11 nov 2008
¿Necesitamos tantos libros?...más vale tener los libros y no necesitarlos, que necesitarlos y no tenerlos.
"A priori uno estaría tentado a decir que sí, aunque sin dudas podría escuchar de buena gana los argumentos de quienes afirman lo contrario. Quizás no necesitamos tantos libros. Quizás haya más libros que lectores reales y potenciales; quizás haya más textos de referencia que personas buscando referencias en los textos. Quizás, al igual que sucede con todas las cosas de este mundo, los libros incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones estén destinados a desaparecer y dejar su lugar a libros mejor adaptados.
Y quizás no debamos llorar por lo que perdemos, pues, por definición, perder es el único destino empíricamente esperable que tenemos como especie: a la larga, todos perderemos. Es una pregunta válida: ¿necesitamos tantos libros? Pregunta que luego podrá transformarse en: ¿necesitamos libros? Y por fin: ¿de qué hablamos cuando hablamos de libros? ¿De un soporte material? ¿De contenido? ¿De una simbiosis casi mágica entre ambos? Pues, en última instancia, si el libro debe morir a manos de un soporte mejor, que así sea."
"El libro quizás esté destinado a desaparecer como soporte, ¿y qué? ¿Sería una gran pérdida? ¿Quién sería la viuda? ¿Quiénes los deudos? ¿Quién recitará la homilía? ¿Quién bailará sobre el cajón?Antes de preguntarse si necesitamos tantos libros habría que determinar cuánto es “tantos libros”. ¿Alguien sabe cuántos libros hay en el mundo? Es lo que, al rato de comenzar su cruzada digitalizadora, se preguntaron los geniecillos de Google. Uno puede cuestionarse sobre por qué Google se ha propuesto el improbable proyecto de escanear y poner online todos los libros del mundo. La respuesta más sencilla es la misma que mueve a editores, libreros y a cualquiera que pegotee cierta cantidad de papel impreso, le agregue una tapa colorida y la introduzca en un sistema de distribución: Google quiere hacer dinero."
"Sí, los libros son muy bonitos y, cognoscitivamente hablando, estamos adiestrados para leer ficción en soporte libro-de-papel-bajo-un-árbol-o-acurrucados-en-la-cama. Pero los libros no sólo son soportes materiales de novelas y cuentos: soportan también textos de consulta, teorías, fórmulas y otro montón de material que ―a la hora de elegir― prefiero tener en la pantalla con las teclas Control + B, y no en papel pasando página por página porque el índice analítico es malo o porque la tecnología-libro es lenta.
Afrontémoslo: ¿no se ha vuelto engorroso buscar información en libros de papel y pegamento? ¿No parece una tarea pesada y onerosa en términos de tiempo, cuando se la compara con la velocidad con que uno puede encontrar lo que busca en un libro digitalizado? Y todo aquel que diga que hay algo bello en buscar analógicamente la información es porque nunca tuvo que lidiar con un editor que lo apremia con un cierre.
El libro es una tecnología segura en cuanto almacenamiento de datos (cualquier cosa que haya guardado en los casetes de mi Commodore 64 con dataset se ha perdido en el limbo de las ondas electromagnéticas, la humedad y los hongos, pero lo que Luca Pacioli escribió hace 500 años quedó bien almacenado gracias a los viejos y seguros libros); sin embargo, cualquier computadora hogareña lo supera en cuanto objeto tecnológico destinado a manipular información.
Alguien dirá que un libro no está hecho para manipular información según una lista de instrucciones (“a ver, libro, buscá tal cita o tal definición o tal fórmula”), pero basta reparar en índices o notas al pie para refutar tal afirmación: el libro no sólo conserva la información, sino que permite manipularla, ordenarla de un modo particular: si subrayo algunas partes y otras no, si señalo unas páginas y otras no, estoy manipulando la información que contiene según una serie de pautas o prioridades.
Lo interesante es que si bien sigue siendo una buena tecnología para contar historias, fijar climas o desarrollar las condiciones adecuadas para leer ficción, el libro tradicional ha perdido la carrera frente a la versión digital: éste es, simplemente, más práctico a los fines utilitarios para los que fue creado. "
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