puede abordarse desde aquel segundo lema: “Una de las formas de ‘no ser malvado’ que tiene Google es garantizar que nadie puede comprar su rango de página. Pero eso no le impide ganar el 99 por ciento de sus ingresos mediante la publicidad que aparece en los márgenes. Así por ejemplo, si, a fines de 2005, uno tecleaba banlieue (‘suburbio’), aparecían datos y opiniones sobre los disturbios y el maltrato a los inmigrantes en las afueras de París pero, a la derecha, bajo el rótulo ‘Para saber algo más’, aparecía el enlace a un sitio de Nicolas Sarkozy, el actual primer ministro: él había pagado por estar en ese lugar”..."sigue"

Texto completo en: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-95037-2007-11-22.html



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