La información y su comunicación han sido elementos importantes a lo largo de la historia de la humanidad.
En los primeros grupos humanos la única necesidad de información era la trasmisión de mensajes básicos para subsistir. Se vivía en pequeños grupos familiares dispersos en áreas extensas y el contacto con extraños era esporádico para estos grupos nómadas de cazadores recolectores; además, eran pocos los mensajes para compartir y la velocidad a la que estos viajaban entre los distintos grupos, era lenta. Sobrevivir era la principal preocupación.
Cuando se domesticaron plantas y animales, la gente tuvo que asentarse para cuidarlos. Necesitaron además, estar cerca de fuentes de agua y de comida así que se redujo el número de lugares en los que se podían establecer. Esto dio como resultado grupos de personas más numerosos ubicados en lugares específicos y la construcción de estructuras más permanentes.
A medida que individuos y grupos se asentaron y comenzaron a tener pertenencias, la necesidad de información y de su registro se incrementó. Era necesaria información sobre límites geográficos, derechos de agua, propiedad de animales, así como la ubicación de la vivienda de otras personas. Se volvió más fácil y rápido difundir información porque la gente estaba más cerca. A medida que la población crecía, la gente comenzó a producir bienes, comida y vestidos. Surgieron especialistas que producían herramientas que ayudaban a los trabajadores a realizar sus labores, mejor, más rápido y a menor costo o que simplemente facilitaban la vida. A medida que se inventaban nuevas herramientas, se necesitaban más especialistas para producirlas y con el paso de los años, creció tanto esa demanda que copó todo su tiempo y ellos comenzaron a depender de otras personas para conseguir los bienes en los que no se especializaban. Se inició entonces el trueque o venta de bienes.
Transcurrió un considerable lapso de tiempo y llegó otra época que trajo grandes cambios sociales y económicos conocida como la Revolución Industrial. En esta, gran cantidad de personas sustituyeron las labores agrícolas por las manufactureras; buena parte de la población comenzó a producir bienes que no eran de subsistencia y a intercambiarlos por otros que si lo eran. Para vender los primeros se enfrentaron a la necesidad de publicitarlos mediante avisos, catálogos, vendedores, etc.
Lo anterior dio como resultado una mayor necesidad de registrar información y de aprender a usar esos registros. Más personas aprendieron a leer porque esto era tanto necesario como posible. De otra parte, invenciones como el tren y el telégrafo aumentaron la velocidad de la comunicación e hicieron posible que la gente se desplazara grandes distancias.
Las personas comenzaron a especializarse en el manejo de los diferentes tipos de información que se estaban generando, libros, documentos, etc. También surgieron especialistas en analizar y aplicar la información contenida en estos. Almacenar información cobró gran importancia, al punto de que en muchos casos, la mayoría de este almacenamiento se centralizó y en otros, se ubicó en lugares específicos.
Otro cambio social y económico profundo ocurrió recientemente. Este ha llevado a que una parte significativa de la población trabaje en empresas de servicios. Almacenar, manejar, analizar y comprender información conforman algunas de las principales actividades que realizan trabajadores con buen nivel educativo; mientras que la producción de alimentos cedió su importancia. La información comenzó a fluir velozmente por radio, televisión, teléfono e Internet. En la actualidad, la cantidad de información disponible se duplica cada 7 u 8 años; se ha producido más información en los últimos 30 años que en todos los siglos anteriores y el caudal que de esta encontraremos durante nuestra vida es casi inimaginable.
Esta explosión informativa ha dado como resultado un enorme incremento en el número de personas dedicadas a manejarla, analizarla e interpretarla; por este y otros motivos, se denomina la época actual, la Edad de la Información.
CRÉDITOS
Traducción realizada por Claudia Consuegra, de apartes del capítulo “Information Explosion” del libro “Teaching Information Literacy, 35 practical standards-based exercises for college students” de Johanna M. Burkhardt, Mary C. MacDonald, Andrée J. Rathemacher.
Este documento hace parte integral del Módulo sobre Competencia para Manejar Información (CMI) http://www.eduteka.org/CMI.php
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