2 abr 2008

El amor a la lectura, desde la cuna.


Por: Catalina Guerrero
EFE

Un lector no nace, se hace. Por eso, el amor a la lectura se debe inculcar desde la cuna y tratar, con perseverancia y dedicación, que se convierta en un vicio, pues de ello depende, en buena medida, tener niños con éxito en los estudios y, más tarde, adultos con herramientas para la vida.

"La búsqueda de conocimiento mediante la lectura debe ser una prioridad y es fundamental estimularla desde la infancia", subraya el mensaje difundido este año con motivo del Día Internacional de la Literatura Infantil y Juvenil que se celebra hoy, miércoles 2 de abril.

El artista tailandés Chakrabhand Posayakrit, autor del mensaje, titulado "Los libros iluminan, el conocimiento encanta", es también el ilustrador del cartel con el que la International Board on Books for Young People (IBBY), con sede en Basilea (Suiza), celebra este año ese día, destinado a estimular el amor por la lectura y a promover el interés por los libros para niños.

Y la fecha, el 2 de abril, no es inocente, ya que un día como ese, pero de 1805, nacía en Odense (Dinamarca) el escritor Hans Christian Andersen, autor de El patito feo, La sirenita y El traje nuevo del emperador, entre otros muchos cuentos.

Empezar a contar historias a los niños lo antes posible, incluso al nacer, es algo que sugiere también a los padres la American Library Association, con sede en Chicago, que celebra "El día de los niños / El día de los libros" el 30 de abril.


Recomienda además que fijen una hora del día para hacerlo, después de comer o a la hora de dormir, y que lo hagan en un asiento cómodo (un sillón), lejos de cualquier distracción.

La voz es importante, hay que variar el tono y darle expresión, según esta asociación estadounidense de librerías que aconseja que se involucre a los niños en la lectura pidiéndoles que señalen los objetos, que hablen acerca de las ilustraciones o repitan palabras.

Otro consejo a los padres es que lean una y otra vez los libros favoritos de sus hijos cuando éstos se lo pidan. Muy importante también, según estos expertos, es que prediquen con el ejemplo: que sus hijos les vean leyendo, sea lo que sea.

Eso es lo que la American Library Association recomienda que se haga de puertas para adentro, pero ahí no termina el plan de acción de los padres para fomentar el hábito lector en su prole. La mejor aliada en esa misión es la biblioteca pública, un lugar que hay que visitar con frecuencia para que los niños sigan anidando el gusanillo por la lectura.


Lo recomendable para establecer un vínculo entre ese templo de los libros y los pequeños es sacarles su propio carnet de la biblioteca y puedan tomar prestados cuantos cuentos quieran.

La bibliotecas públicas cuentan además con otros alicientes, en tanto que suelen organizar sesiones de "cuentacuentos", actividades extra escolares y programas de lectura, también estivales.

En Colorín Colorado, una página estadounidense de internet destinada a profesores nativos y a familias hispanas, sus responsables son más precisos y clasifican por edades las "maneras divertidas y eficaces de leer con los niños".

De cero a tres años, la lectura debe ser una rutina diaria, de por lo menos 15 minutos y antes de ir a la cama. Es aconsejable sostener al niño, sentándole, por ejemplo, en el regazo, dejarle agarrar el libro y que ayude a pasar las páginas.

Usar el rostro, el cuerpo y la voz para hacer divertida la lectura es igualmente eficaz, así como saber cuándo detenerse si el niño pierde interés o tiene dificultad para prestar atención.


Hablar sobre las ilustraciones y recorrer con el dedo debajo de las palabras al tiempo que se lee es también didáctico. Para leer con preescolares, el modus operandi evoluciona y se hace aún más interactivo.

Un ardid no desdeñable -y si es cierto, mejor- es mencionar al niño cuánto se disfruta leyendo juntos y rodearle de libros, para que siempre pueda tenerlos a mano, así como permitirle escogerlos.

Convertir la lectura en algo especial es fundamental, por ello obsequiarle y premiarle con libros y cuentos grabados es bueno.

Mostrar al niño las partes de un libro y cómo se leen las palabras, indicarle quién lo escribió, hacerle preguntas sobre la historia o permitirle que él también plantee sus cuestiones es otra táctica para implicarle en la lectura, así como leer lo mismo reiteradamente o invitarle a que le "lea" el cuento ya memorizado.

Para los niños que ya han descubierto la magia de que las letras forman palabras, las palabras frases y las frases historias, el método varía, pero la presencia paterna sigue siendo inestimable.

Los progenitores deben incentivar a sus hijos a leer proponiendo libros que versen sobre temáticas que resulten atractivas, pero también introduciendo diversidad, y pedirles que les lean en voz alta todos los días, o bien turnarse en la lectura de un relato.

En esta etapa es interesante que los padres ayuden a sus hijos a conectar lo que leen en los libros con lo que ocurre en la vida, donde está la verdadera historia.

Fuente: www.prensa.com/entretenimiento/libros/2008/04/02/

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