3 jun 2008
Año 1936: Libros requisados.
DURANTE mucho tiempo permaneció prácticamente ignorado un curioso documento, actualmente conservado en el Archivo Municipal (Archivo histórico reservado. Cajón 19, nº6), y que hace alusión a la existencia de un batallón de milicianos, que bajo el asesoramiento del bibliófilo José Soto Molina y del poeta Pedro Pérez Clotet, se encargaría a partir del mes de septiembre de 1936, de controlar todas aquellas publicaciones que "tuvieran carácter pornográfico o tendencia social" en Jerez.
Y sin embargo, dicho documento tiene hoy día un valor indiscutible, no solo en cuanto a que confirma algo que durante demasiado tiempo ha permanecido oculto, esto es, el grado de control que hubo en nuestra ciudad sobre los libros y publicaciones periódicas durante el periodo bélico y los primeros años de la postguerra , sino algo aún más grave, la sospecha de que las intervenciones realizadas por el mencionado batallón de milicianos, finalmente sirvieran para el enriquecimiento de bibliotecas privadas de gran relevancia.
En este último aspecto resulta curioso que los "asesores" del batallón miliciano del año 1936, los mencionados José Soto Molina y el poeta de la generación del 27 Pérez Clotet, finalmente llegaran a poseer dos de las mejores bibliotecas privadas de la provincia de Cádiz. En el caso del primero una biblioteca que llegó a los veinte mil títulos de los más variados temas (muchos de ellos de difícil justificación para alguien perteneciente a la maquinaria de la censura), mientras que con Pérez Clotet sucedía otro tanto si nos referimos a su biblioteca, en este caso especializada en poesía.
Pero volviendo al mencionado documento, fechado en septiembre de 1936, nos da prueba del ardor puesto en la tarea encomendada, y del procedimiento que se seguía con los libros incautados en los numerosos registros realizados. Tan solo en aquel mes la cifra de libros, por una u otra razón, intervenidos alcanzaría la sorprendente cifra de 1500 títulos. Y es que el batallón de milicianos procedió a "revisar" los fondos bibliográficos pertenecientes a las librerías situadas en la calle Larga, "Jerezana" y la de "Gener", por entonces regentada por su viuda e hijo. Una vez incautados los libros, pasaban a la Biblioteca Municipal, donde se encargaba al bibliotecario municipal su custodia, excluyendo, por supuesto, que dichos libros pasaran a ser consultados por los usuarios del centro.
No parece confirmarse que esos libros, pasado los años, definitivamente pasaran a engrosar los fondos de la biblioteca pública, pues el Libro de Registro de dicha biblioteca no delata entradas sospechosamente elevadas de libros en un momento determinado. Más nos inclinamos a pensar que los libros permanecían provisionalmente en las instalaciones bibliotecarias, y que luego, como un botín más de guerra, eran repartidos entre anónimos interesados, afectos al régimen.
Pero no siempre las intervenciones del batallón de milicianos tenían éxito, cosa de la que nos congratulamos, y así, el documento al que nos referimos, detalla cómo una intervención planeada sobre el kiosco de libros por entonces emplazado en la plaza de la estación, quedó abortado, al parecer porque sus propietarios, previamente advertidos, había podido trasladar a un lugar desconocido antes de la llegada de los agentes de la censura, gran cantidad de impresos. Ramón Clavijo Provencio
Fuente: http://www.diariodejerez.es/article/jerez/143100/libros/requisados.html
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