5 jun 2008
Internet aleja de los libros.
- En Tamaulipas, como en el país, se registra la lectura de 2.8 textos por habitante; México ocupa el penúltimo
lugar en hábitos de lectura entre 108 naciones
Benito López Díaz/EnLíneaDIRECTA
Victoria, Tamaulipas.- Apenas el 23 de abril fue celebrado el Día Internacional del Libro. En la ciudad y en el Estado, el hábito por la lectura desciende dramáticamente, los bibliotecas, apenas logran atraer cincuenta o cien usuarios, mientras que hace veinte años, hasta filas se hacían para alcanzar un asiento y tener acceso al acervo.
Según la UNESCO y la OCDE, México ocupa el penúltimo lugar de entre 108 países en hábitos de lectura, en base a las más recientes de las estadísticas.
Las mismas fuentes señalan que en el país se registra un promedio de lectura de 2.8 libros anuales por habitante, cantidad que se aleja de lo recomendado por los organismos, que es de 25 volúmenes.
Bajo estas cifras reveladoras, en la ciudad, el panorama se compara a lo que ocurre en el país, el libro, pierde la batalla y ha decidido esconder su conocimiento para otras generaciones distintas a las de ahora.
HASTA FILAS HABÍA PARA ENTRAR A LA BIBLIOTECA
Para contar la historia de la biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, (CCT), nadie mejor que Alejandra Vega Maldonado, que atiende los usuarios en el lugar.
Recuerda que veinte años, atrás, el auge por la lectura se encontraba en su máximo tope, la biblioteca era por demás concurrida, sobre todo por estudiantes con deseos de hojear páginas y encontrarse con las letras.
“Aquí hacían fila para entrar a la biblioteca y tener un lugar, así como salía un grupo de cinco o seis personas, ya había otras 20 esperando ser atendidas y alcanzar un lugar”, comenta.
Eran tiempos, relata, que en promedio asistían a la biblioteca alrededor de 500 usuarios, con la suficiente paciencia de esperar su turno y elegir un texto de los más solicitados.
Se vivía la euforia por la biblioteca y su acerbo, no había estudiante que se escapara de visitarla, era referencia obligada de escuelas centros de enseñanza.
Los veranos, dice, la entrevistada, no se daban abasto para atender la demanda, el espacio dedicado a la cultura, era abarrotado por cientos de estudiantes.
LA CAÍDA
Testigo del proceso bibliotecario en la ciudad, con sus 20 años de trabajo en los espacios públicos destinados al conocimiento de las letras, Vega Maldonado, cuenta la otra cara, donde los usuarios de libros disminuyen de manera considerable, por diversos factores, como el Internet, entre otros adelantes.
Llegaron los días, en que ya no atienden 500 usuarios, sino 100 o cincuenta al día, la afluencia ha bajado de manera importante, aunque se lucha por su rescate.
“Pienso que desde el año 2000 esto se empezó a cambiar, a modificar, la gente viene, pero no en el mismo número de antes, así lo indican los libros de visitas que se tienen”.
En su opinión, el arribo de Internet a las masas, afectó la asistencia de usuarios a las bibliotecas y en consecuencia a los libros, principal fuente de información.
“Con la aparición de los negocios de chat, se empezó a ver que venía menos gente a consultar la literatura, de eso hará como ocho años atrás”, señala.
Hace 20 años, describe la bibliotecaria, el perfil de los lectores, eran jóvenes dedicados al estudio, del nivel básico, medio y superior de la ciudad.
Las consultas habituales, eran en disciplinas, como matemáticas, física y química, mientras que ahora esos libros ya no son los más consultados por los usuarios.
“Ya vienen mucho a ver lo que son cuestiones enfocadas a la literatura, la historia, la salud, todo lo que es ingeniería, computación e informática”, menciona.
A diferencia de hace 20 años, donde los usuarios de la biblioteca en su mayoría eran estudiantes jóvenes, ahora el perfil de los lectores lo integran personas de edad avanzada.
“Viene mucha gente de edad adulta, leen mucho se pasan varias horas aquí en las mesas, consultando libros, haciendo anotaciones e investigaciones”.
En contraste, los estudiantes de ahora, dice, asisten a la biblioteca, porque los maestros los obligan o les encargan tareas que debe ser de los libros.
