Eunice G. Solís Hernández
Hace unos días en este periódico me percate de una breve nota sobre un paro bibliotecario ante los directivos del CNCA y vino a mi mente todo lo que conlleva su labor social y permanencia en nuestra sociedad. En su demanda por mejores prestaciones laborales justas, es el sector más conforme ante los cambios y devaneos sexenales.
En la actualidad están subcontratados a pesar de ser mano de obra calificada, pareciese que es un gremio, algunos están en asociaciones como AMBAC y CNB, pero se nota poco movimiento en pro de sus derechos laborales. No basta haber puesto una iniciativa de ley años atrás en las cámaras para un sueldo mínimo profesional para los bibliotecólogos, bibliotecarios y archivonomos.
Es loable que han incursionado en cambios significativos en el manejo de la información, y que son partícipes en proyectos multidisciplinarios. Es poco o nulo el reconocimiento a su labor en la sociedad, pues dicha carrera se estudia en dos años a nivel técnico y cuatro a nivel licenciatura, varios años a nivel maestría y doctorado, todo con el objetivo de especializarse ante la globalización de la información. Sin embargo, no son profetas en su tierra, pues si hay reconocimiento en todos sentidos en otros países europeos, en Latinoamérica se trabaja en ello contra viento y marea, y por lo tanto no es rara la fuga de cerebros no sólo de estas carreras. Nótese que no es la cereza del pastel institucional.
Por desgracia no se tiene un conocimiento pleno de esta actividad hacia el interior de las instituciones, y no se le da el apoyo financiero a dicha área, llámese biblioteca, centro de documentación o unidades de información; pareciese que hacen lo mismo, pero no, porque se especializan en el manejo de la información para los usuarios, independiente del nivel académico al que se otorgue el servicio.
Algunas escuelas públicas o en la iniciativa privada, para estar certificados solamente e incrementar costos o cuotas deben contratar gente titulada muy a su pesar, porque esto implica mejorar sueldos y espacios, normalmente abandonados, ya que erróneamente se tiene la idea de que es bodega o almacén… Es una desgracia que hoy día se estén preguntando algunas personas ¿para qué sirve una biblioteca? En pleno siglo de la información.
No hay suficiente fomento a la lectura ni promoción de la misma, como tampoco compromiso del Estado para el sector bibliotecario, pues en la medida que se trabaje en conjunto con todas las instancias, tendrán más igualdad todos lo involucrados y por ende se tendrá una sociedad más activa, dejando atrás el analfabetismo.El analfabetismo se ramifica en varios rubros: el analfabeta que obviamente no sabe leer y escribir; el analfabeta funcional, que fue a la escuela, pero no aplica en la práctica lo aprendido; el analfabeta tecnológico, que no sabe usar programas de computadora por falta de actualización; el analfabeta financiero, todo aquel que no prevé la planeación de sus finanzas personales para su vejez y el analfabeta emocional, que no se abre a los cambios emotivos y generacionales como la igualdad sexual.
En fin, hay mucho por hacer en este aspecto, pero eso es otra historia.
Fuente:http://www.exonline.com.mx/diario/noticia/primera/especiales_nacional/la_edificacion_del_conocimiento/196211
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