EL NUEVO PROFESIONAL DE
José López Yepes∗
Facultad de Ciencias de
Resumen: Este trabajo reflexiona sobre la figura del nuevo profesional de la infor-mación en el marco de la sociedad de la información. Para ello se centra en cuatro aspectos fundamentales: los problemas terminológicos y conceptuales que afectan a
Palabras clave: Documento; educación de los profesionales de la información; pro-fesionales de la información; bibliotecario universitario.
INTRODUCCIÓN
El presente texto tiene por objeto reflexionar en torno a la figura del profesional de la información, de sus posible nuevos rasgos, y ello lo pretendemos llevar a cabo sobre la base de cuatro premisas: 1) el problema terminológico y conceptual de la ciencia del do-cumento como escenario donde se cultiva la figura del profesional; 2) la evolución del ser humano y del profesional de la información desde la consideración de la propia evolución del documento desde la mirada del ser humano, lo que hemos dado en llamar: desde el homo sapiens al homo documentator; 3) las líneas formativas de dicho profesional y las novedades que se registran en los centros docentes de España a la luz de los principios del Espacio Europeo de Educación Superior, y finalmente, 4) la reflexión sobre uno de los modelos de nuevo profesional de la información: el encarnado en la figura del biblioteca-rio universitario digital.
1 Texto presentado en el II Congreso Internacional de Bibliotecología. Lima, Colegio de Bibliotecólogos, 20-22 de noviembre de 2006.
1. EL PROBLEMA TERMINOLÓGICO Y CONCEPTUAL DE
Información, conocimiento y comunicación
Las Ciencias de
La ciencia del documento
Por lo que se refiere a la documentación o ciencia de la información documental, los autores han convenido en considerarla ciencia para la ciencia, de un lado y, de otro, cien-cia informativa (López Yepes, 1995). En cuanto ciencia para la ciencia, se halla presente en el proceso de comunicación científica haciendo que los logros de las investigaciones lleguen en las mejores condiciones posibles a los destinatarios que, a su vez, se servirán de aquellos para obtener nuevos conocimientos.
De otra parte
Creo honestamente que toda reflexión sobre la figura del profesional de la información tanto en el aspecto formativo como profesional debe partir de una idea clara de lo que es la disciplina que cultivamos y, en consecuencia, de cómo debemos formar al estudioso y profesional y cual debe ser su papel en el medio social. Parece evidente que existe un auténtico conflicto conceptual y terminológico sobre ello como lo muestra el hecho de que el problema sigue siendo objeto de estudio en multitud de publicaciones y de reuniones científicas de nuestra especialidad.
Y aquí arranca el primer conflicto. Cómo llamar a esta disciplina o, tal vez, conjunto de disciplinas en los diversos países: ¿Bibliotecología? ¿Biblioteconomía? ¿Documenta-ción? ¿Ciencia de
Causas del conflicto terminológico y conceptual
En mi opinión las causas del conflicto terminológico y conceptual son cinco. La pri-mera, la más remota, radica en la gestación de la disciplina a finales del siglo XIX tanto en el área norteamericana como derivación y conversión de la biblioteca general en biblio-teca especializada, de un lado. De otro, en el área europea con el nacimiento del movi-miento documental iniciado por Otlet, fundador del Instituto Internacional de Bibliografía, y cuya doctrina aparece sistematizada en su conocido y magno Tratado de Documenta-ción publicado en Bruselas en 1934.
La segunda causa, mucho más próxima, arranca del cambio social tan intenso que ha producido la eclosión y extensión de ese fenómeno tan presente en nuestras vidas y en nuestras instituciones. Me refiero al gran fenómeno de la información que ha dado lugar al hecho singular de procrear una nueva sociedad con este nombre por la influencia, entre otros factores, del factor tecnológico como motor del cambio y de las crecientes necesida-des sociales de información.
La tercera causa se deriva directamente de lo que acabamos de esbozar. Efectivamente ha surgido una nueva terminología, de gran impacto, casi a nivel escatológico diría yo, y de fecundidad extraordinaria vinculada a nociones como lo electrónico, lo digital, lo vir-tual, lo emergente…
Pero, sin duda, la nueva terminología es también expresión palpable de que los princi-pios científicos y técnicos de la documentación están experimentando un notable cambio que afecta a todos los elementos del proceso de información documental. En efecto, suje-tos emisores, mensaje documentario, sujetos receptores y medios de transmisión pueden experimentar un cambio documentario que hace posible hablar también de sociedad de ladocumentación. Recordemos que cualquier dato, información o conocimiento son fuentes potenciales de nueva información tan solo cuando se transmiten y se aprovechan en forma de documento, esto es, sobre un soporte físico.
La cuarta causa obedece al hecho de que el fenómeno de la información nacido sobre la base de la estructura del proceso vigente desde Aristóteles –emisor, mensaje, medio y receptor- es patrimonio de todas las disciplinas y de sus aplicaciones en la sociedad y provoca una gran convergencia de estudiosos y profesiones que observan el fenómeno desde su particular punto de vista y, claro está, desde una terminología propia. Finalmen-te, a ello debe añadirse las perturbaciones provocadas por el traslado a otras lenguas de términos procedentes del área angloamericana seguidos por muchos de nosotros de modo a veces acrítico y no siempre claramente asimilados a nuestro léxico.
Fundamentos de la figura del profesional de la información
Hay, a nuestro juicio, dos criterios que formulados por la teoría de la documentación ayudan a establecer los fundamentos mínimos de lo que debemos entender por la figura del documentalista. Uno de ellos es el objeto de estudio de
El otro de los criterios que procede utilizar es de la aplicabilidad de
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