“Hay usuarios que hasta nos piden el sello sobre los trabajos que hacen porque solo así se les pone calificación y sus maestros le reconocen el esfuerzo de venir a estos espacios”.
Ante a disminución en asistencia a las bibliotecas, los mismos maestros, piden tareas, con la condición de que no obtengan de una consulta a Internet, sino de los libros.
DIEZ HORAS EN LOS LIBROS
De cabellos largos, en caireles, Wesley Mitzrrahim, parece una especie en peligro de extinción, pasa diez horas al día metido en los libros y en las bibliotecas.
Estudiante de la licenciatura en Historia, en la facultad de Ciencias de la UAT, el alumno, cursa el segundo semestres, y la mayor parte del día la dedica a leer.
“Me gusta pasar mucho tiempo en la biblioteca y en los libros, son mi vida, además estoy comprometido con lo que hago y eso es lo que valoro y me tiene aquí”.
Mitzrrahim, realiza todo tipo de investigaciones en la biblioteca y en los libros, controla tareas, trabajos e investigaciones desde los acervos culturales que ofrece la ciudad.
Durante la semana recorre alrededor de siete bibliotecas distintas en la ciudad, aunque prefiere la del Centro Cultural, por lo céntrico y el acervo que ofrece.
A diario permanece tres hora en la biblioteca, aunque en su casa dedica otras siete a lo mismo, en su domicilio, ha montado un espacio a loa libros.
“Creo que la gente de ahora no lee tanto, porque no se le induce a la lectura, sí se realizan encuentros culturales, pero no enfocados a la literatura como debiera de ser”, comenta.
UNA FAMILIA DE LIBROS
A sus siete años, Arely Angelina Cabello García, junto con su hermana, hermanos y su madre visita al menos dos ocasiones la biblioteca entre semana.
“Me gusta mucho venir a leer, los cuentos de Blanca Nieves, de aventuras, e encuentro a gusto sentada aquí en este lugar y no me aburro, como dicen mis compañeros del salón”.
Desde ahora, y en base a la lectura de cuentos, contempla estudiar la carrera de Médico Veterinario, guarda en su infancia un afecto especial por los animales.
Su hermana, Blanca Lilia, en la biblioteca se mueve como pez en el agua, sabe dónde están colocados los libros y también visita el espacio dos ocasiones a la semana.
“Vengo a hacer las tareas que me encargan, los trabajos, vengo a leer, aquí paso mucho de mi tiempo, en lugar de estar viendo la televisión como mis compañeros de salón, lo que sí veo es Animal Planet”, confiesa la menor.
Blanca Lilia, desde ahora, y gracias a que de niña su madre le inculcó el hábito de la lectura, ya tiene decidido lo que estudiara de grande, desea ser bióloga.
“Me gustan mucho los animales, las flores, las plantas, todo lo que tiene que ver con la naturaleza, mis amigos dicen que es aburrido, pero yo lo veo interesante”.
A corta edad, su madre, Rosa Imelda García Flores, les inculcó el hábito de la lectura, de asistir a la biblioteca en busca de conocimiento y como una forma de entretenimiento cultura.
Al paso de los años, ambas menores, por su cuenta piden ser llevadas a la biblioteca, mientras que el resto de sus compañeros de salón se pasan horas frente a la televisión o la computadora.
SOLO POR LEER
Manuel padilla Flores, egresado de Ciencias de la Comunicación, es otro de los que asisten a la biblioteca do o tres ocasiones a la semana, para leer un libro.
“He hecho de esta práctica algo habitual, me doy mis vueltas cada que puedo, ya termine la carrera, pero como quiera me queda esa espinita por los libros”.
En su opinión, Internet no ofrece lo que brinda una biblioteca, proporciona un conocimiento exacto de las ciencias, de las disciplinas y de la humanidad.
No toda la batalla está perdida por parte de los libros, todavía quedan lectores, que se alimenta de sus páginas y de sus letras, aunque el hábito se pierde.
Internet, solo ofrece un lado de la información, navegar por la red requiere de tener un conocimiento para saber discernir de la información que circula en la pantallas.
Fuente: http://www.enlineadirecta.info/nota-52123-Internet_aleja_de_los_libros.html
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