ENTREVISTA A ROGER CHARTIER, HISTORIADOR DE LA LECTURA
Ante los desafíos que la era digital le plantea a la lectura, este especialista francés prefiere no ser apocalíptico y le sigue otorgando un lugar fundamental al libro.
Fuente: ESPECIAL PARA CLARIN
Cuando se proclamó que la Biblioteca podría abarcar a todos los libros -escribe Borges en la "Biblioteca de Babel"- la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto." En este fragmento el escritor da cuenta de un sueño universal: el poder crear una biblioteca donde estén todos los libros existentes.
A pesar de que hubo varios intentos, el sueño devino en fracaso.
Hoy muchos teóricos sostienen que con el advenimiento de la era digital este sueño es posible. Y dentro de esta era, junto con el cambio en algunas de las concepciones de libro o biblioteca, aparece un nuevo tipo de lector.
De estos temas Clarín dialogó con el historiador francés Roger Chartier.
-El hombre ha soñado con la idea de hacer una biblioteca universal, que tenga todos los libros y manuscritos que existen ¿Con la era electrónica es posible pensar en esta utopía?
-Hay dos problemáticas. Por un lado el tema de la biblioteca universal, donde el hombre ha tenido la angustia, quizás desde la Edad Media, de la pérdida, esa idea que si faltasen algunos textos o libros, sería una herida para el progreso del conocimiento. De ahí se explica por qué se han buscado los manuscritos antiguos, por qué se han multiplicado los libros impresos, por qué se han creado clases de libros, catálogos, que tienen contenidos de las bibliotecas, nombres de títulos y autores. También se explica la construcción de bibliotecas que intentaban ser universales, portadoras de todo el conocimiento mundial. Ahora podemos pensar que esa angustia se ha trasladado a nuestros días y se piensa en la biblioteca electrónica, en la digitalización de libros y documentos, ante el temor de perderlos. Que haya una biblioteca universal de este tipo es una realidad posible, porque si se piensa que todos los libros que fueron publicados en forma impresa o todos los textos que existen en forma manuscrita pueden convertirse en textos electrónicos, no hay razón para pensar que puede haber límites.
-¿Junto a este deseo de compilar todo, convive el miedo al exceso?
-Es inquietante el tener en exceso, pero también es útil. Pienso en la obra de Borges Funes el memorioso donde la memoria aparece como paradisíaca para el pensamiento y a su vez un obstáculo para el saber. El gran desafío de la biblioteca universal digital es cumplir el deseo de la universalidad y a su vez convivir con la angustia del exceso.
-Hace algunos años escribió un artículo que generó algunas polémicas: "La muerte o transfiguración del lector". Usted plantea una nueva concepción del lector a partir de la aparición del libro electrónico. ¿Qué es lo más importante de esta concepción?
-Es una problemática que comienza en el libro famoso de Marshall McLuhan La galaxia de Gutemberg donde decía que las imágenes iban a matar al texto impreso. También este tema lo encontramos en la sociología de la lectura, con el descenso de las prácticas de lectura, en especial dentro de los lectores más jóvenes. También es un problema tradicional planteado por los editores de libros que se quejan de la dificultad cada vez más grande para asegurar la difusión de los libros que publican.
-Ante esta nueva visión ¿qué cambios aparecen en el lector?
-Se puede empezar tomando esta idea según la cual las pantallas del presente no son pantallas de imágenes contra los textos, sino que son pantallas que conllevan la multiplicidad de ellos en una forma diferente, que no es más la del libro impreso y que pone al lector ante una nueva situación. Tal vez la más importante radica en la discontinuidad de la lectura frente a la pantalla y también la construcción sobre el monitor de la computadora de conjuntos textuales que son siempre personales, porque es el lector quien decide cómo se verá el texto, con qué tipografías y tamaño lo leerá. Además esto es muy efímero porque van a desaparecer una vez que el lector cambia su página o documento o lo cierra.
-Usted ha dicho que de alguna manera el libro todavía le lleva ventaja a la cultura cibernética. ¿Por qué?
-Lo que define a un libro es una producción intelectual, estética, práctica. Es un objeto particular que está inmediatamente diferenciado de otros objetos de la cultura escrita, como cartas, revistas o diarios. Lo que definió al libro fue esta unidad entre un sentido material y el sentido estético o intelectual. La lectura frente a la pantalla es fragmentada, segmentada y fragmentaria ya que todos los textos electrónicos, cualquiera sea su género, se vuelven como bancos de datos donde se extrae fragmentos sin remitir este fragmento a la totalidad de la cual está extraído. A partir de este momento se ve en el funcionamiento de los bancos de datos que la gente extrae información sin preocuparse de esta totalidad de donde vienen.
-Usted es un especialista en la historia del libro y los lectores. ¿Le parece curioso cuando es entrevistado por teléfono o por e-mail?
-Por un lado es claro que hoy en día hay muchas formas de comunicación, que no utilizan más la escritura, como por ejemplo una entrevista telefónica. Por otro la do también hay una nueva forma de inscripción de la escritura que no es más sobre papel, en la forma de libro, revista o diario, sino en una inscripción electrónica sobre una pantalla. Tenemos que pensar el papel de la escritura en un mundo diferente, en que la comunicación oral se desarrolla a través del teléfono, de la radio, la televisión y el cine. Hemos encontrado esta coexistencia entre las formas de comunicación y conocimiento fundadas ahora en las transmisiones orales y escritas.
Fuente: http://www.clarin.com/diario/2008/04/12/sociedad/s-05801.htm
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